Kamüll.
Era un día soleado sin nubes en la ciudad y me gustaba, porque podía observar el cielo con ese color tan hermoso que me alegraba de alguna manera la mañana. Sería un día agotador, la escuela, el trabajo y la tienda me repetí durante revisaba mis horarios.
Yo puedo, me repetí a mi misma.
El autobús no tardó en llegar por sus pasajeros diarios, los conocía a simple vista y los saludaba de vez en cuando, la mayoría eran estudiantes del Instituto al que asistía.
— Buenos días. — sonreí al chofer y le pase el dinero, él sonrió dejándome pasar, por suerte logré llegar a un asiento vacío junto a una ventana.
En cuando me acomode, abrí la ventana para disfrutar un poco más del aire que estaba muy fresco hoy, y al abrirla pude visualizar un auto negro aparcado al otro lado de la calle, me fijé en sus pasajeros y ahí estaba él.
"— ¿Cómo te llamas? — me preguntó.
— Kamüll...— dije mi nombre y salí de ahí, ya no me sentía cómoda patinando sabiendo que alguien me admiraba desde lejos."
Le quedó mirando y en un momento a otro la mirada del muchacho se cone-ctó con la de ella, dejaron de mirarse cuando el autobús arrancó hacia su destino. Habían pasado semanas des-de que no veía aquel chico y siempre que lo veía se llenaba con miles de preguntas que no podía responder.
Que chico más raro.
En cuando llegué al instituto, recorrí toda la cancha de fútbol al aire libre deseando no encontrarme con Burak que seguramente aún seguía pensan-do que algún día yo le daría una opor-tunidad de ser algo más que amigos, no me malinterpreten, Burak era lindo y muy amable conmigo, pero no quería establecer una relación amorosa con él.
Se decepcionará conmigo y no quiero eso, merece alguien mejor.
— ¡Kamüll! ¡Estamos aquí! — Me giré con una sonrisa, las vacaciones habían sido aburridas sin ellos. Melek y Burak venían corriendo hacía mí.
— Yo te dije que Kamüll se encontraba aquí, seguramente me estaba buscando para confesar su vigoroso amor por mí.— dijo alardeando, como siempre.
— Deja de decir tonterías, iba por aquí porque es la entrada menos larga del Instituto. —Melek le sonrió con maldad.
— Ey, ustedes si que harían una bonita pareja ¿no? —me cruce de brazos esperando la reacción de ambos.
— ¡Noo! — gritaron al uniso ganándose unas cuantas miradas de algunos estudiantes.
— Shhh...— los hice callar entre carcajadas.
Caminamos lentamente hacía las escaleras conversando animadamen-te y nos detuvimos en el kiosco ya que Burak quería comprar un café frío.
—¿Te enteraste? — Melek se acercó a mí con su teléfono.— Bariş Kaya va a asistir en el instituto.— chillo a mi lado, pero sin duda yo no conocía a ningún "Bariş Kaya".
Así que con una sonrisa fingida, mentí como de costumbre.
— ¿En serio? Eso es genial. — mostré entusiasmo.
—¿De qué hablan? — Burak se sentó en la otra silla, frente de mí.
— De nada que te importe.— le respondió Melek deslizando su dedo por su teléfono.
— Dios, ¿esta mujer siempre es así? — rodó los ojos.— bueno cambiando de tema, el paseo escolar de principio de año esta debatiendo si vamos al río Golyazi o vamos al volcán.
Me paralice, no iba al río Golyazi desde esa noche de Abril...
— Espera... Kamüll dijiste que tu familia vivía a orillas del río Golyazi, ¡Podríamos visitarlos! — exclamó súper feliz, pero por otro lado me sentí la peor persona del mundo.
Les estaba mintiendo, en su cara.
—Debo irme...— tomé mi mochila con rapidez. — ¿nos vemos en la primera clase? — ellos asintieron confundidos por mi actitud, no preguntaban y les agradecía por ello.
Cuando empecé a caminar sentí mi corazón latir a mil, debía calmar esto, me había prometido que no volvería a pasar, pero era casi imposible.
Una mano se poso en mi antebrazo derecho, deteniendo mi paso.
—¿Estas bien? — Demir me inspeccionó la cara.
— Sí, no te preocupes.— me solté de su agarre suavemente.
— ¡Demir! — el chico de la pista de patinaje se acercaba a nosotros, lo miré de pies a cabeza.
Llevaba el uniforme.
— Bariş, ¿Me puedes esperar? — me señaló y ahí "Bariş" se digno a observarme, su rostro reflejó preocupación y asombro.
— Demir, no te preocupes, de verdad estoy bien, solo no dormí del todo bien.— sonreí como pude.
Demir Yildiz, era un compañero de clase desde primaria. Siempre me sorprendió su actitud ante los proble-mas o como los solucionaba sin duda alguna, nunca le había visto acompa-ñado y era rarísimo que tuviese una amistad con tal chico, digo, él era un chico normal y no llamaba mucho la atención, si lo hacía era para solo dar información o ayudar.
En cambio su nuevo amigo, era un poco más alto que él, cabello negro bien arreglado a los lados, me sorprendió no ver ni un maldito grano en su frente. Yo en cambió tenía unos cuantos en mi frente, al menos no tan notables.
— Perdón, la otra vez en la pista no tuve oportunidad de presentarme, soy Bariş, Bariş Kaya. — me tendió su mano, sus ojos negros se encontraron con los míos.
¿Espera... Bariş Kaya?
¿Él era quien andaba en boca de todos? ¿Era famoso? ¿Por qué?
— Soy Kamüll. — le respondí sin dar la mano y él lo notó, por lo que la quitó rápidamente.
— Eso ya lo sabía, es difícil de olvidar.
— Bueno, me voy, adiós.— salí corriendo en camino a la primera clase, dejando a ambos chicos en las puertas del edificio, no me esperaba esa respuesta por parte de Bariş, ni en mil años.
Demir Yildiz.
Me reí en voz alta por la expresión facial de Bariş, no se esperaba esa actitud por parte de Kamüll, en cambio yo ya estaba acostumbrado a ello con ella.
— ¿Qué pasó Romeo? ¿Julieta te rompió el corazón?— le comenté casi riendome.
— ¿Viste? —la señaló.— Dijo "adiós" no "hasta luego." — se metió las manos a sus bolsillos aún en el mismo estado.