Kaze no Yoru

Capitulo 30

El portón del taller chirrió al cerrarse detrás de Kaito. La luz tenue del lugar iluminaba las sombras de las herramientas colgadas, el polvo suspendido en el aire, y a Tetsuya, que levantó la vista desde el banco de trabajo al oír los pasos.

—¿Qué demonios te pasó en la cara? —preguntó al instante, dejando caer una llave inglesa con un estruendo metálico.

Kaito se sacudió el polvo de la chaqueta, con la calma de alguien que ya está acostumbrado al dolor.

—Nada importante. Algunos perros de Kaze no Yoru intentaron divertirse un rato.

—¿"Nada importante"? Tienes un labio partido, y el ojo ya se te está hinchando —gruñó Tetsuya, acercándose para examinarlo de cerca—. ¿Fuiste solo?

Kaito ignoró la pregunta y fue directo a lo que le interesaba.

—¿Sabes si hay muchos estudiantes de arte por la zona de Ichiban Street?

Tetsuya lo miró, confundido por el cambio de tema.

—¿Arte? Mmm… sí. Últimamente han estado llegando varios. Parece que algunas universidades están incentivando a los estudiantes a vivir por ahí. Renta barata, edificios viejos reconvertidos en talleres… ¿por qué?

Kaito desvió la mirada, como si buscara una excusa flotando en el aire.

—Conocí a alguien ahí. Una mujer.

Tetsuya alzó una ceja, claramente interesado.

—¿"Alguien"? ¿Qué tipo de mujer?

—Déjalo, no es lo que piensas —cortó Kaito con una media sonrisa. Luego se apoyó en la mesa—. Quiero que pongas un par de ojos en esa zona. Nada agresivo. Solo vigilancia discreta. Que la gente de Guren patrulle, mantenga limpia el área, se aseguren de que nadie toque a los estudiantes.

—¿Qué estás tramando, Kaito?

—Nada. Solo estudiantes de arte —respondió, y por un segundo, su expresión se suavizó—. Gente que no debería mezclarse con basura como Kaze no Yoru. Mantenlos a salvo.

Tetsuya lo observó durante unos segundos más, como si intentara leer entre líneas. Luego asintió, sabiendo que, aunque Kaito no lo dijera, eso significaba algo importante.

—Está bien. Lo haré. Pero si alguien más vuelve a golpearte así, quiero estar ahí la próxima vez. Ya me estás empezando a preocupar, jefe.

Kaito soltó una breve carcajada, más sincera de lo que esperaba. Luego recogió un trapo, se limpió un poco la sangre seca de la comisura de los labios y murmuró:

—Créeme… a mí también me estoy empezando a preocupar.

Claro, aquí tienes la continuación de la escena, manteniendo el tono íntimo y reflexivo, y preparando la transición hacia la interacción con Riku:

Tetsuya no tardó en volver al tema que lo había dejado más intrigado.

—Entonces, ¿quién es? —preguntó con una sonrisa ladeada, cruzándose de brazos—. Esa mujer de Ichiban Street. No me vas a decir que solo fue un cruce casual.

Kaito no respondió de inmediato. Se quedó quieto, con la mirada baja, como si las palabras de Tetsuya hubieran activado algo profundo. En su mente, la imagen de Noa apareció con claridad: su cabello largo y oscuro agitado por el viento, sus ojos azul verdoso mirándolo con una mezcla de curiosidad y calidez, el olor a café llenando su pequeño departamento caótico, su risa suave.

Una sombra de sonrisa se dibujó en los labios de Kaito, tan leve que parecía una grieta en su habitual semblante estoico.

Tetsuya lo notó y su expresión cambió. Bajó los brazos lentamente, observándolo con una mezcla de asombro y algo que rozaba el respeto.

—Vaya… —murmuró—. No hace falta que digas nada. Te vi la cara.

Kaito volvió a mirar hacia la mesa, su sonrisa desapareciendo casi al instante, como si hubiera sido sorprendido mostrando demasiado.

Tetsuya dio media vuelta, caminando hacia la salida mientras se pasaba la mano por la nuca.

—No importa quién sea, en realidad. Lo único que cuenta es que te importa lo suficiente como para querer mantener su espacio seguro. Eso ya dice bastante.

Cuando llegó a la puerta del taller, esta se abrió antes de que pudiera tocarla.

Riku apareció del otro lado, luciendo como si hubiera salido corriendo de alguna parte. Se detuvo al ver a Tetsuya, jadeando levemente.

—Oh… Tetsuya, justo a tiempo. ¿Está Kaito aquí?

—Sí. Está dentro. —Tetsuya le dio una palmadita en el hombro al pasar junto a él—. Ve con cuidado. Hoy lo golpearon, pero lo que más lo dejó raro no fueron los puñetazos.

Riku frunció el ceño, mirando a Tetsuya con desconcierto.

—¿Qué quieres decir?

Tetsuya sonrió de lado.

—Ya lo vas a notar.

Y con eso, siguió su camino, dejándolo en la entrada.

Riku entró en el taller y encontró a Kaito donde siempre, pero algo en su postura, en el leve brillo apagado de su mirada, le dijo que Tetsuya tenía razón. Algo en él estaba cambiando.

Kaito levantó la vista en cuanto Riku entró al taller. La expresión en su rostro cambió de inmediato: dejó atrás cualquier rastro de la sonrisa que Tetsuya le había descubierto minutos antes.




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