La tecnología me asusta
Domingo 07 de Febrero, 2019
Julian
Las paredes contenían demasiadas fotos mías con Harris tomados de la mano, abrazándonos, besándonos o solamente viéndonos fijamente como dos chicos enamorados con demasiada locura. Habían muchas para ser honesto, Harris parecía tener una pequeña obsesión con colocar fotos en su pared de nuestros mejores momentos juntos y puedo decir que me agrada eso de él, me hace sentir importante en su vida.
Sonrío.
—Me da pena que a veces las personas hagan cosas sin pensar —susurro.
Tomo una en especial, aquella en donde salimos a caminar a un pequeño parque. Cumplíamos el aniversario de una de nuestras mejores fechas que era “prometernos cuidarnos mutuamente” lo cual puede sonar muy infantil de nuestra parte.
—Lo recuerdo muy bien —suspiro.
Las observo todas y luego les doy la espalda para tomar el teléfono de mi mesa de noche. Lo desbloqueo y, mientras me lleno de valor, entro al chat del número desconocido. Era él, Harris tomado de la mano y besando a otro chico. No pude ponerme a pensar un momento y tratar de preguntarle si aquello era real o se trataba de un foto montaje.
—Soy un idiota —digo.
—No lo eres, pero a veces tiendes a no pensar dos veces las cosas y actúas tan inmaduro que das dolor de cabeza. Por favor no dañes tu relación por mensajes de desconocidos que tal vez están buscando que Harris y tú terminen. ¿Qué no te das cuenta de eso? —Beca me entrega una taza de café y se sienta en la orilla de la cama—. Solo piensa en lo feliz que te hace Harris, hermano. Sé que no quieres terminar con él por una tontería, se les nota a los dos que babean entre sí cuando se ven las caras.
—Pero soy un idiota.
—Lo sé muy bien.
Harris se había convertido en una parte importante en mi vida, se había robado parte de mi corazón sin importarme cuanto me dolería si algún día sucedía algo como esto y se acababa todo. Pero Beca tiene razón, no debería dejarme llevar por mensajes de personas que no conozco y que envían fotos que tal vez y sean falsas.
—Habla con él.
Asiento.
—¿En dónde puedo encontrarlo?
—Lo vi ir a la bodega, tal vez aún esté ahí.
—Gracias, Beca —dejo un beso en su frente y sonrío para dejarla sola en la habitación .
Bajo a la primera planta encontrándome con soledad absoluta y un silencio abrumador. Abro la nevera para sacar dos gaseosas y salgo por la puerta trasera en busca de Harris en la bodega. Toco la puerta buscando su ¿quién es? pero nadie responde. Vuelvo a tocar y una cara sonriente me abre la puerta.
—Julian, lamento si no escuché antes —dice—, estaba escuchando música y pues estaba a todo volumen —se quita los audífonos y los deja a un lado—. ¿Qué te trae por acá, guapo? ¿Está todo bien? ¿Necesitas algo? ¿Una dosis de besos?
Le entrego la soda y asiente en respuesta.
—Yo —susurro—, necesito hablar por primera vez desde el corazón contigo y no tratar de mentir con mis ideas.
—¿A que te refieres?
—Harris, sé que a veces actúo de una manera muy inmadura y que te hago daño sin pensar con mis estupideces. Pero es algo que no he podido controlar y me duele que el dañado seas tú. Temo a que un día te haga algo peor que daño emocional o físico y eso que no te golpeo. Pero te quiero pedir perdón por ser celoso a veces, por decirte cosas estúpidas como la de ayer sin preguntarte si era verdad o no mostrar tanto interés como tú lo haces —me tiro al suelo—. Tengo mucho miedo de todo Harris, extraño mucho a mis padres y a la vez tengo que agradecerte por todo el apoyo que me has dado a mí y a Beca. Jamás podré pagarte por todo esto que haces. Lo lamento mucho, bebé.
Coloca la lata vacía en el cesto de la basura, se sienta al lado mío en el suelo y me envuelve en sus brazos. No lo pienso dos veces y lloro en su pecho. Dejo salir todo mi llanto y dolor de mis adentros. Sus manos me dan palmadas en la espalda y suspira mientras susurra cosas.
—Tampoco soy perfecto como para que me eches todo el crédito Julian. Ese día cuando te dije que era como un ángel guardián que venía a protegerte era en serio —me observa—. Eres mi novio y aparte de eso mi único mejor amigo y debo protegerte y ayudarte a afrontar todos tus problemas. Debo confesarte que me encantas y que eso que dices tú que son actos malos que haces no lo son en realidad. Lo haces porque es parte de ti y de tu vida. Es algo que no podrás cambiar, pero si me molestó e hizo sentir mal ayer que no me hayas preguntado sobre eso y dijeras que te sentías insuficiente.
—Lo lamento —bajo la mirada.
—No, él que lo lamenta soy yo por hacerte pensar en que eres insuficiente. No lo eres Julian, eres lo más importante que tengo ahora y eres el mejor hombre que he conocido en mi puta vida y no me arrepiente de haberte pedido que fueras mi novio. Fue la mejor idea que se me pudo ocurrir.
Sonrío.