Juguemos a ser Cupido

Capítulo: 15

Sebastian

En silencio mi madre me entrega el testamento de mi padre y comienzo a leer, al llegar al punto que me interesa aprieto este con fuerza y el dolor de cabeza que antes tenía ahora se hace más fuerte, pero claro, era imposible imaginar algo como esto, Fernando se fue diciendo que quería vivir su vida como quería y dejó la casa luego de haberse graduado, decía que la empresa lo consumía y que no se quedaría en esta, ¿por qué entonces mi padre hizo esto? No tiene sentido, dejo los papeles sobre la mesa y paso las manos por mi rostro, luego miro a mi madre.

—¿Ya llevaste a la fulana a su casa? —respiro hondo

—¿En serio quieres hablar de Ania? ¿Me dices por qué no me enseñaste antes esto? —señalo el testamento y ella bufa

—Pensé que Fernando no iba a regresar nunca —toma asiento

—Pues está aquí y la casa es tanto mía como suya mamá

—Pero la empresa no —ella sonríe

—No, pero aquí dice que si quiere debo darle un puesto ahí y

—Y quiero —la voz de mi hermano me hace apretar los puños —quiero trabajar en la empresa —me levanto de mi silla y le miro

—¿Puedo saber la razón? —él ríe

—La razón es que quiero hermanito —se acerca a mí —y es mi derecho, ¿sabes que tiene gracia? Que papá sabía que traerías al bueno para nada de tu primo —ríe

—Enmanuel me está ayudando a levantar la empresa que nuestro padre arruinó —Fernando toca mi rostro

—No confíes en él —se aleja de mí luego de sus palabras y va hacia la puerta —por cierto —me mira antes de salir —mañana iré a la empresa —sonríe mientras solo me quedo apretando mis puños.

—Debes hacer algo Sebastian —escucho la voz de mi madre —él no puede quedarse —suspiro

—No te preocupes —voy hacia la puerta —pronto se cansará y se irá, está aquí solo por dinero —salgo del despacho dando un suspiro y vuelvo a marcarle a Malena solo que esta sigue sin responder y eso me desespera por lo que solo salgo de la casa y voy a mi auto, debo hablar con ella hoy mismo.

—No te esperaba —dice al salir de su casa y respiro hondo

—Y yo no esperaba ser recibido —miro su rostro, se nota que ha llorado y suspiro

—Malena no planee nada de esto —ella mira mis ojos —y si dije la verdad es porque no quería secretos entre nosotros, necesito que me perdones —tomo sus manos —no canceles la boda por favor —ella se queda segundos que parecen eternos en silencio mirando mis ojos.

—Mañana iré a verte a la empresa —se aleja de mí —y te daré una respuesta Sebastian —asiento con lentitud —sabes que te amo —sonríe —pero esto es muy grande, tienes dos hijos con esa mujer

—Ella no significa nada para mí —Malena asiente y mis palabras se quedan en mi cabeza mientras mi conciencia me dice mentiroso, bufo volviendo a mi auto, no significa nada, pero no puedo sacarla de mi cabeza, no significa nada, pero me duele verla mal, maldigo en voz alta sin saber qué hacer, sabiendo que a la larga mi matrimonio con Malena solo será un error porque es claro que no la amo a ella.

—La madre de tus hijos no ha llegado —comenta Enmanuel sentándose frente a mí

—Su nombre es Ania

—Lo sé —sonríe y lo miro con mala cara

—Por favor Enmanuel, no sigas —ríe

—Es linda Sebastian —tenso mi mandíbula —¿acaso la sigues queriendo que no quieres que me acerque a ella? —miro sus ojos

—Es la madre de mis hijos y eres un descarado —él sonríe —no quiero que les hagas daño Enmanuel, eso es todo

—Tu hermano

—No te preocupes, tendrá un puesto aquí como mi padre quería, pero en cuanto tenga que trabajar dirá que quiere dinero y se lo daremos para que se marche —Enmanuel asiente

—Esperemos que lo haga, con él aquí no habrá quien reviva la empresa —bufa, miro hacia la puerta cuando se abre y al ver a Malena me pongo de pie, esta entra y saluda a Enmanuel, luego este sale de la oficina dejándome solo con ella, ya en sus ojos no se ve lo mismo de ayer, frente a mí se encuentra la misma Malena de siempre, altiva y orgullosa, sonríe sentándose frente a mí y tomo asiento.

—Gracias por venir —digo sonriendo y ella suspira

—Iré directo al punto Sebastian —mira mis ojos —¿quieres casarte conmigo?

—Sabes que si Malena

—Sé por qué lo haces —sonríe —no me amas como yo a ti —me muevo inquieto en mi silla

—Malena

—Y no me importa mientras me respetes —me interrumpe —sé que esta empresa necesita de mi padre y de los demás socios y sabes que todos se irían si mi padre se va y si tú y yo no nos casamos eso pasará —asiento —sé que estás endeudado con el banco por la empresa —sonríe —y si esta quiebra quedarás en la calle, perderás tu casa, tus autos y todo Sebastian

—¿A dónde quieres llegar? —su sonrisa se amplía

—Tengo condiciones para seguir con la boda —suspira —y la primera es que saques de esta empresa a esa mujer, que trabaje en cualquier otra cosa —sigo mirando sus ojos, sé que puedo hablar con Ania y decirle lo que sucede, ella entenderá.

—¿Cuáles son las otras condiciones? —cuestiono y Malena busca algo en su bolso

—Aquí está —saca un papel y lo deja sobre mi mesa —que firmes este contrato —me mira —si lo haces seguiremos adelante con la boda Sebas y tendrás la total ayuda de mi padre

—¿De qué se trata?

—Léelo —ella sigue sonriendo y señala el papel, lo tomo en mis manos y cada línea me parece más ridícula que la anterior, aprieto mis dientes y dejo de leer, miro sus ojos dejando el papel.

—¿Esto es una broma? —ella niega

—No, acepta firmar eso en donde dice que los hijos de esa mujer barata de Ania no van a tener nada tuyo, le darás tu apellido si quieres a los bastardos esos Sebastian, pero nada más, el dinero solo será de los hijos que tengas conmigo, firma y todo seguirá como antes —señala el papel y vuelvo a tomar este, ella sonríe.

—Malena —suspiro —Ania no es una mujer barata —sus ojos se abren en demasía —y mis hijos no son bastardos —rompo el papel ante sus incrédulos ojos



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En el texto hay: pasado, niños, amor

Editado: 05.08.2025

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