Jugando a Ganar

Capítulo 6 "'Casi pecado''

Llegué un cuarto para las cinco al campo de fútbol, hice algo de calentamiento, mientras esperaba que el resto llegara, aunque no tenía mucha fe en que alguien más viniera.

—Buen día —escuché decir a una voz femenina, a mis espaldas.

—Buen día —respondí, mientras me giraba.

La observé de cerca, no usaba nada de maquillaje, lo que me permitió ver algunas de las pecas de su rostro. Sadie era de tez blanca, cabello castaño, ojos color verde intenso, era mucho más baja que yo, por lo que debía levantar su rostro para poder mirarme.

—¿Empezamos o damos oportunidad a que lleguen otros? —cuestiona ella.

—No estoy seguro de que llegue alguien más.

Suspiró frustrada, mientras dejaba caer al suelo, la maleta que traía colgada al hombro.

—Bien, entonces iniciemos.

La observé mientras se amorraba el cabello en una cola alta. Definitivamente que esa mujer era toda una deportista y su cuerpo, daba evidencias de ello. Su abdomen plano y trabajado atrajo mi atención, pero me vi obligado a desviar la mirada, cuando me descubrí observando de más.

—Listo. Iniciemos.

—Practicas un deporte de velocidad, pero en el que también necesitas resistencia. Tus pulmones, deben estar preparados para resistir por largo tiempo, bajo un ritmo exigente.

Mientras hablaba, mi atención estaba fija en ella. Era obvio que sabía de qué hablaba.

—Empecemos con un par de vueltas al trote, no velocidad, hoy trabajaremos resistencia. La idea es que puedas aguantar en el campo, lo más que puedas.

Asentí ante su declaración. Esa era precisamente una de mis debilidades, mis pulmones se flateaban y por más que intentaba, no resistía el tiempo que deseaba en el campo.

—Bien, hagámoslo.

La vi cronometrar su reloj, mientras caminaba el área de salida.

—¿Diez vueltas?

—Diez vueltas respondí.

—Respira solo por la nariz.

—Vale.

Empezamos con un trote lento, con el ritmo que ella marcó. Las primeras tres vueltas fueron un paseo. A la cuarta el ritmo aumentó, pude sentir cómo le empezaba a exigir un poco más a mi cuerpo. Mientras yo empezaba a jadear, ella lucía como si estuviera trotando por el parque. Con sumo esfuerzo, llegué a la octava vuelta. Ella volvió a apretar el ritmo y yo dudé de poder seguirle el paso, empecé a quedarme atrás y me sentí como un completo imbécil.

Ella se fue alejando lentamente, sacándome ventaja a cada segundo, de repente la vi reducir el ritmo y esperarme, para continuar juntos hasta el final. Obviamente su respiración era agitada, pero no tan catastrófica como la mía, que me sentía que estaba a punto de fallecer. Una hora, exactamente, corrimos durante una hora. La diferencia es que yo lucía como si estuviera a punto de darme un infarto y de hecho, así me sentía, mientras ella solo respiraba un poco agitada.

Ambos nos sentamos en la grama, por unos minutos, antes de que finalmente ella rompiera el silencio.

­­—Lo hiciste bien —dice ella, mientras se recuesta en la grama.

—Eso no es cierto, hubieras podido volverme a ganar, sin problemas.

—En esta oportunidad, no era una competencia.

—Pero en la anterior sí lo fue.

—Drummond, mi padre necesitaba mi ayuda, la necesita. Tenía que ganarte y me concentré en hacerlo.

—Tu victoria me puso en ridículo.

—No fue mi intención, lo siento —Escucharla decir aquello me hizo mirarla. Aún recostada sobre la grama, ella observaba el cielo —Sé que cuando eres el capitán, esperan mucho de ti y no es justo.

El silencio se cernió sobre nosotros, no sabía que decir, sus palabras me habían desarmado. La sensación que me invadió era extraña, como si el hecho de que ella se disculpara, cambiara algo de esa incomodidad que sentía dentro de mí, me puse de pie y hablé.

—¿Terminamos? Necesito irme—dije, mientras sentía que debía alejarme.

Mi tono de voz sonó algo tosco y pude notar el desconcierto en ella cuando se sentó y finalmente me miró.

—Sí, ya terminamos.

Tomé mi bolso deportivo y me alejé, ni siquiera me molesté en despedirme. Caminé a paso apresurado hacia los vestidores.

Por un momento sentí que huía, pero no tenía claro de qué.

(***)
Sadie

La actitud del arrogante me desconcertó un poco, actuó como si de repente mis disculpas le incomodaran.

Por un momento sentí que la pésima relación que hasta la fecha llevamos, podría mejorar, pero evidentemente me equivoqué.

Tomé mi bolso y caminé hacia los vestidores, estaba desconcertada pero también un poco molesta. Si bien es cierto que no tenía la obligación de aceptar mis disculpas, tampoco tenía que reaccionar de esa manera.

Me di una ducha y me vestí rápidamente, para llegar a tiempo a clases.

La jornada inició y en los recesos de las clases, pude ver a Drummond, conversando con algunos de los compañeros del equipo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.