Juguemos a ser Cupido

Capítulo: 16

Ania

Vuelvo a tomar la temperatura de Kai y suspiro, mi pequeño sigue con fiebre y miro el reloj en la pared, así no pienso dejarle, da igual lo que diga Sebastian luego, pero aunque Johana está aquí mi pequeño está enfermo y voy a quedarme con él. Busco mi teléfono y trato de encender este, pero es en vano, por Dios no, no ahora, sé que es viejo, que debí cambiarlo hace mucho, pero no esperaba que se rompiera justo hoy cuando necesito llamar a Sebastian y decirle que no iré a trabajar. Suspiro poniéndome de pie y salgo de la habitación en silencio, me acerco a Kilian que en silencio desayuna.

—¿Mi amor te sientes bien? —toco su frente, él sonríe

—Si mami —me siento a su lado viéndolo comer y si, ya se siente raro porque desde que nacieron si uno enfermaba el otro también lo hacía aunque supongo que ahora es distinto y agradezco enormemente que ahora sea diferente y Kilian esté bien —iré a jugar a la habitación con Kai

—Tu hermano no se siente bien —comento mirando que sigue comiendo como si nada —ahora está dormido —él asiente

—Iré a verle —dice como si nada tomando varias galletas en sus manos y le miro más confundida aún

—¿Y las galletas? —lo miro alzando una ceja —tu hermano no quiere comer —él asiente

—Son para mi mami —besa mi mejilla antes de salir corriendo y paso las manos por mi rostro hasta dejarlas cubriendo este.

—Si necesitas que me quede —niego ante las palabras de Johana que se acerca y la miro

—Ve con tu familia hoy, estaré aquí

—¿Kai cómo sigue? —miro el termómetro en mis manos que marca elevada la temperatura

—Sigue con fiebre —la miro —pero Kilian está raro

—¿También enfermo? —niego con la cabeza

—No, pero está comiendo como si nada y muy feliz de la vida —Johana ríe

—¿Y eso qué amiga? Son niños

—Lo sé, pero es raro —bufo —desde que son pequeños si uno se siente mal el otro también y aunque no sea así siempre el que se siente mal se queda al lado del otro cuidando a este pero hoy no

—Son niños, amiga —Johana me lanza un beso —me iré ya —la veo salir y niego con la cabeza, miro el reloj en mi mano y me pongo de pie para hacerle una sopa a Kai, el cual dijo que tampoco quería comer y que se siente muy mal, solo que la fiebre es el único síntoma que tiene y en sus ojos no se ve enfermo. Escucho el timbre de la puerta y voy hacia esta, Johana seguro olvidó algo, al abrir me quedo de piedra mirando a la mujer frente a mí y no, no la esperaba.

—¿No me vas a invitar a pasar? —ella sonríe y me cruzo de brazos

—no, con todo respeto, pero usted no es bienvenida aquí —la madre de Sebastian ríe

—Descuida, de todas formas entrar ahí quizás me cause una alergia —señala la casa con desprecio

—¿Y entonces qué hace aquí? —me acerco a ella —porque supongo que conocer a sus nietos no es la razón —ríe con ganas

—¿Nietos? Los bastardos no son familia mía —tenso mi mandíbula

—De mis hijos usted no habla

—Seré clara Ania justo como fui clara contigo en el pasado —mira mis ojos —no le haces bien a mi hijo, gracias a ti él perderá todo, como bien sabes un hombre necesita de una gran mujer para crecer y tú no lo eres

—¿Y usted si? —soy yo quien ríe ahora y en sus ojos se ve que se enoja más —hasta donde se su marido jugaba todo su dinero y llevó a la quiebra la empresa

—Aléjate de mi hijo —gruñe con rabia

—Es él quien se acerca y no por mí, por sus hijos

—te daré dos días —se aleja unos pasos de mí —dos días para que tomes tus cosas y te largues, te dije un día que si volvías arruinaría tu vida, al parecer lo olvidaste

—No soy la misma de antes, ya no le tengo miedo ni me dejo manipular por usted, no me iré —dejo claro mirando sus ojos —mis hijos quieren a su padre y

—Y tu decisión los hará sufrir a ellos —me tenso con sus palabras —te enseñaré a tener miedo de nuevo Ania Mars —Julia me da la espalda y se aleja de mí hacia el auto, siento como mi corazón late con mucha furia en mi pecho e intento controlar mi respiración cuando entro a la casa, solo que este no quiere y voy hacia un asiento, sin poder respirar bien me siento y sí, es ridículo decir que no tengo miedo cuando sé que hará lo que dice, las lágrimas se acumulan en mis ojos de forma rápida y mis pulmones solo desean oxígeno, el cual, parece no estar llegando a ellos.

—Ania —escucho mi nombre, pero sigo mirando al suelo intentando controlarme —¿Ania estás bien? —cuando siento sus manos en mi rostro y miro sus ojos veo que es Sebastian, solo lo abrazo sin pensar en más nada y cierro mis ojos —tranquila —él acaricia mi espalda —no sé que pasa, pero todo está bien —sus palabras traen calma y mi pulso comienza a controlarse —¿quieres contarme?

—Tu madre estuvo aquí —ahora él se tensa y acaba rápido el abrazo —quiere que me aleje —Sebastian sigue mirando mis ojos, luego se pone de pie

—Hablaré con ella —es lo único que dice —quiero que me expliques algo

—No pude ir a la empresa porque —Sebastian me mira

—Hablaba de esto —me interrumpe y deja su teléfono en mis piernas, lo tomo rápido y las fotos que veo me hacen fruncir el ceño

—No sé que es esto —miro sus ojos

—La única que sabía en donde estábamos eras tú

—Te recuerdo que lo supe cuando llegamos Sebastian —me pongo de pie —no he hecho esto, no tengo nada que ver con ello, yo —respiro hondo y vuelvo a mirar las fotos —¿por esto estás aquí? —vuelvo la mirada a sus ojos

—Malena no quiere nada conmigo, ha puesto condiciones imposibles de cumplir y ahora con estas fotos dudo que algún día quiera volver —él pasa las manos por su rostro —estoy perdido sin la ayuda de su padre Ania, tengo deudas, ya no es por dinero que necesito casarme con ella, es para literalmente no irme a la calle —se acerca a mí —pero estas fotos han arruinado todo —bufa.

—Déjame adivinar, sus condiciones tienen que ver con los gemelos —él no me mira —¿por qué no las aceptas Sebastian? —me acerco a él —quieres el dinero, admite eso de una maldita vez, también admite que nuestros hijos te estorban y aléjate de nosotros, finge no conocernos y vive tu vida, sinceramente creo que no vas a echar de menos nada.



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En el texto hay: pasado, niños, amor

Editado: 05.08.2025

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