Juguemos a ser Cupido

Capítulo: 11

Ania

Me quedo mirando los ojos de Sebastian durante demasiado tiempo, no entiendo qué hace aquí, no entiendo por qué vino sin avisar y no entiendo como mis hijos pueden saber lo que Joha hacía antes y ahora gracias a eso estoy frente a un hombre egoísta, porque no hay otra palabra para él, Sebastian al parecer no entiende como es el mundo real, claro, nunca ha vivido fuera de esa burbuja que lo mantiene lleno de dinero.

—¿Me escuchas Ania? —habla cuando ve que no digo nada —esa mujer debe irse ahora mismo —señala hacia la casa

—¿Qué dices Sebastian?

—Es una —se calla sin siquiera poder pronunciar la palabra —alguien así no puede cuidar de nuestros hijos, no sé cómo se te ocurre —bufa enfadado, sigo en silencio observando todos sus movimientos y entonces decido hablar.

—¿Crees que todo el mundo nace en cuna de oro? —mi pregunta lo hace alzar las cejas

—No, pero hay muchas personas pobres que no llevan esa vida —sonríe —tú misma —me señala —nunca hiciste eso aunque tenías necesidades —asiento

—Pero yo tuve un padre —respondo con calma mirándole —uno que me daba comida y ropa, me daba lo necesario y pagaba mis estudios Sebastian, no tuve una mansión, pero tenía una buena casa

—Ania

—El padre de Johana falleció cuando ella estudiaba, su madre enfermó y quedó en una silla de ruedas y le tocó a ella sacar a la familia adelante —él deja de mirarme —vivían en una casa horrible y pequeña porque su padre había sido un alcohólico toda su vida, ella solo escogió aquello que le permitía ayudar a su familia, es quien pone comida en una mesa, es quien compra la ropa y es quien paga los estudios de sus cuatro hermanos porque quiere que estudien y no sean como ella, es una buena persona y da igual lo que hace —Sebastian me da la espalda.

—Por Dios Ania —lo veo tenso y suspiro

—No puedes juzgarla por lo que le ha tocado vivir, si no me crees puedes visitar a su familia, aún viven en una casa pequeña, pero es una casa bonita que ella logró comprar para ellos —me callo y el silencio parece eterno, ya él no tiene la misma postura que antes y entonces me mira.

—¿Y cuánto le pagas?

—¿Por qué te interesa? —me pongo a la defensiva —es mi dinero y

—Le daré el doble de lo que le das

—¿Cómo? —mis cejas se alzan con sorpresa sin aún creer lo que he escuchado, Sebastian se acerca un poco más a mí.

—Tienes la horrible costumbre de dañar mi conciencia y de hacerme dar cuenta de que soy peor de lo que pensaba —habla triste y niego porque esa no es mi intensión

—Sebastian

—Le pagaré más y podrá seguir siendo la niñera de mis hijos, pero no quiero más secretos, la próxima vez dime la verdad —solo asiento y él se aleja de mí hacia el auto, lo sigo con la mirada algo confundida aún, una vez dentro del auto Sebastian mira hacia mí y si, muchas veces he visto esa mirada, ¿cómo olvidarla? Y siempre con ella sentía lo mismo que ahora, no solo mi corazón se agita, mi cuerpo completo se revoluciona, Sebastian deja de mirarme como si yo no fuera la única afectada y luego solo arranca su auto y se aleja, el día de hoy, nuestra conversación y esa mirada me dejan claro que he sido una idiota, que nunca debí irme y es tan horrible arrepentirme de algo que ya no tiene arreglo.

Entro a mi oficina sin mucho ánimo y doy un largo suspiro cuando tomo asiento, mi ceño se frunce al ver el mensaje que tengo en mi laptop y solo me pongo de pie y salgo de la oficina, mientras me acerco a donde voy mi corazón se acelera aún más y cuando doy toques a la puerta y escucho su voz es mucho peor, entro ignorando todos esos sentimientos, Sebastian está tras su silla y me mira.

—¿Qué significa el mensaje? Me dice que recoja todo lo mío —él sonríe

—Desde hoy vas a trabajar para mi Ania —asiento, eso lo sé —y lo harás desde ahí —señala la oficina de enfrente y aprieto mis dientes mirando esta, gracias a las paredes de cristal puedo verla muy bien.

—Sebastian

—Mueve tus cosas hacia ahí, tenemos mucho trabajo y esta tarde debemos ir a ver a un socio —se pone de pie

—¿Debemos? —alzo una ceja viéndolo recoger algunas cosas

—Ahora eres mi Secretaria, debes acompañarme a donde yo vaya y tomar notas de todo Ania —él se acerca a mí —a las 6 te quiero ver en el estacionamiento —Sebastian pasa por mi lado y solo asiento aunque ya estoy sola en la enorme oficina.

★★★

Los gemelos salen de su habitación en silencio mientras Johana hace algo de comer en la cocina y ahí van ellos, los cuales se detienen cerca de ella admirando la belleza de la mujer, ambos sonríen con picardía y entonces Kai carraspea, la niñera rápido voltea dándose cuenta ahora de la presencia de los pequeños.

—¿Desean algo? —les sonríe a los niños

—Que nos ayudes —habla Kai que va hacia una silla —tenemos un plan

—¿Un plan? —Johana los mira interesada mientras seca sus manos

—Sí, para unir a papá y mamá —habla Kilian con su hermosa sonrisa —queremos que ellos estén juntos y

—En fin, imagina el resto —Kai interrumpe a su hermano —papá llevará hoy a cenar a mamá —las cejas de Johana se alzan, ya que su amiga no le ha dicho nada sobre eso, solo le ha hablado de lo mal que le cae su jefe, el padre de sus hijos.

—¿De veras? —Johana se sienta olvidando la cocina

—Si, a las 6, en el restaurante favorito de mamá, debes tener contactos Joha, necesitamos a alguien que les haga fotos a ellos juntos —los niños sonríen

—¿Y eso por qué? —ambos ruedan los ojos al mismo tiempo

—Porque papá tiene novia y necesitamos que rompan para que él y mamá puedan estar juntos —luego de segundos la chica reacciona entendiendo y su boca se abre.

—Niños no podemos hacer eso

—O nos ayudas o vamos a huir de la casa —Kai sonríe —sabes de sobra que podemos hacerlo y entonces mamá te va a despedir

—Eres —gruñe Johana con sus palabras —por Dios Kai —se pone de pie

—¿Acaso no quieres que mamá sea feliz? —Kilian la mira con tristeza —ella ama a papá aún —sus ojos se llenan de lágrimas ablandando el corazón de la niñera —por favor ayúdanos, mamá lo ama, por favor tía —y esa última palabra junto con las lágrimas logran que Johana asienta sin poder negarle nada al pequeño que ahora seca sus lágrimas, ambos sonríen cuando ella acepta y entonces salen de la cocina.



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En el texto hay: pasado, niños, amor

Editado: 05.08.2025

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