John quedo paralizado, era como si el tiempo se hubiese detenido justo en ese instante, mientras sus compañeros aplaudían y felicitaban a su compañera él simplemente podía repetir en su cabeza una y otra vez el nombre de la mujer, el cual acaba de ser pronunciado por su ex jefe.
Jessica Monroe
Jessica Monroe
Su eterna rival laboral, la mujer que creía que podía tener el mundo a sus pies con su sonrisa perfecta y sus ojos miel de apariencia inocentemente falsa. La maldita mujer se había quedado con el puesto, con su puesto y ahora sería su jefe.
Grandioso.
Vio a Mathew Santana, su antiguo jefe, estrechar sus manos con la mujer en señal de felicitación antes de acercarse a él como si quisiera darle un gran discurso. Si, definitivamente todo eso parecía sacado de una jodida pesadilla.
—John, quiero felicitarte. Debo admitir que el proyecto que presentaste es increíble y le recomendaré a Jessica que lo tenga en cuenta para que lo desarrollen este año. En verdad hiciste un trabajo estupendo.
Y aún así prefirió lo que sea que ella presentara.
A pesar de la gran ira que estaba creciendo en su interior colocó su sonrisa más formal y estrecho su mano con el hombre que a partir de hoy era su ex jefe.
—Estoy agradecido por la oportunidad, Señor Santana. Estoy seguro que Jessica hará un gran trabajo en su ausencia.
—Créeme que fue muy difícil escoger entre ambos John, pero estoy seguro que con Jessica al mando y contigo siendo su mano derecha esta compañía llegara a la cima. Juntos lograran todo lo que no he podido lograr yo en este lugar.
—Estoy más que segura que eso no es posible, Señor. El trabajo que usted realizó en este lugar será insuperable. ¿No lo crees así, John?
La voz suave de la mujer dirigiéndose a su conversación le hizo perder la compostura por un instante, pero por suerte estaba seguro que nadie alcanzó a notar la mueca de molestia en su rostro antes de que la sustituyera por una sonrisa falsa, igual a la que la mujer tenía.
—Por supuesto, Mathew sabes que nadie en esta empresa jamás podrá superarte, eres el jefe estrella, siempre lo serás —sus ojos castaños se dirigieron a Jessica quien en ningún momento quito la sonrisa de su rostro.
—Bueno, ambos me alagan sin lugar a dudas, pero olvidémonos de esto. Ya acabo la hora laboral y estoy perfectamente seguro que ustedes están tan agotados como yo, así que no esperemos más. Ustedes podrán hablar de negocios a partir del Lunes.
El hombre empezó a alejarse hacía su oficina hasta que ambos quedaron solos mirándose fijamente el uno al otro, ella con una sonrisa algo burlona en su rostro y él, con la evidente molestia que le producía la derrota.
—Vamos, no te enojes, estoy segura que tendrás más suerte la próxima vez. Después de todo ya no tendrás que enfrentarte a mí, querido John.
—Que graciosa —dice con molestia mientras empieza a alejarse, no queriendo decir algo desagradable hacía quien ahora sería su nueva jefe.
Definitivamente alguien de arriba realmente le detestaba y estaba dispuesto a recordarle lo maldita que podía llegar a ser su vida. Lo confirmo justo cuando antes de alejarse por completo Jessica decidió complementar su despedida.
—Por cierto, John. Te espero el Lunes a primera hora en mi oficina, quisiera discutir contigo sobre algunos de los proyectos que has estado desarrollando.
Requiriendo de todo su autocontrol, se dio media vuelta para afirmar a la mujer el encuentro, solo para verla alejarse lentamente, con cabello castaño ondulado moviéndose lentamente al ritmo de sus pasos, solo logrando enfadarlo un poco más de lo que ya estaba.
El fin de semana no había logrado calmar toda la molestia que sentía en aquel momento y saber que aquel día debería volver al trabajo y encontrar a Jessica como su nueva jefe simplemente lograba aumentar su enfado.
Debía admitir que había pasado estos días intentando encontrar alguna cualidad que aquella mujer tuviera y que él no como para que le hubiese ganado el puesto, pero definitivamente no lograba encontrar nada en que la mujer lograra superarle.
Y eso ya sencillamente se estaba convirtiendo en una absurda obsesión ridícula. Debía olvidar el tema y simplemente seguir adelante con su trabajo.
Se acomodo por última vez su cabello negro hacía atrás antes de salir del auto y encaminarse al ascensor. En el sexto piso se encontraban las oficinas administrativas y gerenciales de la multinacional, cuyo interés principal era generar proyectos sociales que permitieran reducir el impacto de daño social, cultural y ambiental que otras empresas pudieran estar realizando.
Su función dentro de la empresa era la generación de proyectos y la administración de los mismos, además de la búsqueda de ONG's y empresas privadas internacionales que estuvieran interesados en invertir en los proyectos que se generaban. Jessica y él siempre habían pensado que aquellas personas solo lo hacían con el fin de limpiar su consciencia respecto a los daños que causaban en sus entornos.
Jessica… la mujer ahora era la Gerente Nacional, y en este momento no solo estaba encargada de sus antiguas funciones, sino también de evaluar y aprobar cada uno de los proyectos que se generaran dentro del equipo de trabajo y garantizar el impacto positivo de los mismos. Sin duda una responsabilidad bastante compleja y difícil.
Una responsabilidad que él quería y que evidentemente Jessica no merecía. ¿Cómo una mujer podría hacerse cargo de todo esa labor sin echarlo todo a perder? O peor aún ¿Sin enloquecer completamente?
Si, sin duda ese no era un trabajo que debiera estar bajo el mando de una persona como ella.
Lanzo un último suspiró de rendición justo antes de que el ascensor se abriera y tuviera que salir dirigiéndose hacia su oficina, la misma que había tenido desde que ingreso a trabajar en el lugar poco más de dos años atrás.
Se encargo de dejar todas sus cosas y hacer una última preparación mental antes de dirigirse hacía la oficina de Jessica, su nueva oficina, la Gerencial.
Cuando llego hacía la secretaria ella le sonrió de forma tranquila y anunciándole que la jefe se encontraba esperándole y le permitió el paso inmediatamente, a lo que solo pudo obedecer casi en piloto automático, entrando a aquel lugar que conocía bien de reuniones atrás con Mathew.
Jessica se encontraba sentada frente a la computadora observando algo atentamente en la pantalla por lo que se permitió por un segundo observar el lugar, ella prácticamente ya había adecuado el espacio, se había apropiado de él por completo.
La mesa caoba estaba adornada con algunos objetos que distinguía de la antigua oficina de la mujer, fotos y juguetes raros de los que nunca había entendido su uso. Las persianas se encontraban completamente abiertas, dándole a la oficina mucha más luz de la que hubiese visto en todos los años que llevaba trabajando en el lugar, y una pequeña alfombra de peluche gris con blanco, que podía jurar no había estado ahí antes, adornaba suavemente la parte baja del escritorio.
Finalmente estaba ella, su cabello castaño suelto cayendo despreocupadamente sobre sus hombros, permitiendo que algunas ondas cubrieran parte de su rostro, sus ojos miel adornados con un ceño ligeramente fruncido mientras, mordía ligeramente el interior de su mejilla de una manera curiosa.
Definitivamente ella seguía siendo la misma, en un espacio distinto, pero la misma Jessica de siempre, aunque debía admitir que un ligero toque de poder se había hecho presente en ella, se veía igual, pero algo en ella indicaba que no era la misma, lo cual de alguna manera era un poco escalofriante.
Cuando la mujer por fin levanto su vista del aparato y notó su presencia le hizo una ligera seña con la mano para que se sentara en lo que abría uno de sus cajones y sacaba una carpeta que él simplemente reconoció al instante. Su proyecto.
—Buenos días, John. ¿Qué tal el fin de semana? —la mujer le sonrió de una forma que aparentaba ser agradable, como si quisiera pasar por ser una buena jefe. A él se le aparento como falsa, y mantuvo esa idea en su cabeza.
—Fue bueno, Jessica. ¿Qué tal el tuyo? ¿Preparada para tus nuevas obligaciones?
—De hecho lo estoy, gracias por preguntar. Llegue temprano ya que quería revisar algunas cosas sobre tus proyectos, quiero darle un nuevo impulso a lo que estamos haciendo. Realizar algunos ajustes y ver como podemos seguir evolucionando. Y debo admitir que no me impresione al darme cuenta de la calidad de tu trabajo, llevas las cosas por muy buen camino.
—Muchas gracias, Jessica. Es bueno saber que las cosas son de tu agrado en este momento —no sabía hacía donde quería llegar la mujer, pero definitivamente no necesitaba que ella estuviera aprobando su trabajo, llevaba dos años desempeñándolo. De seguro que sabía como hacerlo de forma adecuada.
—Sin embargo, quiero recordarte que aquellos que reciben el impacto de los proyectos que realizamos son las personas —le mira fijamente, y para ambos es evidente el repentino cambio de ambiente que se torna en la oficina, sin embargo ella continuó—. Tus proyectos son centrados y adecuados, pero te guías directamente de estadísticas y procesos, lo que no esta mal, pero estaría bien tener en cuenta la opinión de las personas involucradas, tal vez incluso escucharlas directamente tanto antes como después de, hacerlos sentir parte del proceso.
John escuchaba cada palabra, pero no lograba procesar del todo lo que la mujer frente a él estaba diciendo, después de todo ¿Ella estaba intentando corregirle su trabajo?
—Tienes mucha experiencia en esto, y creo que es por ello que has… permitido que las cosas se vuelvan un poco mecánicas a lo largo de tus proyectos. Pero eres un hombre inteligente y que conoce perfectamente el proceso. Estoy segura que sabrás suplir esta necesidad presente para tus siguientes proyectos.
John vio como ella empuja suavemente la carpeta, dejándola frente a él, quien aún no respondía ninguna palabra.
—Y quiero que empieces con este, lo leí y realmente creo que tiene potencial para ser un poderoso proyecto, pero necesito que corrijas lo que te pedí. ¿Estás de acuerdo con esto?
Él simplemente se quedo observándola fijamente en silencio, sabía que si decía alguna palabra terminaría insultando a la mujer frente a él, y lo último que necesitaba era perder su trabajo por alguien incompetente como ella.
—Que así sea —fue lo único que logro salir de sus labios antes de levantarse y alejarse de la oficina sin mirar atrás.
Jessica suspiro agotada en el momento en que vio a John salir de su oficina, sabía lo competitivo que el hombre era y sin duda lo mucho que le había dolido no obtener el puesto como Gerente, por lo que no aceptaría su liderato tan fácilmente.
Y aunque sabía que ella también se había encargado de alimentar aquel espíritu competitivo, y que claramente se había regodeado de su victoria el Viernes pasado no era algo que fuera ajeno a ambos en las distintas ocasiones y no debía mentir, ella realmente creía en el potencial que John tenía para ofrecer a la empresa.
Durante todo el fin de semana las palabras de Mathew habían quedado grabadas en su mente, él en verdad parecía convencido en que John y ella podrían lograr cosas increíbles en la empresa mientras trabajaran juntos.
Y ella había llegado a la conclusión de que realmente era posible.
Pero para ello primero necesitaba ganar la confianza y el respeto del hombre que hace tan sólo unos instantes había dejado la oficina con una evidente molestia en su rostro. Ella no necesitaba más guerras, pero tampoco podía permitirse que el contrario la viera como un eslabón débil dentro de la cadena, después de todo, ella era quien guiaba a todos dentro del lugar.
Y hasta que John no aprendiera a respetarle como jefe y comprendiera el nuevo rumbo que estaba tomando la compañía, entonces él no podría ser considerado como su mano derecha, aunque Jessica en el fondo deseaba que eso se diera pronto.
—Señorita, Jessica. En quince minutos inicia la junta con los inversionistas.
—Gracias, Sara. Hazlos seguir a la sala de juntas, en un momento estaré allí.
Se levanto de su escritorio y empezó a tomar todo lo que necesitaba para la junta, por ahora se concentraría en convencer a los inversionistas de que el cambio de liderazgo no afectaría el proceso que se estaba llevando con los proyectos realizados.
Después se preocuparía de John, tendría tiempo para encargarse de ello más tarde.
John no podía dejar de observar la carpeta frente a él como si hubiese algún demonio dispuesto a saltarle desde dentro una vez que decidiera abrirla.
Aún estaba conmocionado y enfadado, no podía creer que aquella mujer creyera que en verdad tenía derecho a meterse en la manera en que él hacía su trabajo, no llevaba un solo día de jefe, un solo día y ya creía que podía destruir sus ideas como se le antojaba.
Frustrado como estaba, simplemente tomo la carpeta y la lanzó a la parte más profunda de uno de los cajones de su escritorio para dejarlo allí, abandonado. Sin duda no volvería a hablar de ese proyecto en lo que le quedaba de vida.
—Vaya… al parecer alguien no paso una buena noche —la voz de Michael le hizo levantar la mirada inmediatamente, el rubio estaba parado en la puerta de su oficina, los ojos verdes observándole de manera divertida.
—No estoy para tus juegos, a menos de que tengas la solución a todos los problemas de mi miserable vida —dice frustrado mientras intenta concentrarse en su trabajo, solo frustrándose más al recordar la “sugerencia” de su querida jefe.
—Siento que ese problema tiene cabello castaño, ojos claros y un lindo cuerpo detrás de un montón de ropas elegantes —dice divertido antes de dejar algunos papeles en la mesa de John que necesitaban ser firmados—. ¿Buen primer día con la jefe?
—Es tan malditamente frustrante… la mujer cree que puede meterse en mi maldito trabajo y darme ordenes solo porque se le antoja.
—Corrección, ella no cree que puede hacerlo, ella evidentemente puede hacerlo. No olvides que ahora es la abeja reina en este lugar —cuando escucha a su amigo soltar un bufido de frustración no puede evitar sonreír por lo bajo.
—Como si en verdad una mujer pudiera encargarse de ser jefe de cualquier cosa… Ese es un puesto para hombres, ese debería ser mi maldito puesto.
—Y dime, Sherlock. ¿Por qué ella no podría estar en ese puesto? Después de todo Mathew siempre vio potencial en ella.
—Simplemente es una mujer, ellas no toman decisiones con la cabeza, lo hacen con el corazón. Son intuitivas, no lógicas. Y emocionales en lugar de racionales. Arruinará la empresa.
Michael no puede evitar negar divertido, para él todo parecía tan claro, mientras su amigo solo parecía ahogarse en un vaso de agua.
—¿No te das cuenta que es precisamente por todas esas cualidades que acabas de mencionar que tú tienes el sartén por el mango? — al ver que John lo mira aún frustrado y evidentemente confundido niega con una sonrisa—. Si las mujeres en verdad son tan emocionales, sencillo, encuentra su punto de quiebre emocional, aprovéchate de él y cuando lo hagas obtendrás todo el control que necesites sobre la empresa y sus decisiones.
—¿Estás loco? Eso jamás funcionaria —dice John tajante, aparentemente molesto—. Jessica puede ser lo que sea, menos una mujer estúpida.
—No necesita ser estúpida, solo ser emocional. Es sencillo ganar la confianza de una mujer, cúmplele sus caprichos, vuélvete su seguidor leal, has que confíe en ti tanto dentro como fuera de la empresa. Entonces te necesitará ya que no hay mujer que no necesite a alguien con quien desahogar sus inseguridades de vez en cuando.
John se quedo en silencio unos instantes antes de negar con fuerza, su amigo estaba completamente loco, hablaba por hablar, solo diciendo sus típicas idioteces.
—Desparece, tengo que trabajar
Michael simplemente se encogió de hombros y dio media vuelta para salir de la oficina, dejando a John completamente solo. Se dispuso a firmar el papeleo que su amigo había traído, pero la idea cada vez cobraba más sentido en su cabeza.
Era una locura, sabía que era una locura, pero después de todo si ella terminaba confiando en él, se convertiría en un peón fácil de manejar ¿No?
Observó el cajón donde había guardado el proyecto y al final término gruñendo por lo bajo mientras lo buscaba en los archivos de su computadora y empezaba a trabajar en él, complacería a Jessica, observaría los resultados que obtendría y según eso tomaría una decisión.
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Editado: 22.05.2019