Juego del destino

Capítulo 04

Se enamoraron tus piernas de mis hombros. ¿Y quiénes somos nosotros para prohibirles bailar?

Pablo Jara

 

 

Jim

—¿Seguro que no eres tú la que les dice a los maestros que nos coloquen juntos en los grupos? —pregunto haciendo que ella se ría y niegue —. Es demasiada coincidencia que casi siempre nos toque juntos.

—Juro que no es así. —Vuelve a negar intentando ponerse seria.

—Bueno, ya que me utilizas al menos solicito que volvamos a hacer el trabajo en tu casa —pido.

Aunque bromeo con ella lo cierto es que en la mayoría de los grupos de pareja me toca con Edwina, pero no me molesta a diferencia de algunos compañeros, todo lo contrario, he descubierto que ella es agradable y muy buena compañera de trabajo por lo que es grato hacer equipo con ella. En las primeras ocasiones trabajamos en la biblioteca de la Universidad, luego en la Cafetería hasta que un día ella estaba un poco indispuesta y tuve que ir a su casa para terminar el trabajo, aunque insistí que yo lo podía hacer. Al final del trabajo terminamos viendo una serie policiaca hasta el final de la temporada y casi por poco me quedo durmiendo allí, tuve que regresar a la casa en la madrugada. La pasé bien y lo cierto es que estoy contento que me haya tocado otra vez con ella en este trabajo con parejas. 

—Por supuesto, a mí me queda más cómodo que vayas a mi departamento.

—Creo que tendré que ir más temprano por si terminamos temprano y se nos ocurre ver alguna serie. Claro, siempre y cuando tú quieras. 

—Por mí no hay problema, tengo algunas series en espera y nada mejor que verla con compañía.

—Entonces iré más tarde sin falta. Te escribo para quedar con el horario.

―Está bien ―dice.

—Señor Valenti —Escucho que me llaman y fijo la mirada en la Dra. Linares, mi maestra de Comercio Exterior con la que hemos concluido el curso. Aquello me da oportunidad para mirar alrededor de mi salón y fijarme que solo estamos los tres, ni me había dado cuenta que ya todos se habían ido.

—Ya regreso —Apresuro mi paso hacia la maestra que solicita mi presencia mientras que Edwina aprovecha el momento para guardar sus materiales.

—Puedo fijarme que está ocupado, pero aun así quiero pedirle un favor siempre y cuando usted pueda, Señor Valenti.

—Por supuesto, solo dígame. 

—¿Podría ayudarme con estas carpetas y llevarlas a mi oficina? Pero como le dije si está ocupado con su compañera le puedo pedir el favor a alguien más.

—No, no se preocupe yo le ayudo. Déjeme despedirme de Edwina.

Camino apresurado hacia ella para decirle que debo irme y también para volver a confirmar sobre nuestro trabajo para hacerlo en su departamento. Cuando estoy despidiéndome escucho el sonido de los tacones de la doctora por lo que decido apresurarme para recoger las carpetas y darle alcance.

Cuando me pongo en camino puedo verla desde atrás caminando y sorteando a los estudiantes y a algunos maestros que pasan a su lado. Me mantengo por un buen rato detrás de ella para observarla por completo. Ella camina meneando su trasero. Desde que inició con nosotros en este curso de verano no he podido evitar fantasear con ella, por eso de vez en cuando le hago saber con la mirada lo que pienso y una que otra ocasión le he dicho algo que le de señales que me interesa, pero ella nunca me dio siquiera una oportunidad y aunque no acostumbro a hacer eso con las maestras ella tiene algo que me atrae y quería intentarlo. A pesar de ser mayor es muy guapa y segura de sí misma. Me cautiva y estoy seguro que ella lo sabe o al menos creo que le he dado indicios para que lo crea, pero con los días perdí la esperanza y las ganas también se fueron hasta que la tengo en la mira desde este ángulo por lo que trato de permanecer más cerca de su espalda.

—Perdón por haberlo interrumpido en esa importante conversación con Edwina —dice. Aquello me obliga a acercarme a su lado. Así mismo ella baja la velocidad en su andar. Quizá porque ya hemos pasado a la parte menos transitada del edificio y vamos por el patio.

—No se preocupe, como le dije hablábamos del trabajo que usted nos dejó.

—Se nota que usted le gusta a ella.

—No podría argumentar nada porque no me he fijado en eso.

—Bueno, aunque no debería ser sorpresa para usted. 

—¿Por qué? —pregunto aun sabiendo hacia donde se direccionan con sus palabras. Enseguida noto que se pone un poco nerviosa y quiero sonreír. 

—. Es un joven atractivo y me he fijado que roba miradas de casi todas sus compañeras. Me está haciendo hablar, pero usted muy bien lo sabe. 

—Ya estoy acostumbrado a que se fijen en mí.

—Y encima presumido —dice riendo un poco. 

—Lástima que quien me interesa no me presta atención —susurro aprovechando el momento.  Ella me mira levantando una ceja, pero aun así no dice nada. Decido ir un poco más aprovechando la privacidad y el momento.

—Ese vestido se le ve precioso —Me arriesgo a decirle. A continuación, lo único que hace es darme una mirada indescifrable de soslayo. Juraría que se sonrojó a pesar del maquillaje que llevaba en su rostro. Aun pensando que no responderá lo hace después de unos segundos de silencio.

—Soy su maestra, Valenti —hace una pausa —. Pero se le agradece el cumplido, no es necesario porque no le pienso subir ni un punto o conceder favores académicos si eso es lo que pretende.




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