— ¿Estás bien? —mira a Kendall que se toma la mano.
—Me quemé con el aceite —se acerca al grifo.
Tomo su brazo. —No, no, espera. Creo que eso no debes hacer, espera —digo—. Eh, ¿tienes algún kit de primeros auxilios?
Niega. —No pero hay medicinas en el baño y esas cosas.
Le miro la mano. —Creo que necesitas algo como una pomada, déjame ver —no es tan grande como pensé—. Espera, espera —tomo mi teléfono para buscar rápidamente lo que hay que hacer—. Ah, sí, ve bajo el agua.
Sonríe de lado, acercándose al grito. —Eso iba a hacer.
—Bueno lo siento, alguna vez escuché que es malo hacer eso —me defiendo.
Apago la estufa mientras que él sigue con la mano bajo el grito abierto. Me muevo a su lado. — ¿Te duele?
—No mucho —responde.
Dejamos de hablar por un momento, luego yo lo hago: —Pensé que eras bueno cocinando.
Suelta una carcajada. —Lo soy, esto es solo un problema técnico.
Miro su mano y noto que tiene marcas en sus dedos, como viejas cicatrices. — ¿Tienes vendas?
—No creo que necesite vendaje para esto —responde.
Suspiro. —Hace unos días te golpeaste contra un auto y ahora esto, Kendall, creo que estas en peligro de extinción.
Eso lo hace reír. Él ríe durante el tiempo suficiente para que se me contagie y entonces, yo sonrío también.
Respiro profundo. —Creo que ya puedes quitar la mano del agua.
—Sí —dice, cierra la llave y acerca su mano para ver mejor el daño.
Él y yo terminamos de cocinar el desayuno y nos llevamos los platos al sótano, nos sentamos en el sofá mientras comemos en silencio.
Mis ojos van a la pantalla de la televisión apagada. Supuestamente será hoy cuando jugamos para descubrir la verdad del otro. No quiero perder porque no quiero decirle nada a Kendall pero estoy segura que él es mejor que yo.
—Saben bien —digo, rompiendo el silencio.
Sonríe de lado —Sí, te dije que soy bueno.
Ruedo los ojos. —No realmente, te quemaste y quebraste una taza.
Asiente, masticando lo último que queda de la comida. No volvemos a hablar hasta que nos terminamos y dejamos los platos vacíos en la mesa del frente.
Kendall voltea hacia mí y cuando parecía que iba a decir algo, su teléfono comienza a sonar con un tono genérico. Él lo saca de su bolsillo, mira la pantalla frunciendo el ceño y contesta, cubriendo la bocina con su mano.
— ¿Si?
Se levanta para caminar hacia la otra esquina de la habitación.
Escucho que dice en voz baja: —No estoy haciendo nada, estaba cocinando, lo siento, sí, sí, lo sé… espera, no… por favor escúchame, no… yo… sí, lo siento.
Finjo que mis uñas son interesantes cuando regresa para sentarse a mi lado y exhala lentamente.
Sigo con la mirada hacia abajo cuando estira la mano y toca mi brazo. — ¿Lista para jugar?
Entorno los ojos, mientras puedo sentir cosquillas en esa área de mi piel. —Si quieres.
Retira la mano. —Yo lo estoy. Vamos, no hay nada que perder.
Casi me rio porque si hay mucho que perder.
— ¿Cuál quieres jugar? —pregunta, colocándose de pie otra vez para acercarse donde están los juegos.
Pienso en las opciones, hay unos que son más fáciles que otros. —El de autos, una carrera.
—Claro —toma el juego para colocarlo, enciende la televisión—. Pero jugaremos en modo intermedio, ni tan fácil ni tan difícil.
Me encojo de hombros. —Como quieras, vas a perder.
Suelta una carcajada. —Ah, ¿voy a perder? Ya lo veremos.
Me acomodo en el sofá. Kendall se sienta a mi lado, un poco más cerca que antes, entregándome el control azul. Esperamos que el juego cargue antes que él comience a seleccionar las opciones y luego elijo mi auto. No sé nada de marcas pero escojo uno que parece llamativo y espero que ese sea lo suficientemente bueno para ganar.
— ¿Lista, Kendall Dos? —pregunta, dándome un codazo suave.
Respiro profundo, le devuelvo la acción con mi codo. —Lista, Clon.
La carrera comienza, no tengo idea de cómo se llaman estos lugares pero básicamente es un circuito cerrado, se ve no solo la pista sino también el fondo con un cielo azul, montañas, nubes, personas en los costados como espectadores e incluso patrocinadores inventados.
La cuenta regresiva empieza.
3, 2, 1, ¡Empieza!
Presiono el acelerador sin dudarlo y rebaso a Kendall sin problema pero en menos segundos de los esperados él me alcanza y me pasa. Sigo acelerando sin parar, intentando mantener el auto en el medio y girar sin estrellarme contra el muro.
Él va mucho más adelante y mi corazón comienza a latir rápido, no quiero que me gane. No quiero decirle nada sobre mi vida. Ya lo he hecho pero son temas inofensivos, no quiero hablar de la carta ni de mi pasado.
Muerdo mi labio con fuerza, intentando no perder el control del auto pero su auto va muy lejos ahora.
Rayos, no, no, no.
Veo el número de lapsos y solo faltan dos. Él se desvía un poco y eso lo hace pasarse a un área con pasto así que tiene que moverse para regresar al camino lo que me da tiempo a alcanzarlo un poco.
No estamos cerca pero he avanzado. Sigo mi camino, tratando de no cometer ningún error excepto que cuando giro en la última vuelta giro de más y mi auto se va contra el muro.
Es oficial, he perdido.
Bajo el control a mi regazo y suspiro, lista para ver a Kendall celebrar su victoria y recordarme que me ganó.
Excepto que no lo hace. Cuando veo su pantalla noto que él se estrella intencionalmente contra un muro y se queda ahí. No se mueve.
— ¿Qué haces? —le pregunto.
El juego sigue con los sonidos del público falso y música intensa. —Perdí.
Frunzo el ceño. —No, estás cerca, ¿Qué te pasa? ¿Por qué no vas a la meta?
Baja el control y me mira, sus ojos se enfocan en los míos y noto algo ahí. Son lágrimas retenidas.
Trago saliva. — ¿Kendall?
Cierra los ojos. —Ganaste —susurra—. Yo perdí.
Inclino mi cabeza. — ¿Qué pasa? ¿Por qué actúas así?