Sebastian
Recojo mis cosas con prisa, mis manos tiemblan y odio parecer un adolescente que tendrá su primera cita, pero así me siento y es imposible sentir lo contrario, mi teléfono suena y al mirarlo y ver que es Malena bufo sin tomar la llamada, mañana todos sabrán que tengo dos hijos con Ania, mañana todo pasará y luego de eso debo buscar como volver a arreglar mi vida para tener control otra vez de esta. Salgo de mi oficina y abro la puerta de la de Ania que me mira desde su silla con cara de pocos amigos.
—Debemos irnos —digo con tono autoritario —el posible socio nos espera
—Tengo que terminar algunas cosas y
—Ya vamos Ania, recoge tu bolso y vamos —echo a andar, puedo escucharla ofenderme, pero la ignoro sonriendo.
En el auto vamos ambos en silencio y daría todo por saber sus pensamientos, cuando detengo el auto la veo fruncir el ceño, pero solo bajo de este y claro, es su restaurante favorito justo como los gemelos han dicho, no la espero y camino hacia una de las mesas del medio, el restaurante está por completo vacío como pedí y entonces tomo asiento, Ania tarda segundos en llegar hasta mí y se sienta.
—No hay nadie
—Así lo pidió el socio —sigo con mi mentira y tomo la carta que está sobre la mesa —quieres vino o
—Es una reunión de trabajo Sebastian —la miro —no quiero vino —saca su tablet donde supuestamente hará los apuntes y suspiro, el camarero se nos acerca.
—Señor
—Quiero el mejor plato del menú, sorpréndanos —lo miro —algo especial y también el mejor vino, el más caro —este asiente y se aleja, miro hacia Ania cuando su mirada sobre mi ya molesta.
—Dime que no me mentiste y que el socio solo llega tarde Sebastian —gruñe mirando mis ojos
—Debía cenar contigo
—Por dios —se pone de pie
—Ania por favor —ruego tomando su mano también estando de pie —cenemos juntos
—Sebastian basta
—Fuiste el amor de mi vida —mis palabras hacen que mire mis ojos —y tenemos dos hijos —sigo sosteniendo sus manos y me acerco más a ella —solo quiero que nos llevemos bien Ania, que no discutamos aunque no estemos juntos como pareja quiero que seamos los padres que los gemelos quieren y por eso no sacaré más el pasado ni tú tampoco, quiero comenzar desde cero contigo, sin odio ni rencor —ella se queda mirando mis ojos demasiado tiempo y suelto su mano, luego con lentitud vuelve a su silla y yo a la mía, se siente como una victoria tenerla en frente y sí, quiero odiarla pero no puedo.
—Me gusta este restaurante —dice dejando de mirarme —es
—Tu favorito —mira mis ojos —los gemelos me lo dijeron —ríe y su risa, por dios, me lleva al pasado, mi teléfono vuelve a sonar rompiendo la magia y solo lo apago.
—¿No vas a responder? —niego con la cabeza
—Mañana debes ir a la casa con los gemelos Ania —asiente
—¿Estás seguro? —suspiro
—Mi mundo se vendrá abajo —medio sonrío mirando sus ojos —pero tengo el presentimiento de que si tengo a los gemelos conmigo —y a ti, lo pienso, pero no lo digo —todo estará bien —ella sonríe y el camarero regresa con lo que pedí.
La cena, la risa y la charla borra todo lo del pasado, sí, hay algo de rencor aún pero ¿odio? Todo se siente distinto, es como si ella nunca se hubiera ido y ese sentimiento no me gusta porque sé que me casaré en poco tiempo, que debo fidelidad a alguien más, pero ¿cómo le hago para que mi corazón se dé cuenta de eso?
Entro a mi oficina con una sonrisa en mi cara pensando en la noche de ayer, pero me detengo al ver ahí a mi primo, este se pone de pie que estaba sentado en mi silla.
—Primo —viene hacia mí y sonriendo nos abrazamos —feliz de verte hermano
—Aquí estás —sonrío con mis manos en su rostro —hay tantas cosas que quiero hablarte Emmanuel —él ríe
—Primero lo primero —voy hacia mi silla —la empresa primo —suspiro sentándome, él hace lo mismo
—Quiero que me ayudes a levantarla, trabajas bien en la economía, necesito de tu ayuda primo, tus cuentas, tus formas de salir de los problemas
—Te ayudaré —sonrío
—Ya lo sabía y eso merece un trago —voy hacia la botella que hay en mi oficina y comienzo a servir —voy a necesitar un milagro para hacer crecer esto de nuevo —él sonríe
—Por lo que séSebastian, tu futuro suegro te ayudará —toma el vaso que le brindo, yo suspiro
—No sé si luego de hoy lo haga —su ceño se frunce —pero sabrás todo en la cena que preparé en casa Enmanuel —asiente algo confundido —mi mamá estará feliz de verte y de saber que vuelves a la empresa, todos estuvimos en contra de papá cuando te sacó de aquí —él se pone de pie
—Me acusó de ladrón Sebastian y todo porque descubrí que jugaba el dinero de la empresa
—Lo lamento —él niega con la cabeza
—Ya es pasado hermano —sonríe —por cierto, hablando de hermano, ¿y Fernando? —bufo
—Ni siquiera estuvo presente cuando papá falleció —respiro hondo —ya sabes como es él, se fue rechazando su herencia y diciendo que quería libertad, volar como un pájaro —Enmanuel sonríe —pero háblame de ti primo.
—¿Sabes? —me mira pensativo —el otro día cuando vine tuve un encuentro con una de tus empleadas —alzo una ceja mirándolo —y
—No, basta —él ríe —te conozco, mantén tus manos lejos Enmanuel, juegas con todas y luego pierdo empleadas —sigue riendo.
—Esta vez cupido me flechó hermano —río mientras niego, él siempre es flechado cuando ve a una chica y luego de tenerla el encanto se viene abajo.
—Trabajo Enmanuel —lo señalo —solo eso es lo que debes hacer y no andar mirando a nadie —asiente rodando los ojos.
Editado: 05.08.2025