Juguemos a ser Cupido

Capítulo: 1

Ania

Los papeles resbalan de mis manos y caen al suelo, evito soltar una palabrota, ya que mis hijos están fuera esperándome, sé que no debo tardar mucho, es más, ellos no deberían estar aquí, pero la niñera falló, no podía dejarlos solos y no podía faltar al trabajo, no cuando necesito el dinero para vivir y mantenerlos, con rapidez recojo los papeles y los organizo, entonces me apresuro hacia la puerta, pero al intentar abrir esta está cerrada y bufo.

—Kai —menciono el nombre de uno de mis pequeños, pero no hay respuesta —Kilian —llamo a su gemelo, pero nada —niños abran la puerta.

—¿Mami? —el alma vuelve a mi cuerpo al escuchar la voz de Kai

—Amor la puerta se cerró

—Tuvimos que ir al baño mamá —habla Kilian y sonrío

—Abran la puerta, parece que se trabó un poco

—Tiene llave —frunzo el ceño al escucharlos, eso es imposible, a menos que alguien la cerrara por fuera, pero ¿quién me haría algo como esto? Miro el lugar sintiéndome ya algo asfixiada, odio estar encerrada, pero no puedo entrar en pánico, aprieto fuerte los papeles en mi mano.

—Kilian, Kai, busquen a Marisa —pido refiriéndome a una de mis amigas y compañeras —díganle que venga a abrirme, ella sabe que estoy acá.

—Enseguida mamá —sonrío al escuchar a Kilian y respirando un poco con dificultad, pego mi frente a la puerta, comienzo a contar mientras toco el anillo que tengo colgando en mi cuello, trato de tranquilizarme, pero los minutos pasan y nadie viene, ya deberían estar aquí con Marisa, cuando siento que alguien anda en la puerta logro respirar bien y me alejo.

—¿Ania? —el encargado de la limpieza es quien me mira sorprendido

—Me había quedado encerrada —salgo de ese lugar sudando

—Estaba cerrado con llave —escucho que dice, pero corro por el pasillo en busca de mis pequeños.

—¡Suéltanos! —escucho el grito de Kai y voy hacia las voces

—¡¿Qué demonios hacen aquí?! —la voz de mi jefe me tensa pero me acerco

—¡Suéltanos! —sigue lloriqueando uno de mis pequeños y cuando doblo veo la escena, hay papeles regados por el suelo, mi jefe los tiene agarrados de los brazos y voy hacia ellos.

—Suelte a mis hijos —doy un manotazo a una de sus manos, él suelta a Kai y Kilian se suelta, mis pequeños se colocan detrás de mí

—Así que tus hijos —se acerca a mí, rojo de la furia —¿acaso no sabes que los mocosos no pueden estar en esta empresa Ania?

—No les llames así —lo enfrento levantando la mirada

—Estaban destrozando esos diseños —señala el suelo, pero no miro nada —han arruinado horas de trabajo maldición.

—Señor pido disculpas, ellos

—Mamá no sabíamos —Kilian habla —Marisa nos dijo que dibujáramos ahí mientras ella te buscaba —aprieto mis dientes

—Y además son unos mentirosos —miro a mi jefe

—A mis hijos no los ofende, ellos no mienten —gruño mirando sus ojos

—Son unos malcriados —él se acerca más a mí —unos mocosos mentirosos que no tienen educación, es claro que les faltó un padre porque la madre no sirvió —mi mano impacta en su rostro, él retrocede un paso, no me arrepiento de nada al ver su mejilla roja y ahora si está furioso.

—¡Largo de aquí! —me grita acercándose y toma mi brazo —queda despedida y la sacarán los guardias a la calle —bufa —y no se llevará nada

—Usted no puede

—A la calle —ríe cerca de mi rostro

—¿Puedo saber qué sucede aquí? —el señor Marko me suelta de golpe y retrocede, su mirada va a mi espalda, yo no me giro, conozco la voz, llevo años sin escucharla pero, ¿cómo olvidarla?

—Señor Williamson —murmura con temor —señor no sabíamos que

—Pregunté qué pasa aquí —su voz suena dura —acabo de llegar y me topo con un desastre —escucho pasos

—Señor esta mujer trajo a sus hijos al trabajo y ellos han destrozado todo porque son unos

—Si ofende a mis hijos voy a abofetearle de nuevo —hablo sin dudas, sus ojos se abren como platos y respiro hondo antes de darme la vuelta para posar mis ojos en los suyos, él está justo como antes aunque parece más maduro, su mirada se oscurece al verme, sus ojos se entrecierran y es claro que está desconcertado —mis hijos son víctimas, alguien les mintió y ellos hicieron esto —hablo sin dejar de mirar sus ojos —fui encerrada en la habitación donde imprimía unos papeles y ellos venían a por ayuda —Sebastian sigue mirando mis ojos sin moverse de su sitio.

—Déjanos solos —pide sin mirar al señor Marko

—Señor estaba despidiendo a la chica y

—Mi padre murió y soy el jefe de esta empresa —su voz es dura y lo mira —vete y déjame solo con ella —escucho los pasos y supongo que el señor Marko se ha alejado, Sebastian entonces baja la mirada hasta mis hijos, los cuales están frente a mí y no han dejado ni un segundo de mirarle, su mirada vuelve a mí y sigue llena de incredulidad.

—Ania —dice mi nombre como si le costara —¿desde cuándo trabajas aquí? —su primera pregunta me sorprende.

—Solo un mes —respondo con dudas, él da un paso hacia mí, pero se detiene cuando mis pequeños se tensan

—¿Son tus hijos? —solo asiento, la mirada de Sebastian vuelve a ellos y un nudo se forma en mi garganta, también tus hijos, esas palabras quedan en mi garganta y estoy segura de que no hace falta ni decirlo, mis hijos son copias exactas de su padre, cabello negro, ojos verdes, facciones exactamente iguales e incluso hasta gestos.

—Sebastian —él niega

—Tienes una hora para buscar a alguien que los cuide e ir a mi despacho —mira mis ojos —tenemos que hablar —agrega con voz fría.

—Sebastian

—Hablaremos sobre tu estancia en esta empresa —mis ojos se abren en demasía

—Necesito el trabajo, yo

—Desapareciste de mi vida Ania sin hablar, sin decir nada —masculla y la rabia está clara en su voz —no estás en condición de decir nada y menos cuando has escondido por años que soy papá —su voz se quiebra en lo último y me tenso un poco —una hora —él se voltea dejándome quieta, congelada en mi sitio, mis hijos me miran mientras Sebastian se aleja, sé que luego de esto ellos esperan una explicación y bajo la mirada para verlos, él no debió hablar así frente a ellos y solo dejarme con un problema.



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En el texto hay: pasado, niños, amor

Editado: 29.04.2025

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