Capítulo: 18

Sebastian

He besado a Ania, le he dicho que la amo, he escuchado también un te amo de su parte y todos los sentimientos que tenía guardados han salido a flote, todas las emociones han cobrado vida de nuevo y todo es como si ella nunca se hubiera ido, estar hoy junto a ella y mis hijos fue tener la vida que siempre quise, una en donde soy feliz y tengo una bonita familia, pero ahora, ahora es como si alguien me hubiera despertado de ese sueño. Con cuidado hago que Malena se aleje de mí acabando con su abrazo, ella me mira confundida.

—No te creo —sus ojos se abren en demasía

—¡¿Crees que mentiría con algo así?! —chilla alejándose más de mí

—Creo que mi madre lo haría

—¿y por qué Sebastian? Por qué mentiría si quien me quiere recuperar eres tú —me señala —te recuerdo que dejaste muchos mensajes en mi teléfono, me llamaste, me hablaste.

—¡No te amo Malena! —acabo alzando la voz y ella me mira perpleja —solo quería casarme contigo por la empresa —soy sincero mirando sus ojos aunque duela —pero ya eso no me interesa porque hoy me di cuenta de que el dinero no es lo que más importa, yo amo a Ania, quiero estar con ella y mis hijos, no contigo —el silencio toma protagonismo, Malena solo asiente.

—Tendremos un hijo juntos Sebastian —aprieto mis dientes —y si no me crees entonces vamos mañana al hospital

—Iremos —ella asiente —pero un hijo no hará que me case contigo —soy claro viendo como sus ojos se llenan de lágrimas

—Volverás llorando a mí cuando lo pierdas todo y esa mujer te abandone —ella pasa por mi lado chocando mi hombro y se aleja, paso las manos por mi rostro y camino hacia mi casa, no ahora, no es posible, ella no puede estar embarazada, si eso es verdad sé de sobra lo que Ania pensará, esta no me querrá en su vida, ella es demasiado buena, bufo al entrar a la casa y al ver ahí a mi madre me acerco a ella.

—Es una de tus mentiras ¿verdad? —sigue sin mirarme de espaldas a mí —tú le llenaste la cabeza a Malena con tus cosas, tú sabes que Ania no querrá romper una familia, por eso intentaste eso —mi madre al fin me mira

—Malena te ama hijo —niego con la cabeza

—¿Acaso odias verme feliz? —me acerco a ella

—Te demostraré que esa mujer no te ama —mi madre sonríe —te darás cuenta Sebastian cuando Ania te vuelva a abandonar y ahí me darás las gracias —se aleja de mí —en cuanto al embarazo de Malena —la miro —felicidades, volverás a ser papá —cierro los ojos con fuerza mientras ella solo se aleja y luego me acerco a la bebida sobre la mesa y me sirvo un trago, bebo todo el contenido con miedo, miedo de que eso sea cierto, miedo de que mi madre haga algo, algo realmente malo, porque sé que algo trama contra Ania y entonces esta se alejará, aprieto con fuerza el vaso en mi mano.

—Creo que estás en problemas —escucho la voz de Fernando y suspiro

—Sé que ese embarazo es falso —vuelvo a servirme otro trago.

—Y entonces —él ríe —¿por qué tan preocupado hermano? —volteo hacia él y le miro, parece que se divierte con todo lo que sucede por lo que solo me alejo sin ánimo de seguir hablando.

El dolor de cabeza no se va por más que tome las pastillas que tome, ni siquiera puedo concentrarme y trabajar como debo, ya agendé la cita con el doctor y dentro de dos días Malena y yo iremos a verle, pongo mi cabeza sobre mis manos y me quedo así con los ojos cerrados.

—Te traigo café —escucho la voz de Ania y la miro —¿sigues con dolor de cabeza? —sonrío mirando sus ojos —¿cómo te ayudo?

—Todo lo que necesito está frente a mí —ella sonríe, alejo mi silla de la mesa y la invito a sentarse en mis piernas, Ania duda pero se acerca

—Es el trabajo —comenta luego de sentarse y sonrío al notarla tensa

—Y soy tu jefe, el de todos, así que hago lo que quiero —expreso tomando su rostro y haciendo que me mire, sin pensar en nada la beso, quiero olvidar los problemas, a Malena, su supuesto embarazo y a mi madre también.

—¿Qué te sucede? —ella toca mi rostro con cariño —Sebastian

—Solo es trabajo —miento mirando sus ojos y sintiéndome horrible por eso, pero no hablaré hasta tener certeza de algo, no quiero perderla nuevamente. —y quiero que al salir vayas conmigo a comer

—¿Una cita? —sonríe como una niña sacándome una sonrisa

—Una cita señorita —tomo una de sus manos —la primera de muchas —beso su mano y ella ríe haciendo que el dolor de cabeza se calme.

★★★

Ania

Con el corazón a mil, la felicidad en mi pecho y mis manos temblando entro a la casa, sonrío como tonta pegada a la puerta y sí, parezco una adolescente ahora mismo, sé que ya todos en la casa duermen y suspiro, por suerte hoy no tendré que responder preguntas incómodas de los gemelos que querrán saber en donde cené y con quien estuve parte de la noche, espero que el sueño no acabe y al llegar a mi habitación me tumbo sobre la cama sin poder dejar de pensar en Sebastian y aún no estoy segura de que todo sea real por eso voy despacio, sin prisas aunque con él, solo me dan ganas de correr, agotada y feliz cierro mis ojos.

—Mami, mami —siento la voz y como me empujan, rápido abro los ojos, Kai y Kilian están sobre mí en la cama, ni siquiera sé en que momento me quedé dormida.

—Pequeños —comienzo a toser al sentir el fuerte olor a humo

—Algo se quema mami —el sueño se va rápido y mis alertas se encienden, rápido salgo de la cama, mis pequeños me siguen y salgo de la habitación, el olor es más fuerte, casi no puedo ver y voy hacia la puerta principal sin soltar las manos de mis niños, solo que me detengo al ver el fuego por todos lados, mi ritmo cardíaco se acelera, mi miedo se hace más fuerte y mis hijos solo tosen a mi lado, sin pensar en nada cambio de rumbo y entro otra vez a mi habitación, no puedo dejar que el miedo me venza aunque esté aterrada y estando aquí solo un pensamiento llega a mi mente, Johana, mi amiga está en la casa y debo buscarla.

—Debemos salir de aquí —hablo yendo hacia la ventana, la cual abro rápido, luego miro a los gemelos —los ayudaré a salir —ellos asienten —y se alejarán de la casa