Juego de Poder

Capitulo 2

Jessica tenía la cabeza a punto de estallar, honestamente jamás hubiese imaginado que estar detrás del puesto de Gerencia sería tan terriblemente agotador.  
Durante el día, había recibido constantes llamadas de distintos inversionistas y empresas que querían confirmar el cambio de liderazgo y como esto afectaría la manera en que estaban desarrollando los proyectos, además de querer saber que beneficios obtendrían con estos. 
Era simplemente insultante, incluso, la manera en que algunas personas reaccionaban ante la idea de que ella sería, de ahora en adelante, la responsable de la implementación de los proyectos y su seguimiento. Pero aún así se encargo de responder de la manera más respetuosa y agradable. 
Después de todo, tendría que demostrarle a todos por medio de acciones y no de palabras porque ella había sido escogida para ese puesto. 
Lanzó un último suspiro al aire antes de recoger sus cosas y disponerse a salir de su oficina, soñando con un baño relajante y una copa de champagne que calmara el estrés de un agotador primer día en su nuevo puesto de trabajo. 
La hora de salida había pasado unas cuantas horas atrás, por lo que no era extraño para ella que todo se encontrara en silencio y la mayoría de las luces se encontraran apagadas, todas menos la de la oficina de John. 
El hombre siempre había sido completamente obsesivo con su trabajo y era algo de lo que se sentía completamente orgulloso, ella lo sabía, pero no era algo que considerará correcto, no de la manera en que él lo hacía al menos. 
Camino tranquilamente hacía la oficina que estaba con la puerta abierta de par en par, lo que le permitió observar un instante antes de decidir interrumpir. John se encontraba analizando varios papeles frente a su escritorio, lucia completamente concentrado e interesado en lo que fuera que le mostraran. 
Aunque por supuesto, lo que fuera que estuviera en ellos no le hacía para nada feliz. Podía notarlo en la manera en que su mandíbula se apretaba al igual que sus manos, y sus ojos parecían querer perforar aquel papel. 
Dio dos suaves golpes en la puerta de la oficina haciendo que por fin la mirada del contrario cambiara su punto de interés hacía ella, al principio con un toque de sorpresa, suponía que era porque no esperaba que nadie más se encontrara en el lugar, pero luego cambio rápidamente su atención de nuevo a los papeles, haciéndola suspirar por la molestia que le causaba aquella actitud. 
—¿Ocurre algo, jefe? —pregunta al fin, aún sin despegar su mirada de su trabajo, haciendo algunas anotaciones de cosas que consideraba importantes. 
Realmente a Jessica le impresionaba la manera en que el hombre se apasionaba con todo lo que desarrollaba. 
—La hora de salida paso hace mucho tiempo, es hora de ir a casa. Realmente no me siento cómoda sabiendo que los trabajadores se quedan hasta tan altas horas, menos cuando al día siguiente tienen que continuar con sus labores.  
—No tiene de que preocuparse, mis labores del día de mañana serán desarrolladas con normalidad y no se verán afectadas por mis horas extras el día de hoy —dice tranquilamente, levantando su mirada de nuevo mientras empezaba a guardar los papeles con los que había estado trabajando—. Igualmente, ya estoy yéndome. 
Perfecto, el hombre tenía aún la misma actitud descortés de aquella mañana, durante el resto del día solo se habían comunicado a través de mensajes y correos respecto a los distintos proyectos que estaban elaborando, por lo que pensó que su cabeza se abría enfriado lo suficiente. 
Si, claramente un error. 
—Llega con bien a casa —dice de forma tranquila antes de dar media vuelta y volver en sus pasos para salir de allí. 
—Jessica… —la voz del chico le hace detenerse, volteando a mirarle con curiosidad por lo que pudiera decirle—. ¿Seguirán las reuniones de avance de proyectos? 
Su mirada era tranquila cuando la poso en los ojos de ella, lo que hizo que bajara la guardia por un instante, sintiendo esa pregunta más como una pequeña tregua no acordada. 
—Por supuesto que si, las reuniones han sido útiles hasta ahora. Así que seguiremos con los mismos horarios de siempre, estoy interesada por ver los resultados a los que me enfrento para iniciar. 
La sonrisa del chico fue tranquila y ella simplemente volvió a dar vuelta para continuar con su camino mientras John salía su lado subiendo con ella al ascensor, generando una pequeña tensión en el ambiente una vez este cerro por completo. 
Durante el recorrido no se dijo absolutamente nada, ni siquiera se miraron mutuamente. Sin embargo, cuando las puertas abrieron de nuevo en el garaje se dieron una ultima mirada y una despedida rápida antes de cada uno dirigirse hacía su auto. 
—Llegue con bien a casa, Señorita Jessica —escucho eso justo cuando abrió la puerta de su auto, pero al levantar la mirada John ya había entrado en su vehículo y arrancó tranquilamente, dejándole completamente sola en el lugar.  


Había estado demasiado concentrado en su trabajo en aquel momento como para notar cuando la mujer había entrado en la oficina.  
Cuando había iniciado a corregir el proyecto solo había logrado confirmar que Jessica no sabía de lo que hablaba y que su idea junto al desarrollo eran completamente apropiados. Sin embargo, conforme más se adentraba a lo que había realizado empezaba a comprender a lo que su ahora jefe se había referido en un primer lugar. 
A pesar de que la idea era buena no había contado con la población en si misma, su desarrollo y posibles resultados se habían basado absolutamente en las estadísticas, incluso en algunos cuantos estudios respecto a  la temática. 
Y entonces allí se detenía, en algún punto se había perdido el centro de lo que realmente se estaba buscando conseguir y solo veía explicaciones basadas en números y probabilidades. 
La mujer había tenido razón, y eso solo lograba hacerlo enfurecer. Había logrado ir un paso por delante de él al encontrar errores que él fácilmente había dejado pasar de largo. Y eso simplemente lo hacía quedar como un idiota. 
Es por eso que cuando se dio cuenta de su presencia no pudo evitar que una actitud arrogante y desinteresada saliera a la luz, pero casi inmediatamente las palabras de Michael volvieron a su mente. 
Bien… no estaba haciendo méritos para ganarse la confianza de la mujer en absoluto. 
Supo que realmente había jodido una buena oportunidad en el momento en que, aún en el ascensor, la conversación no solo estaba completamente muerta sino que el ambiente era absolutamente incomodo. Sin embargo, antes de irse tomo un arma que le pareció que podía ser interesante. 
Siempre había sido curioso para todos la manera en que ella solía despedirse, incluso algunos solían burlarse de la manera tan curiosa en que hacía ver sus buenos deseos, y tal vez, solo tal vez, podría dejarla un poco picada como para llamar su atención lo suficiente para que olvidará su actitud de aquel día. 
Ahora, mientras cerraba la llave de la ducha y tomaba una toalla para secar su cuerpo de manera rápida, en lo único que podía pensar era en la manera en que tendría que generar una buena impresión ante la mujer y en rogar para no volver a dejar que sus emociones influyeran en las decisiones que debía empezar a tomar. 
Cuando salió, se vistió apenas con un pantalón cómodo para poder descansar mientras sirve un vaso de whisky, sentándose tranquilamente  mientras pensaba en que cosas creía podría utilizar para poder acercarse más a la mujer. 
Y era simplemente impresionante darse cuenta que realmente no conocía absolutamente nada de la persona que ahora era su jefe. 
Intento recordar algo, eventos, fiestas, incluso simples conversaciones en periodos de descanso o en el almuerzo, alguna red social, algo, cualquier cosa. Pero completamente se quedo en blanco. 
En todos los eventos que había tenido la empresa ella conseguía eludir su participación de manera hábil, por lo cual realmente eran pocos a los que había asistido, y eso porque se veía prácticamente obligada a hacerlo. A estos últimos solía asistir completamente sola, sin pareja o familiares que le acompañaran, tampoco ningún amigo o conocido. 
También solía ser bastante reservada respecto a la información que compartía en el trabajo, ahora que lo pensaba no conocía mucho más allá del nombre de su compañera, ni siquiera recordaba que ella mencionara alguna vez donde vivía, menos una anécdota familiar o de su infancia. 
Todo estaba simplemente en blanco, no importaba cuanto quisiera pensar en algo que supiera de aquella mujer, descubría que todo era simplemente imposible, llevaba todo ese tiempo trabajando con una completa desconocida. 
De acuerdo, no es como que esto fuera algo precisamente extraño, muchas personas solían ser reservadas, él mismo intentaba no revelar demasiada información sobre si mismo con sus compañeros de trabajo; aunque tampoco solía eludir las preguntas, como recordaba ahora que Jessica solía hacerlo la mayoría del tiempo. 
Toma un sorbo de whisky mientras piensa en su nuevo descubrimiento, no solo no conocía nada de la mujer de quien debía convertirse en su mano derecha, sino que además ahora que notaba lo cerrada y desconfiada que era, comprendía que sería incluso mucho más difícil lograr obtener algún tipo de información útil. 
No hay mujer que no necesite con quien desahogar sus inseguridades de vez en cuando. 
Las palabras de Michael llegaron como una pequeña bala a su cabeza, permitiéndole ver incluso una nueva perspectiva más interesante de la situación que se le presentaba. 
Si ella en verdad era tan solitaria como aparentaba ser, entonces realmente estaría necesitada de tener a alguien con quien poder contar, en quien poder confiar. No era solo una cosa femenina, era simple lógica humana, todo sobre ser seres sociales y demás. 
Toda persona necesitaba poder compartir con otros. 
Y tal vez, si no estaba realmente equivocado con su teoría, aquella sería la manera adecuada en la que podría enfrentarse al nuevo reto que tenía en frente. 
Probablemente sería demasiado difícil al principio, después de todo la mujer parecía ser totalmente desconfiada del mundo exterior, pero el momento en que lograra que ella se abriera con él no abría vuelta atrás, la necesidad de ella por comprensión sería su propia perdición. 
Aunque realmente todo eran simples especulaciones, primero tendría que investigar más al respecto, descubrir si su teoría realmente era acertada, y entonces podría comprender cual era la manera adecuada de actuar. 
La sola idea de su plan teniendo resultados lograba llenar con una gran satisfacción el pecho de John, haciéndole sentir completo, definitivamente él obtendría el puesto, él sería el nuevo gerente de la compañía.  
Ni Jessica, ni nadie sería un impedimento en sus planes. 


Jessica entro al edificio totalmente fastidiada, parqueo el auto y se detuvo un momento dentro mientras intentaba organizar sus ideas; aquel día había sido completamente loco, no solo por la actitud de inversionistas y socios, sino por los constantes cambios de John que solo habían logrado estresarla al máximo. 
Definitivamente lo único que deseaba era poderse dar ese exquisito baño y olvidarse completamente del mundo, por lo menos durante esas pocas horas.  
Con aquel pensamiento en mente, salió del auto y se dirigió hacía el ascensor del edificio, ella vivía en el tercer piso de aquel conjunto residencial, sin embargo, estaba tan agotada que solo podía imaginarse el tiempo como una eternidad dentro de aquel infernal aparato.  
Y cuando este por fin abrió, simplemente fue lo más rápido posible hacía su propio apartamento, aquel que había llamado hogar durante ya más de cinco años, aunque en este momento no estuviera tan feliz de llegar debido a la lucha con aquella molesta llave. 
La primera cosa que debió haberla alarmado fue el hecho de que el departamento estaba sin los seguros que normalmente solía poner antes de salir de la vivienda, pero se encontraba mentalmente agotada, lo suficiente para no caer en cuenta de ese pequeño detalle en el momento en que por fin estuvo dentro del lugar. 
El segundo detalle, que si logro captar la atención debida, fue que uno de sus pocillos se encontraba acomodado sobre la mesa en el recibidor, ella no era lo suficientemente descuidada como para dejarlo en aquel lugar, menos aún cuando noto que había una bebida servida, aún caliente, dentro de este. 
Su mente ya imaginaba lo que posiblemente se encontraría al momento en que decidiera ir hacía la habitación, pero su cuerpo no fue lo suficientemente rápido por lo que fue el hombre quien termino encontrándola a ella.  
Cuando vio el cuerpo aparecer por el pasillo hacía la entrada de la casa quedo paralizada, llevaba algunas semanas sin verlo, su cabello castaño había crecido un poco más que la ultima vez que le había visto, e incluso parecía haber realizado mucho más ejercicio en estos últimos días, ya que su cuerpo parecía incluso un poco más grande y aquellos ojos negros que se encontraban completamente fijos en ella, de forma casi aburrida. 
Pero eso solo capto la atención de Jessica por unos pocos instantes, ya que su atención se fue al labio partido que aún parecía tener la herida abierta, la cicatriz que ahora adornaba su mejilla izquierda y la camisa salpicada de sangre que le hizo lanzar un grito, todo esto logrando que retrocediera un paso antes de negar para correr a su lado. 
—Maldición… ¿Qué se supone que es lo que te ha pasado ahora? —le observa de arriba abajo nerviosa, tocando como puede el pecho del hombre, buscando encontrar alguna herida o algún dolor, no parecía haber nada, cosa que la alivia un poco. 
La mirada del hombre se mantuvo sobre ella sin decir ninguna palabra, por un largo momento simplemente permitió que ella se encargará de observar que se encontraba en perfecto estado y calmará un poco los nervios que evidentemente sentía.  
En el momento en que lo considero suficiente tomo ambas muñecas de la chica, alejándolas de su cuerpo antes de ir hacía el baño con ella aún aferrada, ayudándole a lavar sus manos las cuales habían quedado completamente untadas de sangre. 
—Yo estoy perfectamente, no tienes porque preocuparte. La sangre tampoco es mía, así que en verdad solo debes respirar profundamente.  
Las palabras la llenaron de mucho más alivio del que debería, del que se había prometido no volver a sentir. Lo había echado de su casa y de su vida, todo para evitar esto de nuevo, no podía caer de nuevo en la misma situación. 
Pero tampoco podía abandonarlo mientras estuviera en su casa. Así que le obligo a sentarse en la tasa y tomo el botiquín, para empezar a curar aquella herida del labio, encargándose de causarle más escozor del que debería, como un castigo por asustarle. 
Ninguno de los dos pronuncio ninguna palabra en aquel momento, incluso él mantuvo sus quejidos para si mismo, como el hombre fuerte que siempre había sido, por lo que el único sonido que llenaba el lugar era el del movimiento de ella o del agua al correr mientras limpiaba las heridas. 
Cuando finalmente estuvo satisfecha con el resultado se alejo observando fijamente al hombre con una mirada de molestia antes de salir hacía la habitación y volver con una de las camisas que Andrew había dejado en el lugar antes de marcharse.  
La dejo en sus manos una vez volvió a su lado y cruzo sus brazos casi inmediatamente después, como pidiendo una explicación, aunque no dejo tiempo para que él la diera antes de empezar a hablar. 
—Te pedí que no volvieras. ¿Qué se supone que estás haciendo aquí? —su voz intentaba sonar tan sería y molesta como se sentía en aquel momento, aunque sospechaba que no lo había logrado del todo. 
—No tengo donde más ir. Están vigilando mi casa, están buscándome. Necesitaba un lugar en el cual pudiera esconderme. 
—¿Y creíste que el mejor lugar para hacerlo es mí casa? ¿Tenías que ponerme en peligro para estar feliz?  
—Solo necesito un lugar esta noche, después me iré es tan sencillo como eso… solo esta noche, Jess… y entonces desapareceré  
—Cuando te pedí que te fueras no existía ninguna situación que te permitiera regresar, Andrew. Lo sabes, quiero estar fuera de esto, no puedo seguir preocupándome por ti cada día y noche, necesito vivir mi vida.  
—Solo una noche… es todo lo que necesito, mañana encontraré un nuevo lugar y entonces no volverás a saber de mí. 
Jessica miro al hombre de manera fija por varios instantes antes de suspirar hondamente, en rendición, y aunque Andrew quiso colocar una sonrisa en su rostro, se encargo de mantenerse firme en su expresión sería. 
—Solo esta noche, mañana a primera hora te quiero fuera —suspira y da media vuelta, pero antes de salir vuelve a mirar al hombre—. Y cuando te vayas quiero que dejes cualquier copia que tengas del juego de llaves… no quiero volver a tener que enfrentarme a esta sorpresa. 
Y con aquellas últimas palabras se dirigió hacía su habitación para encerrarse y poder al fin intentar descansar, rogando porque después de esa noche no tuviera que saber más de Andrew, aunque en el fondo tenía claro que él no pensaba quedarse solo una noche. Y aún así ella había fingido creerle y le había permitido quedarse 
 




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