Kendall Y Mi Secreto

14: ÉL

—Pudo ayudar a lavar —Kennie se levanta.

Mamá niega. —Para nada, eres nuestra invitada.

Jordan la mira y sonríe. —Que locura que ambos se llamen igual, especialmente siendo chica y chico.

Me encojo de hombros. —Cosas de la vida, estoy seguro que le ha pasado a algún Alex, un Charlie o un Jordan.

Kennie sonríe y él ríe.

Yo la veo y sonrío pero rápidamente bajo la mirada. —Eh, bueno, creo que debería dejarla a su casa.

Mamá asiente. —Por supuesto, tus padres deben estar preguntándose donde estas.

—Muchas gracias por la comida —dice, acomodando la silla.

Los tres nos levantamos también de las sillas. —Gracias a ti, siempre es bueno conocer a los amigos de Ken —afirma mamá—. Esperamos que vengas más seguido. Jordan solamente asiente.

Kennie se despide con la mano, camina hacia la puerta.

Ambos salimos de mi casa y me alegra que no haya volteado pues si lo hacía, hubiera visto la fotografía con mi hermano.

—Puedo ir sola —afirma, moviéndose hasta la otra puerta.

Suspiro, la tarde aún no ha acabado pero está oscureciendo. —Mira, no voy a sentirme bien si dejo que te vayas sola. Prefiero acompañarte, este es un vecindario seguro pero, mejor así.

Se encoje de hombros. —Recuerda la caja de la pizza.

—Tienes razón —digo, dejando que salga a la calle primero, luego voy yo detrás—. Um, entonces, ¿mañana hacemos la batalla?

— ¿Mañana? —Se quita la coleta y su cabello le cae sobre la espalda, se masajea la cabeza—. Mañana tengo que pasear a dos perros.

Miro mi bicicleta. — ¿Qué tan lejos vives?

Niega. —No tan lejos, caminando como a cinco minutos.

—Ven, vamos en la bicicleta —sugiero.

Pensé que iba a reclamar pero no lo hace. Ajusto todo y me subo, espero a que ella lo haga como lo hizo en la mañana. Una vez arriba, empiezo a pedalear.

—Tienes que dirigirme.

—Solo ve por la tienda de conveniencia, sigues recto, al fondo de la calle —explica.

Sé dónde es eso. Aunque podría hacerlo, no voy rápido. La tarde está tranquila, los pájaros están regresando a sus árboles y el viento fresco sopla contra mi rostro.

Luego de pedalear en silencio con ella detrás de mí, llegamos a su casa. Me sorprendió ver que las luces estaban apagadas, como si realmente nadie la estuviera esperando.

Su cabello me recuerda a la estación opuesta a la que estamos. Tiene tonos de naranja con algunos mechones que parecen más oscuros que otros.

—Entonces, ¿Mañana tienes que pasear perros?

Asiente, lleva la mano a su bolsillo trasero, mueve la vista al suelo de un lado al otro. —Ay, no, mi dinero.

Levanto las cejas. — ¿Se te cayó?

Sigue tocando por encima de todos los bolsillos de su pantalón. —Rayos, rayos, rayos.

—Tal vez lo dejaste en el sótano —digo—. Cundo regrese voy a revisar y te aviso, um, ¿me das tu numero?

Ella frunce el ceño. — ¿Mi numero?

—Solo para avisarte si está ahí o no. Nada más.

Suspira y comienza a dictarlo, me apresuro a tomar mi teléfono y noto que aún no tengo notificaciones de Cora. Le pedí que me lo repita y lo hace.

—Seguramente está ahí —espero que sea así.

Suspira. —Bueno, espero que sí. Como sea, nos vemos Clon.

Sonrío de lado. —Espera, sé que mañana tienes que pasear perros pero te puedo acompañar, ¿Qué dices?

Frunce el ceño. — ¿Por qué lo harías?

Rasco mi mentón. —Porque después podemos hacer algo para pasar el rato.

Se toca un mechón, lo dobla entre sus dedos. —Si quieres hacer lo de la batalla de videojuegos está bien, pero necesito practicar más. No sería justo.

Asiento. —Me parece bien, entonces mañana te veo y luego que pasees un par de perros, vamos a mi casa.

Mantiene la mirada en mis ojos, esta chica tiene una expresión desafiante, como si estuviera a punto de gritarte. —Supongo que sí.

—Entonces, nos vemos —digo, retrocediendo.

Sacude la mano para despedirse. La veo entrar a su casa y unos segundos después, enciende la luz.

Me monto en la bicicleta y voy de regreso a mi casa. Sonrío durante el trayecto.

Hace mucho tiempo me sentía así. Libre. Feliz. Emocionado por otro día más de vacaciones y diversión. Ha pasado mucho desde ese tiempo y mi presente, han pasado demasiadas cosas en el medio.

No le dije esto a Kennie pero mis amigos de la escuela no llegan a mi casa. Ella seguramente piensa que ese sótano es para pasar el rato con mis amigos pero en realidad, las únicas personas que han estado ahí son Jordan y mi madre.

No invito a nadie a mi casa, ni siquiera a Cora. Hemos salido a cenar con mi madre para que la conocieran y todo eso pero ella no llega a mi casa. Siempre le digo que Jordan es estricto y tiene cámaras así que no tendremos privacidad pero esa es una mentira. Sí hay cámaras pero no dentro de la casa y Jordan no es estricto realmente.

Creo que con Kennie todo es distinto porque ella no me conoce. Ella no espera nada de mí y ya me vio en un momento vulnerable, me ha visto llorar y eso es algo que tampoco dejo que conozca nadie.

Incluso con mamá, siempre tengo que resistir las lágrimas.

Cuando llego a casa mamá está viendo televisión. Ya se ha cambiado a su ropa de dormir y se ha colocado una crema en el rostro.

—Hola —digo—. Y adiós, voy a la cama.

—Espera —pide, estirando el brazo para tomar el control remoto y apagar la televisión—. ¿Quién es esa chica?

Frunzo el ceño. —Eh, mamá, ya la conociste. Estuvo aquí con nosotros, comiendo.

Niega. —Me refiero a que tú no invitas a tus amigos —justo lo que estaba pensando, mamá es buena para leerme el pensamiento en algunas ocasiones—. ¿Quién es ella?

Suspiro. —Es solo Kendall.

—Sí, sí eso lo sé. ¿Por qué ella, Ken?

Yo también me hago esa pregunta. — ¿Qué hay con eso? Es nueva y no tiene amigos, solo quiero que no se sienta aislada.

Sonríe. —Eres muy bueno, siempre has sido así.

—Um, tengo que ir a buscar algo al sótano así que si no te importa…




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.