Julian

Capítulo Cuatro

Mi cuerpo me desagrada

 

Sábado 02 de Agosto, 2016

 

Julian

 

   El viernes había empezado súper bien, al menos eso pensé después de tener un par de panes con mermelada en mi estómago luego de un estúpido mal sueño. Beca estaba ahí, como siempre, dándome una palmadita en la espalda y susurrándome un todo estará bien.

   Sinceramente no puedo imaginarme una vida fuera de esta casa, independizarme y tener que pagar todo por mi propia cuenta, conseguir un trabajo, pagar renta o comprar una casa, hacer las compras. No, definitivamente no me veo viviendo solo, no puedo.

   El sábado cayó encima en un abrir y cerrar de ojos. El cielo estaba gris, rugía anunciando una pronta tormenta que sin duda alguna me hará sonreír y pasar un buen día. 

   Ahí estaba él, dejando un beso en mi frente, acariciando mi cabello, viéndome directo a los ojos. Demostrando sinceridad, cariño y sin duda alguna, seguridad. Su sonrisa me relaja, su tacto es delicado y causa que se me achine la piel. Su respiración puedo sentirla muy cerca de mí, mi estómago tiene miles de emociones que parecen como si tuviera bichos ahí adentro.

   —¿Qué tanto me observas? —Pregunta acariciando nuevamente mi cabello, masajeándolo con sus dedos y jugando con los pequeños rulos que se me hacen al estar despeinado—. Estás muy entretenido.

   Sonrío antes de sentarme en la cama quedando frente a frente.

   —Te veo a ti —tomo su mano—, solo a ti.

   —Pero decías que no me conocías.

   —Tú mismo dijiste que te conocía muy bien, y creo que tengo memoria de ello aquí —señalo mi cabeza con mi dedo y ríe.

   —Eres muy inteligente, ¿lo sabías? —Acaricia mi mejilla—. Tienes esa capacidad de enamorar a cualquier persona con tan solo conocerlo bien, tú y yo nos conocemos desde que éramos unos bebés. Mi madre y la tuya eran muy unidas y cuando se enteraron que tendrían un hijo se volvieron locas, salían a todos lados juntas y compraban ropa por montones, y eso que tu madre ya tenía a tu hermano. 

   —¿Quién eres en realidad? ¿Cuál es tu nombre?

   —Solo tú lo sabes, solo tienes que trabajar un poco más en tu memoria para poder recordarlo —se acerca—. No es tan difícil —puedo sentir su respiración mezclándose con la mía —justamente lo estás diciendo.

   —Julian —abro los ojos—, Julian —muevo la cabeza y me encuentro con Beca viéndome con atención mientras sostiene dos tazas—. ¿Qué estabas soñando?

   Me pongo de pie y me entrega la taza en mis manos. Doy un sorbo del líquido caliente y me siento afuera en el balcón para poder ver el amanecer. Beca levanta una ceja y sigue esperando su respuesta.

   —Julian —dice.

   —¿Qué quieres saber en realidad?

   —Cuéntame acerca de tu chico, no puedo juzgarte por haberte enamorado —se encoge de hombros y da un sorbo de su café—. Me encantaría saber de él, ya sabes, para estar segura de quién es y si es el indicado para ti.

   —¿Qué eso no lo decido yo?

   Niega.

   —Se llama Jackson Harris y créeme que desde que lo vi la primera vez me dio intriga por saber de dónde carajos había salido porque apareció de la nada mientras estaba en el parque frente a la iglesia.

   —No me sorprende, la gente de esta ciudad es un poco rara, además que no hay tantos habitantes como en otros estados.

   —Ese no es el punto, no hablamos de población y de Geografía, hablamos de Harris y de su manera rara de aparecer cuando me siento solo y no sé qué hacer —sigo tomando mi café—. ¿Y si no es un humano?

   —Julian, Harris no es un monstruo o un alienígena —dice —. Tal vez solamente eres un poco despistado que no te das cuenta de eso.

   —Aún no sé quién es en realidad, pero hay algo que me dice que es lo que necesito para completar mi objetivo. Por esa razón no lo alejo o trato de evadirlo.

   —Me parece que deberías de conocerlo un poco más, y ya luego decides que hacer con él. Por el momento te puedo decir que me cae súper bien —levanta su taza y sale de mi dormitorio.

   ¿Era Harris un buen chico? ¿Y si solamente quiere utilizarme como lo han hecho las demás personas de mi edad? ¿Puedo confiar en él?

   No lo sé, solamente recuerdo su nombre, no recuerdo nada más que eso. No me dijo su edad, no me dijo sus pasatiempos y tampoco sé quién es aquella mujer que fue la mejor amiga de mi madre.

   Tal vez la conocí cuando era un bebé, pero obviamente no recordaría nada de eso ya que apenas y puedo recordar que hice hace una semana. Dejo salir el aire que retenía y me lanzo hacia la cama.

   Mi teléfono vibra. Si, otro teléfono. Mis padres me dieron uno nuevo con la condición de que si lo volvía a “perder” yo tendría que comprarme uno por mi propia cuenta. Y no, no deseo gastar mis pocos ahorros en un teléfono.

 

Desconocido 11:50 A.M.

 

¡Julian, hola!




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