Julian

Capítulo Dos

Los colores me estresan al amanecer 

 

Miércoles 12 de Febrero, 2016

 

Julian

 

   La  oscuridad era irritable; en lo personal detesto todos los lugares en los que la oscuridad es lo primero que encontrarás. Se me hacen muy vacíos, aburridos y sin ambiente. No es que ame la luz o los lugares en donde haya mucha iluminación, pero suelen ser mejores para mis actitudes.

   Beca una vez me llevó por las malas a la pequeñafiesta de su mejor amiga para que me distrajera del mundo real y fuera a divertirme un poco con ella. Lo que ella no sabía era que también detesto el ruido de la música al cien, me estresa ver a las personas saltando al ritmo de la música sin sentido de ahora que ni debería ser llamada música. Además, todos los presentes olían súper mal a alcohol mezclado con sudor y era terrible para mis fosas nasales.

   Desde ese entonces me mantengo alejado de las fiestas, hasta que ayer por la tarde alguien tocó la puerta. Estirando su brazo me entregó una carta para luego marcharse sin decirme nada, el papel era dorado y a un costado tenía mi nombre en letras negras con una estampilla.

   Era muy obvio que era una carta formal por la estampilla, aunque al abrirla me encontrase con todo lo contrario.

 

Julian, me alegra poder contactarme nuevamente contigo. Han pasado

tantos años desde la última vez que nos vimos, espero y 

puedas asistir a mi fiesta este fin de semana en el gran salón

al sur del país. Me encantaría contar con tu presencia para que charlemos 

de todo lo que nos hemos perdido.

 

Amara

 

   Que ridícula es esta mujer y que patética carta la que me envió. ¿En serio existen las personas así de estúpidas que después de herirte te invitan a sus fiestas así como si nada hubiese pasado? Me sorprende cada día más la estupidez humana.

   Rompo la carta en mil pedazos y la deposito en el bote de basura de mi dormitorio. Esta muy loca si cree que yo asistiré a su fiesta de cumpleaños después de tres años sin comunicarnos. Es más, me da inquietud de saber cómo supo en dónde vivía actualmente.

   Me tiro a la cama provocando un ruido de la cabecera contra la pared y dejo salir un soplido de mi boca. Observo el techo, el color blanco hace que me relaje al verlo todos los días cuando abro los ojos y enciendo el teléfono. 

   Me siento, cojo el control remoto y enciendo el televisor para matar la mañana viendo alguna película en equis canal o bien poder ver noticias e informarme de todo lo que sucede en el país. Pero vamos, a nadie le importa ver noticias, para eso existen los teléfonos que te avisan hasta cuando alguien le es infiel a su pareja.

   Y ahí, estando sentado en mi cama viendo una película aburrida de superhéroes, me llega una idea que me hace sonreír. Al final, creo que si puede ser una muy buena idea ir a la fiesta de Amara e inspeccionar muy bien el lugar, pero no sin antes convencer a Beca de que vaya conmigo como acompañante para cuidarme. Y con cuidarme me refiero a que me cubra el trasero de los mismos chicos de siempre, que dolor de cabeza en verdad.

   Toco la puerta de su habitación mientras pienso en las palabras correctas para convencerla de que vaya conmigo a ese lugar que ella sabe muy bien que no me agrada tanto. Abre la puerta y me observa fijamente esperando a que diga algo.

   —Beca  —digo—, ¿cómo estás?

   Toca mi frente con la palma de su mano.

   —¿Te sientes bien?

   —Estoy de maravilla —sonrío.

   —Julian, no nací ayer —dice—. Ya dime de una vez que quieres antes de que te tire la puerta en la cara, y créeme que si soy capaz de hacerlo.

   —Okay —tomo aire—, quiero que me acompañes el fin de semana a la fiesta de Amara para que no me sienta solo y para que me cubras el trasero por si los chicos odiosos de la escuela están ahí presentes y quieren humillarme frente a todos asi como la última vez que terminé llorando en una esquina de la casa de Gustavo.

   Respiro hondo, siento el sudor en mis manos y me limpio en mis pantalones. Se mantiene en silencio y siento que en cualquier momento gritaré si no responde.

   —Veamos sí entendí —me observa—. ¿Quieres que vaya contigo a la casa de la chica que una vez estuvo a punto de matarte?

   Asiento.

   —¿Eres estúpido?

   —Beca, recuerda que habrá alcohol gratis y chicos lindos disponibles toda la noche por si quieres ligarte a uno. Mira, capaz y encuentres a tu media naranja en esa patética fiesta mientras yo busco la manera de cómo patearle el trasero a la mugrosa de Amara para que vea lo que se siente —le doy una palmada en el hombro y me doy la vuelta dispuesto a bajar las escaleras y olvidarme de ese tema.

   —Me asusta saber que tu instinto vengativo esta armando un plan de venganza —dice mientras me sigue—. Porque la última vez casi quemas un automóvil y dejas libre a un montón de perros de una casa que no sabíamos que existía.




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