Karenina

Un día antes de la boda

Paca: lugar donde se vende ropa, algunas veces de segunda mano o enviada de otro país, sin distinsión de marca y en bajo precio a comparación con otro lugar. (Jerga Dominicana)

Si aún están aquí, no me queda más que agradecer por su paciencia. Gracias por todo, Ly <3

Lunes 28 de septiembre de 2015 

Jesús, mi Dios.

Un día. 

Solo un día.

—¿Lloro? —mi voz salió raspada y afónica— Llorar no suena tan mal, ¿Sabes? Hasta tentador es. Digo, la verdad es que…

Lo primero que me llegó a la mente fue “La boda”.  A uno no le decían que el estrés era inmenso, aunque no tengas que planear nada. Literalmente yo solo debía poner el cuerpo, ni planificar nada debía…  Pero el estrés me consumía solo por el mero hecho de lo que significaba.

Y para colmo, era mañana. 

Estaba a un día de la boda.

¿En qué cosas me metía? Capaz aún era una opción irme corriendo y no casarme, nadie me obligaba. Estaba segura de que Sara me ayudaría a escapar, claramente me llevaría el café de la recepción y ella el vino. Samantha aun siendo la hermana de Sam me ayudaría a escapar también, pero al mismo tiempo me convencería de volver.

Magdalena… ella sin dudar me ayudaría a escapar, pero para quedarse con Sam.

Si mi hermana Ingrid estuviese aquí en vez de ayudarme a escapar, me amarraría en algún lugar y llamaría a Sam; por cierto, cuando se enterara de la boda con Sam se volvería loca, siempre lo amó. Mi sobrina Petra, que sí extrañaría un montón, por otro lado, escaparía conmigo, pero me diría que no podía escapar siempre; tonta niña que siempre tenía la razón.

No, no debía escapar. 

¿Cuánto tardaría el servicio a la habitación en traerme una taza de café? Si es que saben como colar un café, porque ahorita me traía un agua de tenis.

Si en días normales bebía doce tazas de café, en este iba a necesitar cerca de veinte.

Devilmygod, mi estómago se terminaba de despertar y ya se estaba revolviendo.

—Karen, querida  —se desperezó—… volvamos a dormir.

Samuel me tenía entre sus brazos, y lo único que respiraba era su aroma.  Su cuerpo me envolvía y la paz que tenía un poco se me contagió; solo un poco.  Samuel me hacía ver un futuro más loable que el de salir corriendo fuera del altar; que lo confesaba, me había pasado por la mente varias veces durante toda la noche.

—Es mañana —le informé como si él no lo supiera.

El de la gran y magnífica idea había sido él, así que era obvio que él sabía.

Literalmente la boda era mañana.

—Lo sé, Kar —tomó la sábana y nos arropó.

¿Cómo podría dormir si mi boda con él era  mañana? —Pero…

—Amo aquí, querida, entre las cobijas, tranquilos…

—No me pidas que esté tranquila, si mañana nos casamos.

—Cariño, nos afanamos luego.¿Sí? Ahora volvamos a dormir.

Asentí y sonreí, me dejé caer sin luchar mientras él acariciaba mi pelo. 

Este era mi cielo.

Me rendí ahí, y cerré mis ojos. 

—¡Karenina! —entró Sara por la puerta gritando como la mujer salida de la jungla que era— ¡Vístanse cochinos, que voy para allá!

Cuando no era mi ansiedad, era Sara.

En sí misma, la actuación no era rara, ella hacía eso algunas veces al entrar a mi apartamento luego de que le dí una llave. Pero hacerlo ahora, sabiendo que estaba con Sam y que malditamente estábamos previo a la boda era mucho hasta para ella. 

Sam maldijo por lo bajo. 

La acribillé con la mirada.

 ¿Esa loca creía que yo tenía paciencia o qué?

 Era mi momento, me casaba en un solo día, ¿Qué coño pensaba? 

Me cubrí por encima del brasier y miré a Sam, él negó divertido y cansado a la vez —¿Sara? ¿Estás loca, mujer?

—¿Están vestidos? —preguntó con una sonrisa de oreja a oreja y los ojos tapados.

—Son las nueve A.M, ¿Puedes irte? —Sam intervino con pesadez y risa.

Sara se acercó más y Samuel tomó la sábana para cubrirnos un poco. Desnudos desnudos no estábamos, pero… Paños menores. Él andaba en bóxer, yo en brasier y pantis. Una noche tremenda.

—Tomaré eso como un andamos desnudos —se dio la vuelta sin mirar aún—,  te espero afuera, querida.

—Claro que no, me dormiré en el nombre de Jesús, amen —me arrope completamente y abracé a Sam. 

—¡¿Ya, Sara?!

Jesús, ¿Se confabularon?

—¡Aún no, Samantha, no se quieren levantar!

—¡Entraré! 

Si, se confabularon.

—¡No! —dije al fin— Malditas todas —tomé la bata de baño y me la puse—. ¡Espero que tengan una buena razón para hacer esto!

—¡Tu Día pre boda y despedida de soltera! —gritó Samantha desde el pasillo.

Sam empezó a reírse —Recuerda, Karenina, nada de strippers.

—Lo mismo digo, querido —lo miré advirtiéndole—. Un culo cerca de ti y te dejó en el altar.

—No te preocupes, el culo que me importa estará en el altar.

Sonreí.

Entré a la ducha luego de acribillar a Sara con la mirada.

+

—¡Estaba a punto de volver a dormir!

—Lo sé, lo sé, ya lo has dicho miles de veces —dijo Samantha.

Sara desde el asiento del conductor se unía a la conversación —Es por un bien mayor, querida.

—Calla, Sara —miré a Magdalena, que estaba sentada junto a Samantha en el asiento trasero—. Creí que tú, mierda, eras racional al menos, Magdalena.

—Yo no tengo que ver aquí —susurró—, solo sé que me dijeron que había comida gratis. Es suficiente para mí.

Rodé los ojos —Son las diez de la mañana, ¿Qué planean hacer?

No encontraba una sola cosa que pudiesen hacer, porque la hora no era favorecida. 

Hoy planeaba quedarme con Sam  hasta tarde, simplemente tener ataques de ansiedad cada tanto, entre largos lapsos de sexo y ternura.

Mi plan era mejor.

—Spa. 

—¿Spa? ¿Me sacaste de mi cuarto para ¡Un spa!?




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