Me intimidan los adultos
Jueves 22 de Mayo, 2017
Julian
Susurro muchas veces la palabra que a diario me repetía mi madre. Esa que me recordaba a cuando era más pequeño y a todas las mañanas en las que me tomaba un vaso de leche y comía un pan para el desayuno. La vuelvo a susurrar y llamo la atención de un chico en el parque.
—¿Estás bien?
Asiento.
No, no lo estoy. Estoy susurrando para sentirme bien conmigo mismo y no tirarme al suelo a encogerme y sollozar como siempre hago cuando tengo problemas. Lo que es un poco infantil de mi parte.
—¿Cómo te llamas? —Pregunta el chico acercándose a mi banca—. No te había visto por acá antes, ¿eres nuevo aquí?
No lo observo.
—Julian —digo—, y llevo viviendo aquí toda mi vida, desgraciadamente —susurro lo último.
—¿No te gusta este lugar?
—No.
Toma asiento a mi lado, me muevo un poco para darle espacio y también para no estar muy pegados. Necesito mi espacio personal y este chico vino a quitar lo único que puedo tener en este lugar lleno de árboles.
Respiro.
—Hace mucho tiempo me mudé a este lugar, estaba igual que tú —siento su mirada encima—, no quería estar en mi antiguo hogar y les dije a mis padres que nos mudáramos. Mi padre obtuvo una mejor oferta de trabajo aquí y fue una buena excusa para salir de aquel lugar. Pero la verdad es que ahora me hace mucha falta, el ambiente era mejor al igual que los lugares que estaban cerca para visitarlos.
—¿En dónde vivías?
—Nací en New York, cerca de Times Square y de los demás lugares que son muy visitados por los que vienen a este país. Era mejor allá, todo era mejor allá.
—¿Por qué me cuentas eso? —Pregunto—. Me conociste hace unos minutos. Es más, apenas y te dije mi nombre y no estás seguro de que si te dije el real o te estaba mintiendo.
Sonríe.
—No tengo que conocerte del todo para decirte que deberías de estar feliz de haber nacido en este lugar. No te negaré que está muy hermoso —se encoge de hombros—. ¿En verdad quieres irte de acá?
—Quiero viajar y conocer muchos lugares de acá. Solo he visto New York en fotos y nada más.
—Algún día lo conocerás, tenlo por seguro —se pone de pie—, ahora debo irme a casa antes de que mi madre explote mi teléfono de llamadas. Fue un gusto haberte conocido, Julian.
Se marcha, dejando atrás una plática muy rara entre desconocidos y la incomodidad de haber hablado con él. No suelo hablar tanto con gente que no conozco, desde niño me lo enseñaron y aún sigo haciéndolo.
Mi teléfono suena, observo la pantalla y lastimosamente es mi madre la que llama. Hace poco tuvimos una pelea, gritos y más gritos en la casa que me atormentaron hasta el punto de caer al suelo. Si, caí como si me hubiese muerto en el instante, a la mañana siguiente me encontraba acostado en la cama como si nada y con Beca a mi lado sonriendo como maniática.
Y ahí estaba el teléfono sonando nuevamente, rechazo la llamada y me levanto de la banca para poder caminar un poco y respirar aire fresco. Los niños estaban jugando en el parque, en ese en donde me encontré con Jackson hace mucho y tuvimos la charla más loca y extraña de mi vida.
Un carro se estaciona al lado mío, una de sus ventajas baja y echo una mirada rápida para ver de quién se trata. No lo conocí, esa mirada era nueva para mi mente y mis recuerdos.
—Disculpa —habla el hombre dentro del carro—. Podrías decirme dónde encuentro la casa de los Gutierrez, por favor.
¿Mi casa?
—¿Para qué desea saber la ubicación de esa casa?
—Tengo información importante para ellos —sigo caminando para evitar seguir hablando con ese hombre —, no seas descortés y dime dónde queda la casa.
No presto atención, coloco mi gorro y bajo la mirada.
—Sé quien eres, Julian. Conozco muy bien a toda tu familia y por ende te conozco a ti. No te preocupes, no pienso hacerte daño, solo tienes que darme la dirección de tu casa. Lo prometo —sonríe.
No, corre y saca a Beca de esa casa inmediatamente.
~ • ~ • ~ • ~
Todo iba muy bien, tan bien que estaba debajo de un puente en las afueras de la ciudad. No, no estoy seguro de mi ubicación en este momento, no recuerdo haber estado aquí antes. Hay mucha luz y personas en las calles gritando como locos.
—¿Por qué estamos aquí?
—Beca, mantente callada e intenta dormir.
—En serio, estamos debajo de un puente. No sabemos que clase de gente vive aquí, lo mejor sería que llamaras a Jackson —la observo—, tal vez él puede brindarte ayuda en este instante.
Una muy buena idea, aunque no estaba seguro de llamarlo para pedirle ayuda. No lo veía desde hace semanas, dejamos de textearnos después de que casi nos descubrieran en mi cuarto muy juntos.
—No tengo muchas ganas de hablar con él —digo—, pero puedes llamarlo tú si quieres.
Le doy mi teléfono -que es el único que tiene carga- y marca el número del chico que no quiero ver porque me moriré de pena al verle la cara. Se lleva al oído el aparato, me observa fijamente y asiente para luego devolverme el teléfono.
—¿Qué? ¿Tan rápido? —Asiente—. Pero si no duraste ni un minuto.
Se encoge de hombros y camina lentamente dejándome atrás en una confusión. Jackson es un chico raro, y eso es lo que a mí más me llamó la atención de él. Y estoy seguro de que sabe perfectamente dónde estoy parado en este momento debido a que lo conozco más de lo que creo.
—Camina y deja de pensar en la llamada.
—¿Qué dijo? —La sigo.
—Creo que ya estabas pensando en eso y la respuesta es un si. Sabe dónde estamos y viene en camino para ayudarnos.
—¿Y por qué nos vamos de aquí? Podría ser peligroso estar aquí y no me siento bien como para pelear con hombres en la calle —se da la vuelta y parpadea.