3. Sangre Fresca

Nunca había estado en una comisaría. Tal vez era porque no había tenido tiempo de cometer ningún delito  o porque jamás me habían descubierto. Sin embargo, hacía unos instantes eso había dejado de ser así.

La silla de la sala de interrogatorios estaba fría. El aire que entraba por la rejilla de ventilación congelaba toda piel al descubierto y yo no dejaba de imaginarme la clase de personas que habían estado sentadas allí antes. Lo cual en realidad no daba para mucho, Ramah no tiene una población abundante y, por tanto, no muchos asesinos en serie.

Galaz Wheeler abrió la puerta en ese momento y entró en la estancia con un andar suelto y confiado que iba acompañado de una gran sonrisa.

—        Buenos días, Adam —dijo al sentarse— perdona que te haya recibido aquí pero no era posible hacerlo en mi despacho.

—        Está bien —le quité importancia.

El policía se acomodó bien en la silla y colocó unos papeles sobre la mesa. Parecía meditabundo durante unos momentos hasta que la sonrisa volvió a aparecer en su cara.

—        Supongo que querrá hablar de lo de anoche, oficial —interrumpí sus cavilaciones.

—        Sí, sí, claro —se aclaró la garganta— verás sabemos que estuviste cerca de donde los chicos bueno, ya sabes. Necesitamos saber lo que viste.

Como suponía lo que me iban a preguntar, ya iba preparado. Aunque no creí que fuera necesario cuando apenas recordaba nada.

—        Lo único que vi fueron los cuerpos. Siento no poder ayudarlo con nada.

Con un pequeño ademán, Galaz le quitó importancia al tema tras un largo suspiro.

—        Es igual. Ya tenemos a una buena parte de la plantilla trabajando en ello ya que esta no es la primera vez. Suponíamos que era algún oso o un león de montaña. Sin embargo las heridas no corresponden a ninguno de estos animales, pero está claro que ningún humano pudo hacerlas. O al menos es lo que los especialistas dicen y lo que los arañazos revelan.

—        Espero que lo encuentren pronto. Sea lo que sea.

—        Yo también —me miró— ten cuidado cuando salgas por ahí.

***

Una nueva búsqueda se abrió en la pantalla del portátil. Me dirigí con rapidez al traductor del propio navegador con la boca seca y un millón de dudas en la cabeza. Desde aquella noche tenía una acuciante necesidad de saber qué significaba la palabra susurrada en sueños. No tenía ni idea de cómo se escribía ni en qué idioma estaba. Simplemente comencé a teclear las mil y uno formas que debía de haber de escribirla. Coloqué la pestaña del traductor en “Detectar idioma” y me preparé para una larga tarde de búsqueda.

Conseguí algunas traducciones sin sentido que me hacían pensar en que tal vez fuese un sonido al azar fruto del sueño. Sin embargo decidí intentar por unos últimos cinco minutos. Esa decisión no se sintió correcta cuando conseguí una traducción escalofriante. La palabra “Baase” parecía provenir del Manés, un idioma originario de la Isla de Mann, y esa palabra hacía referencia a la muerte. Varios enlaces destacaban bajo esta revelación y me decidí por el primero de ellos: “Leyendas de Escocia”.

            He de decir que el título no dejaba mucho a la imaginación pero su diseño destacaba bastante. ¿Quién adornaría tanto un simple blog de mitos y leyendas?

            En cuanto lo abrí el destello dorado de la página me deslumbró por unos instantes hasta que mi vista se acostumbró y pude leer el primer artículo.

            Escocia es un lugar repleto de mitos y castillos que ocultan oscuras leyendas. De esto tuvo constancia Lord Soulis quien, se dice, fue poseído por algo siniestro que fue conocido con el nombre de “Fantasma del gorro rojo”. Éste ente trasladó el mal al castillo del Lord y alberga en ese lugar aún después de la muerte del señor Soulis.

            De un momento a otro quedé absorbido por la magia de Escocia y leí con avidez cada una de las páginas decoradas con esmeradas ilustraciones.