Julian

Capítulo Cero

Jueves 05 de Noviembre, 2016

 

Julian 

 

   ¿Qué tan normal era despertarse de la nada a mitad de la noche cuando no hay ruido alguno que te moleste? No había nadie en casa a esta hora de la madrugada, todos habían salido desde ayer al aeropuerto a dejar a mis padres que se iban de vacaciones a no sé dónde, que en verdad, no me importa mucho saber el lugar. 

   La madrugada se encontraba helada, el cielo se mantenía nublado y las estrellas no alcanzaban a verse. Tomo una bocanada de aire después de retirar las sábanas que estaban abrigándome durante la fría noche, me levanto de la cama dispuesto a salir para tomar un poco de aire fresco. 

   Camino para asomarme al balcón de mi dormitorio, con un sonido en seco abro rápido la puerta. Si hubiesen más personas aquí en este lugar de seguro las hubiese despertado en este momento y tuviera a medio mundo haciéndome preguntas del porqué me he levantado a estas horas.

    Pero, ¿qué hacía ahí de pie afuera en mi balcón a las dos y media de la madrugada descalzo y sin un abrigo? No lo sé, no tengo ni la menor idea de que hago en este instante de pie.

    Suelo ser así. Cada día me despierto a estas horas después de tener una fuerte pesadilla, nunca dije nada a mis padres acerca de mis "sueños" normales y de los cuales ninguno lo es. Quizá porque no les importa mi comportamiento nocturno, y siendo sincero, tampoco me gusta a mí.

    — ¿Qué haces aquí? —Pregunta una voz suave a mis espaldas, que sin necesidad de darme la vuelta puedo adivinar a quién pertenece.

    — ¿Qué no fuiste al aeropuerto con mamá y papá? 

    — No —contesta—, me han dejado en casa para encargarme de qué tú y tus desórdenes estuvieran muy bien en estos días.

     Suspiro. 

    — ¡Vaya, vaya, vaya! —Exclamo—. Asi que tú serás mi niñera —la observo de reojo sentada en la silla afuera de mi dormitorio.

    — Puede que suene raro, Julian —. La forma en la que pronuncia mi nombre me desespera, dándome ganas de ignorarla y seguir con mis enredos mentales que me cargo cada día, pero hoy me siento con ganas de aguantar sus palabras.

    — ¿Cuándo será el día en que pronuncies correctamente mi nombre, Beca? —Sonrío.

    — Por favor Julian, no me vuelvas a llamar de esa manera.

    — Lo haré hasta que pronuncies Julian como debe de ser —me observa—. Espera, ¿no sabes pronunciarlo? —Asiente—. Qué patético suena eso, pues déjame decirte que se pronuncia con y de yema.

    — Entonces Julian —vuelve a pronunciar mal mi nombre— estaré en la sala por si deseas ayuda en algo, recuerda que no puedes estar mucho tiempo despierto.

    — Lo sé Beca, lo sé —digo—. Ahora por favor sal de mi dormitorio y déjame estar aquí solo bajo la supuesta luz de la luna que esta cubierta por neblina  que no me deja apreciar las estrellas que en este momento deberían de estar allá arriba para poder tomarles una fotografía y presumirlas con mis amigos para que sepan que si sirvo para algo en esta mugrosa vida que llevo y para que mis padres se sientan por fin orgullosos del estúpido hijo que tuvieron la mañana del cinco de diciembre del dos mil uno —sollozo.

    No dice nada, se mantiene en silencio y eso hace que me ponga nervioso y empiece a sudar de la nada. Debe hablar, debe decir al menos un mísero todo estará bien o soy capaz de caer en este momento.

    — Julian —coloca su mano en mi hombro—, ¿todo está bien con tu círculo de amigos?

    Me niego, nada esta bien con ellos. Me utilizan, me hacen saber que no soy bueno en nada y no puedo salir de ahí sin sentir un gran vacío en mi ser.

    — Julian, no puedes seguir dejando que el mundo se apodere del control de tu vida y haciéndola de menos.

    — Lo sé.

    — Porque déjame decirte que vales mucho y aunque tú no lo quieras ver tienes muchos talentos para dar a demostrar a las personas de allá afuera. Solo debes aceptar quién eres para poder seguir adelante —me abraza.

    — Si tan solo fuera fácil, Beca —busco refugio en sus brazos —. Nada es fácil para mí en esta vida de mierda.

    Masajea mi cabeza.

    — Créeme, si es fácil, aunque ante tu vida todo se vea un poco nublado es así como las nubes cubren las estrellas. No se ven, pero el brillo permanece ahí y después de que la neblina se va ellas vuelven a aparecer para brillar.

    Cierro mis ojos.




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