Mi nombre es Lucía, antes era una chica feliz, con muchos sueños, con metas que alcanzar, ahora soy lo más parecido a un zombi, hace 2 años estoy secuestrada, mis padres, dejaron que me llevaran unos tipos por droga y para pagar una deuda, he pasado muchas cosas desde que llegué aquí, desde violaciones hasta golpes.
Estoy acostada en la cama mirando al techo, mientras lágrimas silenciosas caen por mis mejillas, antes era una chica egocéntrica por decirlo así, me la pasaba burlándome de aquellos que tenían defectos, de aquellos que consideraba menos que yo, recuerdo cuando me decían mis víctimas que el tiempo se encargaría de devolverme todo el daño que les hacía, solo me reía con mis amigas y seguíamos como si nada, haciendo y deshaciendo a nuestro antojo, pero fue un día que al llegar a casa que todo cambio...
FLASHBLACK
¿Si vistes la cara de esa nerd?— dije mientras me reía, mis amigas reían conmigo, mientras imitaban la cara de la estúpida esa al ver cómo cortaba su hermoso pelo.
—Si Lucí, o sea fue épica— mencionó una de ellas, mientras nos reíamos nuevamente,—Bueno chicas debo volver a casa, aunque a veces desearía irme de allí, no soporto a mis padres.
Las chicas me dieron la razón mientras nos despedimos, hoy llevo mi falda rosa y mi crop top del mismo color, tengo mi pelo negro lacio amarrado en una coleta alta, y unas botas negras junto a mis medias veladas, no es por presumir pero soy hermosa, no hay chica que me iguale en belleza, tengo unos pechos ni tan grandes, ni tan pequeños, y un trasero de infarto, el abdomen plano gracias a el ejercicio y la dieta que mantengo; no me gustaría engordar, hay no ¡iugh!, o sea no me imagino gorda, seria horrible, después de caminar como por media hora, llegue a la porquería de casa en la que vivo, mis amigas jamás han venido a mi casa si es que se le puede llamar así, no me gustaría que vieran en donde vivo.
Vi unos coches muy lujosos parqueados al frente de la casa, ¿de quién serían?, subí mi falda un poco más, tenía que pescar algo, y salir de esta mísera pobreza en la que vivía, al entrar vi a mis padres sentados en un sillón temblando mientras un tipo les apuntaba en la cabeza, era un viejo desagradable, tuve miedo, demasiado, iba a correr pero me descubrieron, el viejo ordenó que me agarran.
Dos de los hombres que estaban con él me agarraron de los brazos inmovilizándome, empecé a llorar y temblar, tenía miedo, demasiado, el viejo se acercó a mí lentamente con una asquerosa sonrisa en su rostro y acaricio mi mejilla, sentí un asco inigualable, empezó a bajar una de sus manos por mis pechos, mientras yo lloraba, aguantaba las ganas de vomitar al sentir las sucias manos de aquel viejo en mi cuerpo.
¿Es virgen?— Preguntó, tenía una voz desagradable, mis padres asintieron no muy seguros—responde tu linda, ¿eres virgen, será que nadie ha probado ese rico coño tuyo?— Me daba asco, le escupí en la cara y de inmediato sentí un golpe en mi mejilla —¡perra!— empecé a llorar cada vez más fuerte, el me tomo de la cara apretando mis cachetes fuertemente, me estaba haciendo daño —Te hice una pregunta, respóndela, si no quieres sufrir—S-si l-lo s-soy—Respondí entre sollozos y con dificultad— él me soltó y sonrió satisfecho —Me la llevo, con esto quedan saldadas sus deudas —no podía creerlo, mis padres no podían dejar que me llevaran.
—¡Alto, espere un momento!— Lo sabía, sonreí feliz, sabía que mis padres no me abandonarían— No puede llevársela así como así, es virgen, eso vale mucho, debería de dejarnos un poco de droga a cambio —No podía creer lo que escuchaba, mis padres solo detuvieron esto para pedir droga, estaba perdida, el viejo sonrió y les tiró una bolsa a cada uno con un polvito blanco en él, luego le hizo señas a los 2 hombres que me tenían agarrada para que nos fuéramos, luche por soltarme, pero no pude, los hombres me metieron en uno de los carros y me pusieron un pañuelo en la nariz, el cual me hizo dormir enseguida...
FINFLASHBLACK
Desde ese instante fue que empezó todo mi sufrimiento, empecé a pagar por los errores que había cometido. Me arrepiento mucho de todo lo que hice, de los insultos y el dolor que provoque, ahora sé lo que ellos sentían cuando los humillaba, pero lo mío no se compara a lo que yo les hacía, porque conmigo son mucho más crueles de lo que una vez yo lo fui, ahora preferiría mil veces estar con mis padres, en aquella casa que cada día se caía poco a poco, a estar aquí, rodeada de lujos como una vez lo quise, pero encerrada sin poder salir de este cuarto.
Tengo todo lo que una vez soñé, pero, ¿a costa de qué?, a costa de que me violen 5 o 6 tipos, de que me golpeen de la peor manera posible y lo peor de todo de que me obliguen a matar... no puedo dormir sin que imágenes de todas esas personas inocentes a las que le he quitado la vida aparezcan en mi mente, no puedo soportar el dolor que me llena al saber que soy una maldita asesina, quisiera quitarme la vida así como lo hago con otras personas, pero soy muy cobarde para hacerlo.
Me paro de la cama en la que estoy y me desnudo quedando expuesta, me dirijo al espejo y miro mi reflejo, veo a una mujer madura, una mujer seca, tanto por fuera como por dentro, mis ojos que una vez fueron de un verde agua, ahora son de un verde oscuro, mis labios rosados, ahora están resecos y agrietados, mi pelo negro, el cual me llegaba por la cintura, está realmente corto, me llega por la nuca y lo tenía enmarañado, mis pechos grandes y caídos, mi trasero igual, ahora se me veían las costillas, antes sería perfecto para mí, pero ahora, lo que más quiero es comer, poder comer sanamente, sin dietas, ni cuidados, no me importaría engordar, solo quería comer, la comida que me daban era poca, cada semana un pedacito de pan y una botella de agua, no era exageración, eso era lo que me daban.
Miro mis manos, tienen cortadas, moretones, mi cuerpo lleno de hematomas, por las palizas que me dan, muchas veces eran con palos, otras veces con cadenas, era un sufrimiento que vivía diario, a veces no me golpeaban, pero si abusaban de mí, 5,6 o hasta 10 hombres, hacían y deshacían de mi cuerpo a su antojo, quede embarazada muchas veces, pero ellos se encargaban de sacarme al bebé, cuando tenía un mes o dos meses de embarazo, aunque sabían que podía quedarme embarazada no se cuidaban, ellos decían que era divertido ver como moría el angelito que crecía en mi interior, que era divertido verme suplicar por la vida de mi bebé, para al final dejarlo morir en mi vientre.