Capítulo: 17

Sebastian

Rozo sus labios y sin poder aguantar un segundo más la beso, en este momento me olvido de todo, es como si solo existiéramos ella y yo, olvido la empresa, el dinero, mi vida en totalidad, la cual sin ella no ha tenido ningún sentido, me acerco más a Ania, pero esta termina el beso dando un paso atrás y mantiene su cabeza gacha, siento que mi corazón saldrá de mi pecho y solo soy capaz de llevar mis manos a su rostro con cariño, pegar mi frente a la de ella y sentir su descontrolada respiración chocar contra la mía, sé que nada de esto está bien y que cuando la vi prometí odiarla, solo que eso se me ha hecho imposible porque nunca dejé de amarla.

—Ania

—Esto no está bien —ella se aleja unos pasos y odio no sentirla cerca —quieres aún casarte con Malena y no puedes besarme Sebastian —mira mis ojos, sus mejillas están rojas —tu interés es salvar la empresa y para eso, debes

—¿Y si renuncio a todo eso? —me mira confundida y hasta yo me sorprendo de mis palabras —¿y si encuentro otra forma de salvar mi empresa? —me acerco a ella —¿y si quiero estar contigo qué, Ania? ¿Acaso tú no quieres? —sonríe dejando de mirarme

—Claro que quiero pero

—¿Entonces? —tomo sus manos —encontraré otra forma Ania —me pierdo en sus bonitos ojos —cualquier otra forma que me permita tenerte conmigo porque aunque me resistí a verlo sigo amándote —sus ojos brillan —te amo sí a pesar de que te fuiste, a pesar de no decirme que era padre, a pesar de todo, de que todos estén en contra, yo te sigo amando —Ania sonríe

—También te amo Sebastian —sonrío al escuchar sus palabras y no, ahora no quiero perderla, no cuando la vida nos da una segunda oportunidad —debo ver a Kai —ella deja de mirarme

—¿Qué pasa con él?

—Perdón no te dije —pasa las manos por su rostro —Kai está con fiebre —la preocupación llena mi pecho

—Iré a verle entonces —digo, pero solo me quedo viéndola a ella —Ania —mira mis ojos —olvida a mi madre, voy a encargarme de ella, le hablaré para que nunca más te moleste

—Gracias —se acerca a mí —hay algo más —la miro interesado —creo que Kai finge su enfermedad —mis cejas se alzan —no ha dejado de decirme que te llame y te diga y además, ambos están raros, no sé cómo lo hacen, pero su temperatura se siente elevada, solo que ellos son muy inteligentes y creo que fingen —suspiro para luego sonreír

—Vamos a averiguarlo ahora —digo, solo que antes de alejarme de ella le robo otro beso, Ania ríe y voy hacia la habitación de los gemelos con una sonrisa enorme, una que hace mucho no tenía.

—¿Quieres algo de comer en específico mi pequeño? —pregunto sentado en la cama de Kai que está acostado y completamente tapado, él me mira y niega

—Solo quiero que te quedes a dormir aquí con nosotros —miro hacia Ania y su mirada dice te lo dije —por favor papá —el pequeño toma mi mano —me siento muy mal —se queja al borde de las lágrimas y si fingen lo hacen demasiado bien, miro a Kilian que está a su lado pasando una mano por el cabello de su hermano, por Dios, ahora mismo deseo que no estén fingiendo porque si son capaces de hacer esto no imagino el resto.

—Me quedaré a dormir aquí —ambos me miran y sonríe —pero iremos al hospital —me pongo de pie

—No papá —Kilian se adelanta —estará bien

—No, no lo está, tiene mucha fiebre —hablo y saco mi teléfono —mejor llamaré a mi doctor para que venga hasta aquí —los gemelos se miran entre sí y me alejo unos pasos de ellos llevo mi teléfono a mi rostro como si estuviese en una llamada —Doctor, necesito que venga a la dirección que le enviaré, es con urgencia —hago una pausa —mi hijo —sonrío mirando hacia Kai —tiene fiebre, si quizás un virus, exacto —río —trae los medicamentos, descuida, él es fuerte, aguantará las inyecciones —miro hacia los gemelos que tragan en seco —si doctor si, las que quieras ponerle, es un hombre —sonrío y guardo mi teléfono, miro a Kai —una semana de inyecciones y se te pasará hijo, no te

—No tengo nada —se pone de pie —por favor no me inyecten —lloriquea —solo fingía —habla rápido y atropelladamente —alteramos el termómetro y

—Y estarán castigados toda una semana —Salta Ania que se les acerca —¿saben el susto que me dan?

—Mamá solo queríamos que papá viniera —habla Kilian —y que se quedara a dormir contigo, ya que él y su novia han roto —las mejillas de Ania se tiñen de rojo y aguanto la risa.

—¿Cómo saben que rompieron? —los gemelos parecen quedarse mudos —hablen ahora

—Hicimos que un fotógrafo les sacara fotos cuando fueron a comer —mis ojos se abren en demasía —y las compartimos en Internet —Ania parece a punto de estallar

—Lo que han hecho —bufa —¡están castigados! —ella va hacia la puerta y sale, miro a los gemelos

—Papá

—También estoy enfadado —los señalo —y si, me hubiera quedado, pero ahora no lo haré —la tristeza inunda los ojos de ambos y salgo de la habitación.

—Es increíble —habla Ania que se mueve por la cocina —creen que todo esto es un juego y

—¿Puedo quedarme a dormir? —mi pregunta detiene sus movimientos y me mira con lentitud —quiero hacerlo —sus mejillas siguen rojas y se ve tan hermosa así, solo que ella niega lentamente y mis esperanzas van a la basura

—Sería darles lo que querían Sebastian, premiarles sus travesuras —asiento con lentitud

—¿Es por eso o es porque no quieres? —sigo mirando sus ojos

—Los gemelos necesitan ver que sus acciones tienen consecuencias —vuelvo a asentir —y además, es mejor ir lento —deja de mirarme —nos besamos si y tenemos dos hijos, pero no significa que vaya a darte ya un espacio en mi cama, creo que aún debes hablar con Malena y

—Te entiendo —voy hacia ella —y haré todo como tú quieras —llevo mis manos a su rostro y ella sonríe —solo no quiero que mañana te arrepientas Ania.

—No lo haré —susurra y ahora es ella quien se acerca y pega sus labios a los míos.

Bajo de mi auto y me acerco a mi casa, mis pasos se vuelven lentos y mi sonrisa se borra al ver a Malena salir de mi casa sonriendo, al verme camina rápido hacia mí sin dejar su sonrisa.