Julian

Capítulo Veintidós

El sol es relajante

 

Lunes 03 de Abril, 2017

 

Julian

 

   Odiaba el sol, me parecía que en vez de ayudarme me quemaba cada minuto más. Aún así me parecía relajante estar bajo sus rayos, lo cual se me hace un poco raro. Jackson me toma de la mano mientras en la otra lleva dos toallas de playa, en la mía llevo el maletín por si se nos antoja comer y beber algo.

   —¿Habías venido antes a esta playa? —Pregunta Jackson—. Porque estamos muy lejos de casa, en verdad me sorprende que tus padres te hayan dejado venir a solas conmigo. Podría secuestrarte o matarte en este momento y ellos no se enterarían.

   Levanto mi ceja.

   —Obviamemte no te mataría —ríe—. Debería de estar loco para matar a un chico demasiado guapo.

   —¿Por qué venir a México cuando tenemos playas en el país? 

   —Buen punto —contesta—, pero quería que salieras del país para distraerte un poco. También quería que conocieras México.

   Sonrío de lado.

   —No debería de decir esto porque mataría tu comentario romántico pero no sé si recuerdas que mi padre es de México —me encojo de hombros—. Por lo tanto yo nací acá y conocí muchos lugares hermosos.

   —¿Pero no los conociste con este hermoso ser? —Da una vuelta y al verme sonríe y me abraza—. Solo quiero que te diviertas y sonrías. Quiero verte hacerlo, necesito que lo hagas de manera natural y no forzada.

   —Lo sé —susurro—, pero no creas que es fácil para mí. Me cuesta y agradezco todo tu esfuerzo.

   Colocamos las toallas en la arena y dejo el maletín a un lado para luego recostarme en la toalla. Saco bloqueador solar del maletín y lo abro para echarme un poco en la palma de mi mano.

   —¿Te coloco un poco? —Jackson asiente y se da la vuelta quedando su espalda a mi vista.

   Varias personas nos observan de una forma repugannte. Como si fuésemos unos monstruos y la verdad es que aquello me incomodaba ya que solo estábamos haciendo algo normal como cualquier pareja en este lugar.

   Termino de colocarle bloqueador a Jackson y le doy un apretón en su nalga derecha y salta del susto.

   —¡Oye! 

   —Lo siento —digo—, tenía que hacerlo.

   Se sienta y toma mi mano.

   —Me las pagarás más tarde.

   —¿Lo que creo que es?

   —No —niega—, me refería a que jugaremos en las máquinas y ahí te ganaré. Ya sabes, soy bueno con los videojuegos aunque no lo creas.

   Miro hacia el horizonte, el sol está en su punto más alto y las olas generan un ruido al chocar con las rocas del pequeño muelle cerca. Respiro profundo y abrazo a Jackson de una manera no común en mí. Él acaricia mi cabello y entiende a que me refiero con mi acto. Jackson ha aprendido a entender cada movimiento de mí, conoce que significa cada una de mis miradas, gestos y actitudes y a veces me asusta que me conozca tanto.

   —¡Vamos! —Se pone de pie—. Vamos juntos al mar que estamos aquí para divertirnos —me tiende la mano y accedo a su ayuda para ponerme de pie.

   —No voy a quitarme mi camisa —digo.

   —¿Y por qué no? 

   —No quiero que me vean sin ella, me siento mejor con ella puesta. ¿Sabes? —Vuelvo a sentarme—. Mejor no voy a meterme al mar, me quedaré aquí por si deseas algo.

   Jackson se sienta y coloca su cabeza en mi hombro. Lo escucho suspirar y estoy seguro de que su discurso está por venir.

   —Julian —dice—, ya te he dicho que me encanta tu cuerpo y que no debería de darte pena quitarte la camisa. La gente siempre estará para criticar lo que no le importa pero tú debes aprender a poner oídos sordos y no dejar que sus críticas te derrumben. Eres muy hermoso Julian, recuerda eso siempre —acaricia mi mejilla—. Pero tampoco voy a obligarte a quitarte la camisa si no deseas. Pero al menos métete con camisa.

   —Jackson —digo—. ¿Por qué me tratas tan bien?

   —¿Por qué te trato tan bien? —Ríe—. ¡Joder! Es que mereces ser feliz y si no lo haces por ti solo, yo seré quien te ayude a buscar tu verdadera felicidad. Te amo demasiado y no me gusta verte desanimado y con esa carita de ya mátenme porque aunque no lo creas me duele ver que no eres feliz. Por eso estamos aquí, quiero que te diviertas un rato y te olvides de todo lo que pasa por tu cabeza. Crea nuevos momentos, toma fotografías, besémonos a cada minuto si es necesario para que rías. Amo verte reír de verdad y no reír con falsedad. ¡Joder, Julian! Me tienes loco.

   —Gracias —digo.

   —¿Por?

   —Por no abandonarme.

   —Jamás lo haría, prometí cuidarte siempre y es lo que siempre haré. ¿Y sabes por qué? —Toma mi mano—. Porque algo me dice que tú eres mi chico indicado y por eso quiero que todo sea perfecto y que seas feliz a mi lado.

   —Lo soy.

   —Y por eso yo estoy feliz.




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