Julian

Capítulo Quince

La traición es mala

 

Lunes 23 de Abril, 2019

 

Julian

 

   Tomo un sorbo de mi café mientras observo la vista desde la ventana del hotel. Se ven varios edificios y se alcanza a divisar la avenida principal y la importante de la ciudad. Suspiro y entrelazo mi mano con la de Harris. Beca se encontraba dando una vuelta cerca, saliendo con la excusa de que nos traería una dona de chocolate como obsequio si la dejaba ir sola. New York puede lucir inocente, pero es muy peligroso a todas horas. Así que ahí estaba también en la ventana tratando de verla para comprobar que viene bien.

   Había visto a mi hermano hace unos días, no, no era Theo y en parte estoy mejor de que no haya sido él. No nos hemos visto desde la pelea que tuvimos en casa aquel día en que fuí a dar al hospital por su culpa. Es más, una persona como él debería de estar tras las rejas. Sin embargo, mi otro hermano o medio hermano, me dijo que quería tratar de pasar tiempo con nosotros y conocernos. Cosa a lo cual me negué y salí corriendo de la tienda no sin antes pagar los artículos que llevaba.

   —Pienso en que tengo una familia muy loca, Harris —digo—. ¿Por qué me tocó una familia tan loca?

   Ríe.

   —No te quejes, yo no he visto a mi padre en muchas semanas y nunca conocí a mi madre. Así que ambos tenemos ese problema de las familias locas —sonríe—. Lindos bóxers por cierto.

   —Escogí los naranjas porque sé que es tu color favorito.

   —Y se te ven perfectos —me guiña el ojo—, pero se verían mejor si estuvieran encima de mí mientras mis manos los van retirando poco a poco —muerde mi cuello—. ¿Te gustaría?

   —Andas muy caliente el día de hoy —digo—. Pero claro que me gustaría.

   Dejo la taza de café a un lado y me lanzo a sus labios mordiéndolos. Mis manos se deslizan por su espalda desnuda y él me carga entre sus brazos. Me tira en la cama y, mientras desliza mi bóxer, alguien entra a la habitación de golpe.

   —¡Estoy harta y decepcionada a la vez! —Grita Beca.

   Tomo la sabana rápidamente y me cubro. Ella nos observa y parpadea. Suspira y toma asiento en el pequeño sofá de la habitación.

   —Perdón por interrumpir su pasión pero acaba de encontrarme con papá.

   —¿Encontraste a papá? —Digo.

   —Eso fue lo que dije —dice—, pero no es eso lo que me incomoda. ¿Ya sabes que es tu profesor de Ciencia quien se casó con él? —Asiento—. Es una locura, habiendo tantos hombres en el mundo se fue a casar con un profesor.

   Harris toma una almohada y se la coloca en las piernas para cubrir su pequeño problema. Ríe ante su acto y Beca vuelve a suspirar.

   —No me afecta tanto que se haya casado con él, me sorprende que ese señor se haya cambiado el nombre. O sea, cuando encontramos los documentos estaba otro nombre escrito.

   —¡Exacto! —Exclama Beca—. Ahora puedo decir que tengo una familia maniática.

   —Me preocupa también que te haya seguido y sepa en dónde nos estamos hospedando.

   —Eso no es de asombrarse —Harris se encoge de hombros—. Nos han seguido todo el tiempo como se los dije, así que no sería algo nuevo si nos encontraran aquí. ¿Crees que nos hagan algo? O sea, aún necesito procesar que conocí a Gaga, eso es mucho para similar y no puedo morir antes de comprenderlo.

   —Los dejaré solos —Beca se levanta—, cualquier cosa vengo corriendo a abrir la puerta —sonríe y sale cerrando la puerta de golpe.

   Observo a Harris.

   —Segunda vez que nos interrumpe en esto días cuando trato de hacer algo caliente contigo —coloca mis piernas alrededor de su cintura y me observa fijamente—. Pero hoy si te voy a dar para llevar, chiquito —su mano se posiciona en mi cuello y ejerce un poco de presión haciéndome gemir—. Que fetiche tienes con qué te ahorque, no lo entiendo pero me encanta —dice.

   Se deshace de su bóxer, saca un botecito de lubricante de su mochila y se echa un poco en los dedos. No era primera vez que lo hacía, pero esta vez si me había hecho un pequeño lavado antes de cualquier cosa. Anteriormente no lo hice y agradezco no haber hecho un desastre en el acto. Un dedo entra en mi y abro la boca. Él la cubre con su mano y entra otro dedo.

   —Sé que te encanta —los mueve con movimientos circulares y la sensación hace que mi pene pulse con cada movimiento—. Que rápido te dilatas.

  Saca los dedos, vuelve a tomar lubricante y ahora lo desliza por su pene. Lo lleva a mi entrada y viéndome fijamente entra en mí.

   —¡Mierda! —Digo.

   —¿Hace cuánto no lo hacemos? —Pregunta—. Te sientes apretado como si fueras aún virgen.

   Da embestidas rápidas. Gimo como loco y puedo sentir su respiración agitarse. Masajea mi miembro al mismo ritmo de las embestidas y me corro sobre mi pecho. Él sonríe de lado y puedo sentir que él hará lo mismo en unos segundos.

   —¿Julian? —Tocan la puerta.

   Harris sale de mí dando un salto y yo con las piernas temblando tomo la sábana y me cubro para abrir la puerta. 




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