Ania
Sigo en mi teléfono buscando a alguien capaz de cuidar de mis hijos, pero las agencias que encuentro son demasiado caras, sé lo que Sebastian dijo, pero también sé que se reiría en mi cara si le pido dinero y eso es algo que nunca haré aunque muchos le llamen orgullo, él negó a los gemelos, dice querer ser padre, pero los niega y estoy segura de que en algún momento se cansará de jugar al papá ofendido y entonces serán mis hijos quienes sufran.
—Mami
—Acaben ya de desayunar por favor —pido sin mirarlos —debemos ir a la empresa
—¿Y cuándo tengamos escuela como le harás? —la pregunta de Kilian me hace mirarlo y ahora mismo odio las vacaciones
—No pensemos en eso —le sonrío
—¿Papá no te ha llamado? —cuestiona Kai y le miro
—¿Por qué lo haría? —el pequeño se encoge de hombros y luego se miran entre ellos, bufo sabiendo que algo esconden, pero ahora mismo no estoy para eso. Al escuchar el timbre de la puerta dejo mi teléfono y voy hacia esta, al abrir me sorprende ver a la mujer frente a mí.
—Johana —ella me abraza riendo
—Sofía amiga —sonrío abrazándola
—Entra —me hago a un lado cuando el abrazo acaba —¿pensaba que te habías olvidado de mí? —ella se sienta rápido y parece cansada
—Eso nunca —sonríe —eres mi única amiga y por eso estoy aquí
—¿Qué pasó?
—Perdí mi trabajo hace más de una semana —confiesa y me siento frente a ella —me estoy volviendo loca Sofía y necesitaba una amiga
—Lo lamento mucho —la miro confundida —te llevabas bien con el jefe, ¿qué sucedió?
—Una discusión con un maldito cliente —bufo —uno importante y Alexander no dudó en echarme, claro, ya estoy vieja, me trató como un animal.
—No digas eso Joha, pero te dije que debías salir de ahí —asiente triste
—Pagaban bien y sabes que mi madre y mis hermanos viven por mí, son cinco y debo cuidar de ellos Sofía —sus manos se pasan por su rostro —necesito trabajo, sé que estás en una gran empresa, búscame algo ahí, limpio pisos si hace falta —sonrío
—Ojalá pudiera, pero no puedo pedir favores ahí —ella resopla —aunque creo que puedo ayudarte —sus ojos rápido buscan los míos
—Dime, haré lo que haya que hacer
—Pero tendrás que cambiar de ropa —señalo la corta y ajustada ropa que lleva —y tu vocabulario también
—Haré lo que sea amiga —rápido viene hacia mí y río cuando arrodillada en el suelo toma mis manos —pero ayúdame, he estado durmiendo en sucios moteles, sabes que en casa de mi madre no cabe nadie más y mi dinero no da para mucho así que
—Puedo darte una cama —miro sus ojos —puedes quedarte aquí y te daré dinero, pero tendrás que cuidar de los gemelos —sus ojos brillan —yo necesito una niñera y así ambas nos ayudamos.
—¿Hablas en serio?
—Pero no puedo pagarte mucho Johana, yo
—Da igual, amiga —me abraza fuerte, tanto que creo que me exprimirá y cuando me suelta logro respirar —los gemelos y yo nos queremos —se pone de pie —nos llevaremos bien, los cuidaré con mi vida amiga, lo juro —me mira —no te vas a arrepentir —sonrío, Johana es mi mejor amiga aunque no hablábamos mucho.
—Eso sí —suspiro —no podrás decirle a nadie a qué te dedicabas antes
—¿Y a quién le diría? —bufa
—Al padre de mis hijos por ejemplo, él no puede saber —ahora me mira desconcertada
—¿Desde cuándo tienen padre? —su pregunta me hace reír —me debes esa historia Ania —asiento con lentitud
—¡Joha! —el grito de Kai resuena por la casa y los gemelos se le lanzan encima, ella los abraza riendo y solo debo reír, al fin tengo una niñera, quizás no sea la más indicada, pero no hay mejor persona que ella y los gemelos la adoran, aunque sé que Sebastian no pensaría lo mismo si supiera lo que hacía antes ella.
★★★
Sebastian
Tengo tremendo dolor de cabeza mientras conduzco hacia la casa, solo quiero llegar y dormir, solo eso, mi teléfono no ha parado de sonar, hay llamadas de Malena, de mi hermano y de mi madre, no sé la razón por la que mi hermano insiste tanto, pero ya mañana hablaré con este, maldigo cuando vuelvo a sentir el timbre del teléfono y detengo el auto frente a la casa, al ver quien es tomo la llamada.
—Primo —sonrío cuando le saludo —me alegra que me llames —bajo del auto
—Lamento lo de tu padre, no pude ir al entierro —respiro hondo
—Sé que no estabas en el país, ahora soy el dueño de la empresa y necesito tu ayuda —digo caminando con lentitud hacia la casa
—Sebastian tu padre nunca me quiso cerca
—Mi padre ya no está y somos como hermanos, los problemas que tenías con él, ya acabaron.
—Iré a verte entonces a la empresa primo —sonrío, él sabe de esto, sabe más que yo, trabajó junto a mi padre por años hasta que ambos tuvieron problemas.
—Bien Enmanuel —respiro hondo —te estaré esperando —cuelgo la llamada y al fin entro a la casa, solo necesito una ducha fría, una cama y poder dormir tranquilamente, ya mañana pensaré en todo, en cómo decir que tengo dos hijos y hacer feliz a estos y en cómo pedirle a Ania que cene conmigo.
—Malena llegó muy furiosa Sebastian —la voz de mi madre me detiene justo cuando iba a subir las escaleras, la miro —¿qué le hiciste?
—Me encontró con los gemelos en la empresa —sus ojos se abren como platos
—¿Ya sabe?
—No —se nota cuando vuelve a respirar en paz —los negué mamá —farfullo arrepentido —dije que solo eran los hijos de una empleada —confieso sintiéndome horrible por eso.
—Hiciste bien —miro sus ojos y ella se acerca —debes despedir a esa mujer
—Son mis hijos Mamá, debiste ver cómo me miraban —la miro horrorizado
—Sebastian no puedes pensar en eso —sus manos van a mi rostro —no puedes perder el norte, si Malena se entera de que esos niños son tus hijos acabará el compromiso y la necesitamos
—Madre voy a decirles a todos —ella niega rápido
—No puedes hacer eso —masculla alejándose de mí —¿acaso quieres acabar en bancarrota? ¿Sabes lo que pasará si hablas? Nuestros socios se irán, nos quitarán su ayuda, el padre de Malena también se irá y dejarás la empresa peor que cuando tu padre estaba —sigo mirando sus ojos.
Editado: 20.05.2025