Kendall Y Mi Secreto

15: ELLA

—Ahora sí que tienes dinero.

Kendall y yo nos encontramos donde le dije. Luego de eso me acompaño con su bicicleta mientras daba vueltas con los dos perros de la familia Carranza. En algún punto se bajó y me dijo que él caminaría también.

Y ahora, estamos de vuelta en su casa.

Ayer me prometí dejar de verlo, alejarme y mantener distancia pero Kendall no es como los demás. Además del hecho que estaba sollozando en la escuela el día que lo conocí, es distinto. Mis compañeros solo me evitan, él hace esfuerzos para que yo no lo evite.

Claro, no voy a ilusionarme. No somos amigos y personas como él nunca podrían ser más que conocidos con personas como yo. Pero hasta ahora todo es idílico y solo quiero fingir que soy una chica normal por unos días.

—Sí, lo tengo —digo.

Hoy llevé una bolsa pequeña cruzada para que no me vuelva a ocurrir lo de ayer. La dejo sobre el sofá del sótano y me siento a un lado.

— ¿Quieres otro videojuego o ya competimos por la verdad? —Kendall se sube al sofá desde la parte del respaldo, saltando encima. Se nota que hace ejercicio.

—Ya te dije que no es justo porque tú llevas años jugando, yo llevo unas horas —contesto.

—Entonces tendrás que practicar mucho —señala—. Pero entonces, si no juegas videojuegos, ¿Qué haces para divertirte?

Me encojo de hombros. —Nada.

Eleva una ceja. — ¿Nada? ¿No haces nada? Estoy comenzando a pensar que tú eres el Clon.

Ruedo los ojos. —Por supuesto que miro series y películas, escucho música. Esas cosas pero no para divertirme, es para entretenerme. Pasar el rato.

—Ah —se levanta—. Entonces tengo una idea, ven conmigo.

Suspiro pero lo hago. Él camina hasta donde están unos balones y toma el de basquetbol. Lo levanta y me hace una seña para que lo siga.

Subimos las escaleras, pasamos por la cocina y salimos al jardín de nuevo. En el lado opuesto a la casa del árbol hay una canasta para lanzar.

—Soy bueno en esto —empieza a rebotarla contra el pavimento.

Entorno los ojos. —Pensé que estabas en el equipo de futbol.

Deja de rebotarla, la toma entre ambas manos. — ¿Cómo lo sabes?

Me paso el cabello hacia el lado derecho. —Porque pagué para que te investigaran.

Sonríe de lado. —Claro, eso es algo que parece que podrías hacer. Como ahora tienes dinero.

Bufo. —No. En realidad te vi, en un afiche de la escuela, estaban promocionando el equipo o algo así.

—Ah —vuelve a rebotarla—. Sí, deberían actualizarlo.

Lo veo rebotar el balón y luego lanza, encestando sin problema. El balón rebota un par de veces antes de rodar y detenerse donde empieza el césped.

—Eres bueno —admito.

Suspira. —Sí, me gustan los deportes.

Veo el balón y camino hacia él. — ¿Ya no estás en el equipo de futbol? ¿Vas a estar en otro equipo?

—No —contesta, se inclina para amarrarse las agujetas. El cabello marrón le cae sobre la frente.

Me siento en el pavimento con el balón a un lado. — ¿Eso es todo? ¿No?

Sonríe, viéndome. — ¿Ahora tú quieres saber más?

Me encojo de hombros. — ¿Te das cuenta que no hay nada que hacer? Me preguntaste que hago para divertirme y no hago nada, ahora estoy contigo y quiero entretenerme.

Bufa. —Está bien —se acomoda para sentarse con las piernas estiradas y los brazos detrás, sosteniendo su cuerpo—. Dejé el equipo el año pasado porque alguien me lo pidió.

Inclino la cabeza. — ¿Por qué alguien te lo pidió? ¿Es eso todo lo que necesitas para dejar un equipo?

Aprieta los ojos cuando mira hacia el cielo, hay nubes así que el sol no se siente tan intenso. —Fue mi novia, ella me lo pidió.

Empujo el balón hacia él con suavidad. — ¿Por qué te lo pidió?

Toma el balón. —No es justo que hagas preguntas y no respondas las mías.

Suspiro. —Voy a responderte si no preguntas nada muy personal.

—Esto es personal —empuja el balón hacia mí.

Lo tomo y lo hago girar sobre su eje. —Bien, no me respondas.

Kendall se mueve para doblar las piernas. —Me pidió que lo dejara porque en los días que yo entrenaba ella estaba libre de sus prácticas para las animadoras y no podíamos salir.

—Entonces ella también dejó las prácticas por ti —no es pregunta, solo estoy asumiendo.

Pero él niega. —Ella sigue en eso. No importa, no es el fin del mundo si no estoy en el equipo.

Me sacudo una hormiga que estaba trepando por mi mano. — ¿Por qué ella sigue en ello y tú no?

Chasquea la lengua. —Porque es lo que hace ella. Me refiero a que a ella le gusta ser animadora.

— ¿Y a ti no te gustaba estar en el equipo? —pregunto.

Suspira y se coloca de pie. —No importa. Ya sé que parece injusto pero no lo es, Cora tiene razón. Además, no es como si voy a ser profesional.

Siguen pareciendo injusto. — ¿Si no te lo hubiera pedido hubieras seguido en el equipo?

Me mira durante unos segundos hasta que finalmente habla. —Tal vez.

No conozco mucho a su novia, la he visto de lejos pero hasta ahora puedo concluir en algunas cosas y ninguna son buenas. No quiero entrometerme y él no es un niño para no darse cuenta pero, me siento un poco mal.

—Tengo que ir al baño —digo, levantándome.

Sonríe de lado. —Déjame que te muestre donde está en baño, a menos que quieras ir hasta el sótano. No lo recomiendo, a veces se escuchan sonidos extraños, puede que haya fantasmas.

Ruedo los ojos.

No creo que existan los fantasmas. Ni los monstruos. Los únicos seres malignos capaces de hacerte mucho daño son los mismos que pueden hacerte confiar en ellos.

Los humanos son los verdaderos monstruos, lo demás son solo cuentos.




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