Kendall Y Mi Secreto

10: ÉL

Los días avanzaron y como siempre, tenía que fingir que nada iba mal.

Antes de las vacaciones de primavera pasé al lugar de la fuente pero la chica con mi nombre ya no estaba ahí, nunca regresó. No esperaba que fuera mi nueva amiga pero había algo en ella que me hacía sentir distinto a como me siento cuando estoy con mis amigos.

La vi ocasionalmente en los pasillos aunque ella no me miraba. Siempre estaba viendo hacia el suelo o a su teléfono, evitando a los demás.

Supongo que así terminó mi extraña historia con la chica con mi nombre y todo eso de las cartas.

No voy a mentir, en ocasiones pensaba en lo que ella escribió. En esa carta se expresaba tan duro de ella misma y se describía como si se odiara. Creo que lo hace, se odia.

Por mi parte, con mi carta, no hay nada que decir. Cora escribió cosas que ya me ha dicho antes y sé que las personas pueden pensar que ella es un poco intensa, la realidad es que no la conocen.

Aunque yo me siento aliviado ahora que las vacaciones empezaron y tendré dos semanas fuera de la escuela. Cora espera que no me vaya de fiesta o salga con mis amigos y no lo haré. En parte porque muchos de ellos estarán ocupados y en parte porque no quiero hacerlo.

Se siente bien admitir que no me encanta salir de fiestas y todo eso que siempre hacemos. Cuando estoy afuera, es como si me pusiera el traje de una versión distinta a lo que verdaderamente soy. Alguien sin problemas, ni secretos, ni miedos. Alguien que puede sonreír todo el tiempo, que es feliz y que su vida es perfecta.

Veo hacia la ventana y es un gran día para salir. Mamá no está, Jordan tampoco y nadie me ha preguntado donde estoy ni si estoy con alguien. Cora está en un viaje largo y por ahora, se ha olvidado de mí.

Saco la bicicleta de la cochera y pedaleo. Cuando era niño, una de las cosas que más me gustaba era ir en bicicleta. A veces me imaginaba yendo sin parar, sin que nada me detuviera.

A veces en mis sueños, voy en una bicicleta y esa persona me persigue.

Respiro profundo, inhalando el aire fresco. Las mariposas ya están por los arbustos de las casas, las flores de muchos colores han aparecido y el sol me toca la piel.

Doblo la calle y en ese momento escucho a alguien decir: — ¡Cuidado!

Como hay un auto estacionado en la calle, no vi que un perro estaba corriendo para atravesarse la calle. Es pequeño, peludo y lleva arrastrando una correa.

Para evitar golpearlo, muevo el manubrio hacia la izquierda y pierdo el control de la bicicleta, cayendo directamente contra un auto y luego al pavimento.

La bicicleta está sobre mis piernas y me duele el hombro. No es el golpe más duro que me he dado, a veces los golpes contra mis compañeros del equipo de futbol han sido más duros que esto. Pero tengo los ojos cerrados y la mano en el hombro.

Siento algo en mi codo, abro los ojos y es ese mismo perro lamiéndome como si se estuviera disculpando. Es color chocolate y su pelaje es rizado. Es lindo, creo que lo puedo perdonar.

— ¡Lo siento tanto! —dice una voz, inclinándose—. Oh, no, ¿Tú?

Parpadeo hacia la voz y es Kendall. —Ah…

Ella toma al perro y lo carga. —Lo siento, Bonny se soltó. No debí dejarlo solo, pudo morir y tu también.

Me quito la bicicleta de encima. —No creo que yo pudiera morir por eso.

—Creo que tal vez sí —deja a Bonny en el suelo, con la correa en su muñeca y me extiende la otra mano—. Lo siento.

Tomo su mano y dejo que me ayude a ponerme de pie. La suelto y levanto mi bicicleta. —No te preocupes, debí prestar más atención —el perro ladra hacia una casa, un pájaro sale volando—. ¿Es tuyo?

Niega, su coleta alta se sacude con el movimiento. —Es mi trabajo, paseo perros en este sector. Tienen más dinero del necesario así que le pagan a las personas para que hagan lo que ellos podrían hacer.

Sonrío. —Bien por ti, ¿no? Ahora tienes dinero extra.

Bonny se para en dos patas con las otras sobre mis piernas, moviendo la cola. —Parece que ya le agradas.

Me inclino para acariciarle la nuca. —Es adorable, parece de felpa —me reincorporo—. Eh, ya no te vi en la escuela, no llegaste a la fuente.

Entorna los ojos. — ¿Esperabas verme?

Gracias a que tiene el cabello recogido noto que tiene una cicatriz cerca de la oreja, hasta su mandíbula. —Sí, bueno, me refiero a que pensé que quizás querías que fuera así.

Bufa. —No, no contigo.

Elevo una ceja. — ¿No conmigo? ¿Qué se supone que significa eso?

Suspira y baja la mirada a Bonny. —Tengo que ir a devolverlo y a cobrar.

Sonrío aunque rápidamente quito la sonrisa. — ¿A dónde?

Se voltea y estira el brazo para señalar el fin de la calla. —Allá, los Viners, ¿los conoces?

Niego. He vivido aquí varios años pero no conozco a las personas de mi vecindario. Mis amigos no viven por aquí, no salgo mucho. Hoy fue una excepción porque extrañaba ir en bicicleta a otro lugar que no fuera la tienda y desde que tengo auto no la he usado.

—Pues es ahí —aclara la garganta—. Entonces, te veo en la escuela.

Frunzo el ceño. — ¿Qué? ¿Por qué me evitas, Kendall Dos?

Suelta una carcajada. —Ese eres tú. Además, no te estoy evitando pero no hay más razones para interactuar. Sigue con tu bicicleta, yo sigo con mi perro. Bueno, no es mío pero ya me entiendes.

Respiro profundo. —Kennie —digo, en voz baja—. ¿Quieres ver algo genial?

—No —contesta sin vacilar.

Ahora sí, sonrío sin ocultarlo. No entiendo porque esta chica me hace querer quedarme más tiempo del necesario. No es como con Cora, a Kendall no quiero besarla o tomarle la mano pero ella es distinta a todos los que están en mi mundo.

—Es algo genial —afirmo—. Siento que te gustará, ¿no tienes ni un poco de curiosidad?

Suspira. —Mira, Clon —suelto una risa—, el sol me está quemando los brazos y tengo que llevar a Bonny, así que tengo un trato. Tú te vas y yo me voy.

—Ese trato es un asco —bromeo.




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