Ania
Entro a mi oficina con ganas de llorar y aún debo hacer demasiado trabajo que el señor Marko está esperando, voy detrás de mi escritorio y tomo asiento dejando las manos en mi cabeza, miro mi reloj y suspiro, debo llamar a Johana para saber que todo está bien en casa y agarro mi teléfono, solo que la puerta de la oficina se abre y evito rodar los ojos al ver a Sebastian, este se acerca al escritorio y toma asiento sin dejar de mirarme, diría que parece hasta nervioso.
—No pudimos ir al partido que los gemelos querían así que sacaré entradas para el próximo —asiento con lentitud —Ania en dos días haré una cena en mi casa y quiero que vayan —enarco una ceja
—¿Estás seguro de eso? —respira hondo y sé que tiene dudas, ahora mismo odio conocerlo tan bien.
—Asumiré las consecuencias, pero no puedo permitir pasarme una vida y ver en los ojos de mis hijos pura decepción —Sebastian mira mis ojos —pase lo que pase sé que estoy eligiendo lo mejor —asiento con lentitud
—Ellos estarán felices —miro mi lapto —Sebastian tengo mucho trabajo y
—Quiero invitarte a cenar esta noche —lo miro rápido —por favor
—Olvídalo
—Ania necesito hacerlo, fue la condición de los gemelos —niego con la cabeza
—No puedo
—¿Por qué? —se acomoda en la silla —no tienes pareja ¿verdad?
—Pero tú si
—Solo será por los gemelos Ania —expresa medio sonriendo y quizás eso es lo que más me molesta, miro mis manos y luego a él.
—No iré a cenar contigo
—Me lo debes —sonrío —Ania
—No te debo nada —respiro hondo poniéndome de pie —sé que me fui, que hice las cosas mal contigo Sebastian, pero es pasado y no pienso volverme loca con el pasado, menos cuando estoy casi segura de que no me equivoqué —lo veo tensar su mandíbula —por algo tu padre te quería como dueño de esta empresa —suspiro —eres ambicioso y la harás crecer de nuevo
—Ania
—Tengo trabajo, Marko me espera —voy hacia la puerta y salgo de la oficina, con pasos rápidos me alejo de ahí para ir a ver a Marko, solo que acabo chocando con alguien al doblar una esquina y casi caigo, sus manos en mi cintura son lo único que lo impide y llevo mis manos rápido a sus hombros.
—Mil disculpas señorita —el hombre sonríe mirando mis ojos y siento que estoy tensa
—Creo que ha sido mi culpa
—¿Está bien? —con lentitud me separo de él sin dejar de mirar sus ojos —pido perdón de nuevo, iba entretenido —sonríe
—No se preocupe —trato de sonreír mientras ambos nos miramos y luego de segundos que parecen eternos hago que mis pies se muevan y me alejo de él pasando por su lado, respiro hondo y sin poder evitarlo sonrío, debo dejar de ser tan distraída.
Bajo del taxi que me trajo y voy hacia mi casa, los pies me duelen y necesito una larga ducha, bostezando entro a la casa, en la cual hay demasiado silencio y sin pensarlo mucho me quito los zapatos dejándolos en la entrada, luego me lanzo al primer sillón que encuentro.
—¿Muy cansada? —escucho a Johana y sonrío con los ojos cerrados
—No sabes cuanto, ¿los gemelos?
—Están en su habitación y
—Necesito una ducha fría Joha, tengo un maldito jefe que me hace caminar demasiado, los pies me duelen —bufo
—Ania
—Pero claro, el jefe supremo es el peor, ¿ya te dije que él es el padre de los gemelos? —río incrédula aún
—Ania
—Es un ambicioso, un egoísta y un rencoroso que —escucho un carraspeo y abro los ojos, frente a mí no solo está Johana, también Sebastian con cara de pocos amigos, miro a mi amiga que está roja de la vergüenza y aguanta la risa.
—Iré a preparar café —comenta Johana que se aleja, no antes de comerse literalmente con la mirada a Sebastian, yo me acomodo en mi asiento mirando sus ojos.
—¿Qué haces en mi casa? —él mete sus manos en sus bolsillos
—Solo venía a ver a los gemelos, hablar con ellos —sonríe —pero ya voy de salida
—Puedes quedarte a comer papá —escucho a Kilian y suspiro
—Él no puede, está cansado —me pongo de pie
—Pero papá quédate —Kai también insiste
—Hijo, Sebastian tiene mucho trabajo y lo esperan seguro en la casa, además
—Me quedaré —cierro con fuerza mis ojos cuando lo escucho y le miro
—No tenemos una gran mesa como en tu casa Sebastian ni la comida que quisieras comer, tampoco cuento con un chef —él sonríe y da un paso hacia mi.
—Ania, con todo respeto, no siempre he comido cosas decentes —bufo —cuando estaba contigo muchas veces comí mal —mis ojos se abren en demasía y pasa por mi lado
—No puedes hablar así
—No eres una experta cocinando —él ríe, mis hijos también y todos se alejan hacia el comedor, yo maldigo en voz baja.
Revuelvo la comida en mi plato sin mucha hambre mientras los gemelos conversan felices con Sebastian, Johana no está por el comedor y suspiro, debo decirle que no deje entrar a nadie cuando yo no esté en casa, pero claro, vio a un hombre apuesto, alto y hermoso y lo deja entrar, niego con la cabeza por el rumbo de mis pensamientos.
—¿Mamá por qué rechazas ir a cenar con papá? —la pregunta de Kai me hace mirarlo
—Esas son cosas entre tu papá y yo mi amor
—Pero queremos que vayas —Kilian sonríe —por favor mamá —miro a Sebastian.
—Sebastian acompáñame a la cocina, necesito que hablemos solos —me pongo de pie con brusquedad y con pasos rápidos voy hacia la cocina.
—Ania
—Deja de meter a los gemelos en esto —farfullo molesta mirándolo —déjalos fuera
—Son ellos quienes me pidieron que
—Pues diles que sí, que acepté y que fui y ya está —él alza una ceja
—¿Quieres que mienta? —sonríe —¿por Dios donde quedó eso de enseñar con el ejemplo? —se burla de mí —Ania quiero hacer feliz a los gemelos.
—¿No ves acaso lo que ellos intentan? —me acerco a él —hacen todo esto para que estemos juntos Sebastian, el plan de ellos es tener una familia unida, ¿acaso no lo ves? Quieren que nos enamoremos, por eso hacen eso —él sigue mirando mis ojos
Editado: 20.05.2025