Capítulo Veintiuno

¿Quién es Julian?

Martes 16 de Diciembre, 2015

Jackson

   Había estado la mayor parte de mi vida pensando en qué haría al crecer y con quién compartiría mi vida. Aunque pensándolo bien soy muy joven para andar pensando en cosas que no corresponden a mi edad, pero aún si me estreso con ello. 

   Pasaba por la Iglesia, aquella en donde siempre veía al mismo chico sentado en aquella banca lejos de los demás. Los niños se mantenían en el parque gritando pero mi atención iba hacia el chico.

   Su vista se mantenía perdida a un punto fijo, no le importaba que el viento alborotara su cabello y casi nunca sonreía. No hablaba con nadie en aquel lugar y verlo así me daba inquietud. Tenía ganas de sentarme a su lado e intentar entablar una buena conversación con él, pero creía que sería en vano ya qué tal vez me ignoraría.

   Pero no me importaba, me acerqué a la banca en donde estaba sentado y sonreí de lado al hacerlo. Él levantó la cabeza y me observó con una mirada en desacuerdo de lo que estaba haciendo.

  —Hola —digo.

   No contestó al instante, cambió su vista hacia la Iglesia y lo escucho suspirar.

  —¿Quién eres tú? —Pregunta—. ¿Por qué te sientas acá?

   Me das curiosidad.

   —¿Todo bien? —Pregunto.

   Sabía que el chico no iba a la escuela ya que en el pueblo en donde vivimos solo hay una secundaria y jamás lo había visto ahí. Sin embargo, el parque era el mejor lugar para encontrarlo. 

   Lo había visto mil veces antes como para no conocerlo, sus facciones eran grandiosas, su cabello me parecía el mejor de todos y las pocas veces que lo había visto sonreír me pareció ver una sonrisa sincera, de aquellas que muestran aprecio y honestidad.

   —¿Quién eres tú? —Repite.

   —Lo lamento mucho si mi presencia te molesta —digo—. Pero te vi solo y pensé que querías un poco de compañía. Ya sabes, siempre es bueno tener un poco de compañía.

   Evade mi mirada.

   ¿Apenado? ¡Já!

   —¿Quieres que me vaya? —Pregunto.

   —No.

   —Entonces me quedo —digo.

   —Te ves… —dice pero se detiene.

   —¿Cómo me veo?

   —…un poco… olvídalo.

   Una parte de mí ya sabía lo que trataba de decir pero al mismo tiempo me generaba curiosidad saberlo de su propia boca.

   Por cierto, lindos labios se cargaba este chico.

   —¿Quién eres? —Pregunta.

   Suspiro.

   —No te cansarás hasta saberlo, ¿cierto? 

   —Es que es muy raro que te sientes en una banca con alguien que no conoces. No lo sé pero es muy raro hacerlo.

   Río.

   —¿Qué es lo gracioso?

   —Nada —digo.

~ • ~ • ~ • ~

Mi padre se encontraba en la sala al lado de otro hombre, le calculaba su misma edad solo que por sus canas podría decir que parecía mayor. Pero… ¿era ese señor familiar?

   —Hola papá —saludo.

   Él sonríe.

   —Hola hijo —dice—, quiero presentarte a un viejo amigo mío que vive aquí en el pueblo. 

   —Un gusto en conocerte —me dice.

   —Papá —llamo su atención —. ¿Sucede algo?

   —No te mentiré Jackson —dice el hombre que hasta el momento me seguía pareciendo familiar—. Estoy aquí para pedirte un pequeño favor.

   Levanto la ceja.

   —Necesito que intentes hablar con mi hijo, necesito que le preguntes cosas acerca de su familia. El motivo de esto es porque necesito estar seguro de que él no dirá nada sobre nosotros. Pero mi hijo es un poco asociable y casi nunca habla con nadie.

   —¿Si no habla con nadie cómo es que dirá algo sobre ustedes? —Pregunto.

   —También necesita un amigo.

   —¿Cómo se llama su hijo?

   —Julian —susurra—, casi siempre se la pasa en el parque de la Iglesia. Así que si gustas en buscarlo ya sabes en donde encontrarlo.

   ¡Mierda! Es el chico de la banca solitaria.

   —¿En el parque de la Iglesia?

   Asiente.

   —Hijo —dice mi padre—, el padre de Julian te dará una cuota semanal si haces todo al pie del trato. No te preocupes que no es obligatorio si no lo deseas.

   —¿Y si no logro hacer que diga algo?