Jugando a ser papá

XX. Familia

—¿Cómo le está yendo a Noah con Alex? —pregunta Fernanda mientras almorzamos en la cafetería—. ¿No piensas regresarlo a la guardería?

—No podría, aunque quisiera. —Suelto un suspiro de cansancio y bebo de mi café—. Alex está muy apegado a él. Al principio fue un desastre, en serio, pero conforme han pasado las semanas ha ido mejorando muchísimo —admito, recordando los días cuando Noah terminaba embadurnado de popó cada vez que intentaba cambiarle el pañal a Alex, pero ahora lo hace como todo un profesional.

—Es casi como si fuera instintivo —murmura Fer, pensativa—. ¿Y qué piensa la tal Valeria de eso, ya no le molesta que Noah pase su tiempo cuidando de tu hijo?

—Pues, si le molesta, no lo sé —confieso—. No hemos convivido mucho últimamente. Noah ha insistido en llevarme a cenar a su casa, pero me he zafado con cualquier excusa. No me sentiría cómoda —digo bajando la cabeza.

—Y a eso, querida amiga, se le llama «cargo de conciencia» —Me señala con su dedo—. Tal vez no lo hayas admitido ni siquiera para ti misma, pero sabes que tu relación con Noah hace tiempo que dejó de ser una mera amistad.

Abro la boca para objetar, pero no logro decir nada, pues… creo que tiene razón. Entre otras cosas…

—Para colmo, hoy es cumpleaños de su abuela y su madre me ha invitado a cenar —murmuro derrotada—. No quiero ir…

—Pensé que te llevabas bien con su familia.

—Sí, por supuesto que lo hago, pero… estará toda su familia y…

—Y no quieres ir en calidad de «la amiga», cuando Noah presente a Valeria como su novia. La mujer con la que vive, con la que seguramente se case y tenga sus propios hijos…

—Estás siendo algo mezquina hoy, Fernanda —espeto con molestia—. No es eso, es solo que… bueno, tal vez sí sea un poco de eso, pero…

—¿Hay algo más que te preocupe, Anel? —pregunta de forma suspicaz.

—N-no… ¿por qué habría de preocuparme por algo más?

—No lo sé… tú dime…

—Fer… no me hagas dudar de mí misma con esa mirada.

—Amiga, sabes que puedes confiar en mí ¿cierto? En lo que sea. No necesitas cargar con el peso del mundo tú sola.

—No sé a qué te refieres —espeto levantándome de la silla—. Ahora vámonos que ya casi es hora de tu consulta de la tarde.

—Eso… ¡Huye como una cobarde! —grita detrás de mí.

—¿Ya se van? —pregunta Diego entrando a la cafetería—. ¿Tan pronto? Aún faltan veinte minutos para volver a la clínica; pensaba acompañarlas un rato.

—Díselo a Anel, yo no tengo ninguna prisa, pero parece que ella sí —masculla con indiferencia.

—Any, ¿tienes algo que hacer? Solo será un café, me entretuve en mi última consulta por eso llego a esta hora, pero, de verdad necesito un descanso.

—Lo siento, Diego —murmuro con pesar—. Tengo que hacer una llamada.

—¿Qué te parece si cenamos esta noche? —propone con nerviosismo—. Si puedes, claro.

—Perdón, pero esta noche no puedo, ya tengo un compromiso. —Me da pena ver su semblante decaído, por lo que digo—: Pero ¿qué te parece mañana? Así me organizo y le pregunto a Noah si puede cuidar de Alex.

—¡Claro! Mañana suena perfecto —exclama con entusiasmo—. Entonces… es una cita.

—S-sí. —Sonrío al notar su emoción—. Nos vemos mañana.

Me despido de él y salgo de la cafetería. Fernanda me sigue de cerca, pero no dice ni una sola palabra hasta que me harto de su silencio y pregunto:

—¿Qué pasa? Suéltalo.

—Eres demasiado complaciente, Anel —increpa negando con su cabeza—. ¿Qué fue todo eso? ¿Por qué sigues dándole alas a Diego?

—¿De qué hablas? Pensé que querías que me diera una oportunidad con él —le recuerdo—. ¿No es lo que dijiste?

—¡No! Bueno… sí —admite—. Pero eso fue hace tiempo, cuando no sabía…

—Cuando no sabías ¿qué? —pregunto a la defensiva.

—Cuando pensé que superarías a Noah y podrías seguir adelante después de Gael, pero veo que el amor por tu amigo solo va en aumento y… Diego también es mi amigo ¿de acuerdo? No como lo son tú y Noah… pero lo somos, y no me gustaría que saliera lastimado.

Se detiene abruptamente cuando estamos por entrar a la clínica y toma mis manos entre las suyas.

—Anel, te quiero mucho, lo sabes, y es mi deber intervenir cuando creo que te estás equivocando.

—¿En qué se supone que me estoy equivocando esta vez, Fer? —cuestiono con desesperación—. ¡He tratado de hacer las cosas bien! He guardado mis sentimientos por Noah para mí misma porque no quiero hacerle daño a Valeria; ella no se lo merece. Jamás seré la mujer que es capaz de separar a una pareja anteponiendo sus propios deseos. Noah es mi amigo desde que éramos solo dos niños inocentes y así seguiremos.

—¿Ves? ¡Ahí es en donde te equivocas! —exclama con desesperación—. Ustedes, directa o indirectamente, ya le están haciendo daño a Valeria; porque ya sea que lo admitan o no, lo que sienten el uno por el otro ¡no es amistad! Su relación es una bomba de tiempo. Un accidente que está a punto de suceder. Tú sabrás lo que haces, pero te pido que no involucres a Diego en este enredo. Además… está lo otro.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.