Just Love

CAPÍTULO XV: UN EXTRAÑO

—Sofí, eeh, Sofía, tu hermana solo tiene quince años. Piensa en eso. Nos necesita —implora Carlos— no la podemos abandonar.

—Tú lo hiciste cuándo yo tenía tres meses —Carlos quedo en silencio con el rostro desencajado, el cuerpo descolocado y completamente rojo— quizá por el coraje, quizá por la vergüenza, quizá porque su cinismo no contemplo la respuesta de Sofía,

quizás solo quizás

—Y me arrepiento de ello, te he pedido perdón innumerables veces.

—La misma cantidad de veces que te he perdonado, pero eso no cambia los hechos —Sofía se acomoda en la silla— Sin embargo, aquí estoy tratando de ayudar a una desconocida que mi padre, otro desconocido, afirma que es mi hermana. Así que, FIRMA.

—Pe, pero hija —responde Carlos suplicante— Sofía, tu hermana no tiene la culpa de nada, guárdame rencor a mí, pero a ella

—¿Rencor? —Sofía sonríe sin ganas— Yo no tengo tiempo para eso señor —Sofía se recuesta en la silla— y creo que es lo que más te molesta, que yo no te guarde rencor, ni resentimiento porque tener esos sentimientos significaría que de alguna forma, aunque sea negativamente, tuviste importancia en vida —Carlos observa con ojos desorbitados a Sofía— pero claro que la tienes, eres mi progenitor, sin embargo no es ese interés ni necesidad que con tanta desesperación buscas que yo tenga en ti para sentirte menos culpable.

—Hemos tenido está conversación antes y creo que lo que no entiendes hasta ahora es que tú para mi eres un completo extraño,

¿cómo podría guardarle rencor a alguien que no conozco?

—Aunque lo niegues te hice falta y soy consciente de eso, me odias —Sofía sonríe y niega con la cabeza—me arrepiento y me arrepentiré toda la vida, pero tu hermana es inocente —responde Carlos dramáticamente— soy el único culpable de las desgracias de mis hijos debería desaparecer de la vida de todos ustedes para que puedan vivir en paz —Sofía observa con incredulidad a su padre—

—Muy mala interpretación. Y lo más patético de todo es que lo intentas —Carlos frunció el ceño—

—Estás haciendo berrinche porque las cosas no están saliendo como las planeaste

—¿De que hablas? —pregunta con cierto desconcierto Carlos—

—De eso, qué toda está mala actuación es una pataleta porque tus mentiras no surgen efecto.

—No te entiend

—Utilizaste a tu propia hija fingiendo su secuestro —Sofía le muestra las imágenes a Carlos— lo hiciste para manipularme y conseguir dinero para pagar tu deuda. Pudiste ser honesto desde un principio incluso en este momento, pero no, sigues mintiendo.

—Hija, te lo puedo expli... —responde Carlos aceptando su culpa en el acto—

—Sí no estas preso y condenado en este momento es porque tienes un hijo menor que mantener y una deuda que pagar de lo contrario te refundiría en prisión.

Carlos no tuvo más que decir, mintió y ahora Sofía lo sabía y de ninguna forma escucharía sus argumentos ni disculpas y mucho menos creer en su arrepentimiento. A Carlos solo le quedó aceptar y firmar lo que le ofrecía su Sofía.

—Nunca en tu vida se te ocurra volver a buscarme porque de lo contrario utilizaré estas pruebas para hundirte —Sofía le entrega el cheque, se pone de píe y se coloca los lentes oscuros— Que tengas buen día.

La mesera se acerca rápidamente

—Señorita ¿Quién pagara la cuenta?

—Él lo hará —responde Sofía señalando a su padre—




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