Harry
Suspiré y observé por un rato a Victoria charlar con sus amigas,no dejaba de pensar en como sería mi vida con ella. No sentía emoción alguna al verla, era bella pero también era fría.
—Harry — papá me observaba con el ceño fruncido—¿Has visto al inútil de Jared?
Me molestaba la manera en que papá se refería a Jared.
—No — papá se puso rojo de rabia.
—Debe estar metido en algún club apostando —pasó su mano por su cabello— Ahora el lado norte de mis tierras ha sido ocupado por otra caravana de gitanos —enarque una ceja — Jared no ha podido echar a la primera caravana y ahora tenemos dos.
Desvíe la mirada hacia el grupo de mujeres que hablaban nimiedades y luego a papá, no le revelaría el secreto de Jared, estaba con los preparativos de su boda.
—Echaré un vistazo.
—¿Estás loco? Pueden hacerte daño o algo, no tienen buena fama.
Bufé molesto algo que sorprendió a papá por que siempre era correcto para él.
— Temes por mi vida, pero no por la de Jared, ambos somos tus hijos padre.
—Tú eres mi heredero Harry, debo protegerte.
—Entiendo, para ti valgo más que Jared — la sonrisa de papá me dio náuseas.
—Lo entendiste hijo.
— Iré a echar un vistazo si algo me pasa, Jared será un gran conde — avance furioso hacia la puerta principal.
— Tu hermano llevaría a la quiebra a está familia.
Lo miré a los ojos
—No subestimes a Jared, de repente es mejor que tú y yo juntos, es tiempo que me respetes por lo que soy; el Conde Arévalo — me giré y continúe mi marcha, miré al lacayo y le pedí —Preparen el carruaje.
—¡Harry! No olvides que aún estoy vivo.
— No olvides padre que has delegado todo para retirarte a descansar y voy a cuidar lo que es mio, mis tierras.
Subí al carruaje y cerré los ojos mientras daban marcha a los caballos,esperaba no ser como mi padre y hacer diferencia con mis hijos, los amaría por igual. Jared era un buen hombre y sobre todo estaba descubriendo los valores de la vida.
El lacayo que nos acompañaba asomo su cabeza por la ventana y me preguntó.
—Amo ¿dónde vamos?
—Vamos a la parte norte de la casa, cerca del pueblo.
Por un momento deseé estar en el lugar de Jared, poder hacer mi vida sin ninguna responsabilidad. Yo tenía que velar por la familia, tíos, tías,primos, mis arredantarios. Miré nuevamente esas casitas que necesitaban reparaciones, papá sólo se preocupaba por que ellos labraran la tierra y sacar los beneficios monetarios pero no se preocupaba por nuestra gente que era leal y ahí continuaban.
El coche se detuvo y me asomé por la ventana aún faltaba para llegar al campamento.
El lacayo estaba investigando, bajé del coche para saber que era lo que impedía el paso en mis tierras.
—Milord, esperé en el coche nosotros nos encargaremos.
Frunci el ceño y no hice caso, avance y podía ver una figura de rodillas en el suelo llorando, me di cuenta que era una mujer en medio de tanta tela brillante, su cabellera la llevaba suelta.
—Señorita —ella se volteo y me miró con sus ojos grandes. Creo que esa simple mirada produjo en mi un cosquilleo en mi corazón — ¿Está bien?
Extendí mi mano para ayudarla a ponerse de pie y fue ahí cuando vi un perrito que estaba herido.
—Lo han atropellado a mi perrito—sus ojos volvieron a llenarse de lágrimas.
—Calmese — me agaché y recordando al veterinario que llegaba a revisar nuestros animales, empecé a palpar su cuerpo, cuando toqué su patita trasera el perrito lloró — Tiene fracturada la pata pero sobrevivirá.
— ¿Está seguro que sobrevivirá?— enarque una ceja y asenti —Es lo único que tengo... que me ama.
La miré nuevamente y me di cuenta que era una mujer preciosa, joven y sensible. Estaba hipnotizado mirándola, nunca creí esa locura de amor a primera vista pero ahí estaba yo, embobado por una total desconocida. Creo que Jared no sólo me estaba enseñando acerca del honor sino también a fijarme en gitanas.
—Soy Harry — extendí mi mano.
—Yo soy... — frunció el ceño —No recuerdo.
Me molestó su actitud me puse de pie.
—Si no deseas decirme tu nombre sólo dilo.
—No miento.
—¿Y como te llaman?
—Yaja
—Bien Yaja, moveremos a tu perrito— miré alrededor y no vi ningún caballo —¿Y tú caballo?
— No tengo — suspiré.
—Vamos en mi carruaje Yaja —avance, pero ella se quedó quieta, el perrito se había acomodado en mi brazo — ¿Qué pasa?
—Eres un payo, no puedo entrar contigo al campamento.
—¿Payo?
—No eres gitano—le di el perrito al lacayo, la tomé de la mano y me dirigí debajo de un árbol frondoso, cuando toque su mano senti electricidad y a ella le paso lo mismo, apartó su mano rápidamente.
—¿Lo sentiste?— ella me miró y asintió. —¿Qué significa Yaja?
—Que el destino se equivocó — me perdí en su mirada — No puedes ser tú el destinado.
—¿De qué hablas?
—Cuenta una de tantas las leyendas que escuchamos en los pueblos que hemos andado que cuando las almas gemelas se encuentran, al tocarse sienten el magnetismo tratando de volver a ser una sola.
—Me gusta tu leyenda y creo en ella.
—Me acabas de conocer Harry.
—No necesito conocerte toda la vida para saber que me has impactado como nunca nadie lo ha hecho.
—¿Qué edad tienes Harry?—sonreí mientras la acariciaba con mi mirada.
—Veintisiete años y en todo este tiempo te doy mi palabra de honor que no había sentido esto por nadie— me sentí como Jared dando mi palabra de honor.
Ella cerró los ojos y extendió su mano para acariciar mi rostro.
La electricidad se extendió en todo mi cuerpo.
—Mi destino no puedes ser tu Harry — sus ojos enormes me miraban.
Solo sonreí y besé su mano.
—Debo irme Harry — se soltó y salió corriendo, me di cuenta que se había marchado y me había dejado a su perro, sus ojos iban llenos de lágrimas, no sabia que haría pero me daba cuenta que Victoria jamás había calentado mi corazón como lo hizo Yaja en un momento de conocernos.