(***)
Sadie
La noticia me cayó como balde de agua. ¡Mudarnos! Justo en mi último año del high school. Dios, esto sonaba mal y se veía peor.
—Es una gran oportunidad —dijo papá, mientras nos miraba fijamente a mi hermana y a mí, como si con cada palabra buscara convencernos.
Mi madre estaba de pie, justo detrás de él e intentaba calmar a mi hermano, que estaba algo inquieto en sus brazos.
Nuestra pequeña familia estaba conformada por papá, mamá, mi hermana Charlotte, mi hermanito Stefan y yo, la hermana mayor.
—Sé que es un cambio brusco, pero estoy apostando a que valdrá la pena.
—¿Cuándo tendríamos que irnos? —le pregunté a papá, sintiendo una especie de opresión en el pecho, una que hacía que me costara respirar.
—Una semana —respondió él, mientras yo tragaba grueso.
—Yo no iré —expresó, Charlotte, evidentemente molesta.
—Si irás, más bien iremos y eso ni siquiera está en discusión —expresé, mientras miraba a mi hermana fijamente.
Los últimos meses, nuestra vida se ha vuelto un continuo sobresalto, con las rebeldías de una adolescente, que cree que el mundo es un guineo y que el plan es comérselo de un mordisco.
—Tú no eres nadie, para darme órdenes, Sadie —reclama Charlotte.
—No le hables así a tu hermana —le regaña papá.
—Como siempre, tú defendiendo a tu hija, la perfecta.
—No la está defendiendo, solo te está dejando claro cómo son las cosas —alega mamá, en un tono serio.
La rabia y la frustración, son evidentes en el rostro y en la mirada de mi hermana, pero extrañamente guardo silencio, antes de retirarse.
—Dios, esta niña me va a sacar canas verdes —responde mi padre.
—Tal vez debamos quedarnos y solo debas irte tú —expresa mamá, en un tono bajo.
—Nosotros somos una familia…
—Y las familias no se separan —completa mamá la frase.
—Exacto —dije sonriendo —Eso nos enseñaron y ahora, no pueden cambiarnos la película.
Mamá y papá sonrieron, entiendo el mensaje intrínseco en mis palabras. Estos cambios tan radicales no serían fáciles de asimilar, pero lo que sea que el futuro nos deparara, lo enfrentaríamos juntos.
Les di a cada uno un beso y un abrazo, y me dispuse a subir a mi habitación. No iba a negarlo, estaba triste. No sería fácil dejar a mis amigos y todo lo que hasta ahora era mi mundo aquí, para irme a un lugar desconocido en donde nuevamente tendría que aprender a encajar, pero tocaba y pondría todo de mi parte para ayudar a mis padres.
(***)
Henry
—¿Cómo que un nuevo entrenador? —dije desconcertado, mientras me ponía de pie.
—La junta de padres decidió que no era el adecuado —responde el director.
—Por las fotos de la chica —dije, incrédulo.
—Sí, por eso.
—Ambos son adultos, nadie debe meterse en eso.
—Es una estudiante de la escuela, es inapropiado.
—Eso nada tiene que ver con su trabajo —dije molesto.
—Te llamé para informarte, porque eres el capitán del equipo. Encárgate de hacérselo saber a tus compañeros.
—Estamos a semanas de que inicie la temporada, ¿qué se supone que haremos sin nuestro entrenador?
—Mañana llegará su reemplazo. —Sonreí incrédulo, ante lo que acababa de escuchar.
—Y supongo que también fue la junta de padres, quienes lo escogieron —expresé, con un tono irónico.
—Así es —responde el director, con una falsa seguridad.
—Pues al menos para eso, debieron tomarnos en cuenta. No quiero ni imaginarme a qué clase de inepto pudieron haber contratado —expresé con desdén—. Por lo visto, tendremos que llegar con nuestro propio esfuerzo y liderazgo a las finales, porque de seguro ese entrenador de pacotilla no nos ayudará en nada.
Salí del despacho del director y cerré con fuerza la puerta detrás de mí. Esto pintaba mal, muy mal, y yo estaba realmente molesto.
Caminé por el largo pasillo hasta llegar a la entrada del edificio. No me extrañó ver a los chicos esperándome allí.
—¿Es verdad? —cuestiona Mario.
—Lo es —dije, sin rodeos.
—Ese idiota, debió haber mantenido la bragueta de su pantalón cerrada y no meterse con la resbalosa de Kari —asegura Mario.
—Pero cómo culparlo, si la mujer está de muy buen ver —bromea Mario.
—Pues mira lo caro que le costó el relajito —alega Johan.
—A él y a nosotros, porque esto también nos afecta —dije serio.
—Esto es una mierd… —responde Mario, indignado.
—Lo sé.
—¿Y ahora qué haremos, Henry? —cuestiona Johan, mirándome como si yo tuviera todas las respuestas.
—Mañana llega nuestro nuevo entrenador —respondí.
—¿Y quién rayos es? —vuelve a cuestionar Johan.
—No tengo idea, pero mañana lo sabremos.
La expresión de frustración en el rostro de mis compañeros es evidente y aunque yo me siento de la misma manera, no lo demuestro. Sé que, si lo hago, todo empeorará.
#320 en Novela contemporánea
#1044 en Novela romántica
jovenes enamorados, amor celos y reconciliacion, enemy to lovers
Editado: 18.11.2025