Kendall Y Mi Secreto

28: ÉL

“Kennie:

Me preocupa que no hayas visto esas películas, todos de alguna forma las vimos, es como cultura general. Tenemos que cambiar eso.

No respondiste a mi pregunta del cumpleaños, ¿Harás algo en la noche? Por favor, respóndeme.

¿Por qué hacemos esto? No lo sé, ¿tú lo sabes? Pensé que con la primera que te dejé me ibas a ignorar y ahora estamos fingiendo que no estamos en la misma escuela y que no tenemos el número del otro.

Lo haremos hasta que uno de nosotros deje de responder. Por ahora, no seré yo, ¿serás tú?

Posdata: revisa a un lado de la fuente, dejé algo en una bolsa negra de plástico. Espero que nadie la haya encontrado antes”

Doblo la hoja antes de guardarla en el arbusto y asegurarme que la bolsa con un muffin esté bien colocada. Realmente espero que un pájaro no se la lleve o que la tiren pensando que alguien dejó basura aquí.

Me regreso antes que la siguiente clase empiece. Estos son los momentos que aprovecho para dejar las cartas, pero tengo que tener cuidado que nadie me vea.

Cuando voy por el pasillo, casi llegando, me encuentro con Cora. Las cosas con ella han estado tensas desde que llegó a mi casa y logré evitar su inspección a mi habitación. No había nada oculto ahí pero tampoco quería que subiera.

Entorna los ojos y me toma de la mano. — ¿Qué haces aquí?

—Fui al baño —digo sin titubear.

Frunce el ceño. — ¿Al baño? ¿Cuál? ¿Por qué irías tan lejos?

Lamo mis labios. —Oye, tengo que ir a clase.

Intento zafarme de su agarre pero me aprieta la mano con fuerza. —Faltemos juntos, ¿sí? Vamos a escaparnos.

Niego. —Vamos a clase, Cora.

Tuerce los labios. — ¿No? ¿Me estas diciendo que no? ¿Se te olvida que soy tu novia y la única que te aguanta?

Respiro profundo. —Nos meteremos en problemas.

Tira de mi brazo para acercarme a ella. — ¿Y qué? Vamos a escaparnos ahora.

La miro a los ojos pero no puedo sostenerle la mirada. —Cora…

Me da un manotazo en el hombro. —No te entiendo, ¿sabes? Eres un estúpido, ni sé porque estoy contigo. No eres tan genial como crees, eres patético.

No le contesto.

Me suelta la mano. —Algún día te darás cuenta que soy lo mejor que alguna vez tendrás, nunca encontrarás a alguien como yo.

Siento un nudo en mi estómago. Estiro la mano y tomo su rostro, me aparta empujándome el brazo. —Cora, lo lamento. Perdóname, no te enojes.

Levanta una ceja. — ¿Perdonarte? Estoy cansada de perdonarte.

Vuelvo a intentar tocar su rostro, esta vez sí me deja. —Lo siento, sé que te hago molestar mucho. Lo siento mucho.

Se encoje de hombros. —Como sea. Ya, olvidemos esto, solo espero que comiences a comportarte a mi nivel. De todas formas, iba a decirte que el viernes vamos a ir a casa de Rogelio para la fiesta de los deportistas, usa algo azul para combinar y pasa por mí a las seis, ¿entiendes?

—Espera, ¿Cuándo? —pregunto.

Rueda los ojos. —Viernes, Kendall. Viernes. No olvides peinarte de lado como me gusta y usa el perfume que te regalé, nada de estar hablando con alguna estúpida en la fiesta, ¿entiendes?

Asiento aunque lo único que puedo pensar es que el viernes es el cumpleaños de Kennie y yo quería hacer algo con ella, pero no puedo negarme a Cora. —Sí, entiendo. Está bien.

Sonríe, me toma de los hombros para acercarme a su rostro y besarme en los labios. —Te amo, bebé. Nos vemos después, adiós.

Se gira y me deja pensando en que ahora, tendré que desechar el plan con Kennie, aunque no es lo que quiero realmente.

Pero creo que la vida se ha encargado de demostrarme que no importa lo que yo quiero.

Luego del receso encuentro un momento para ir hacia el área de la fuente. Mientras caminaba hacia allá, una parte de mi deseaba que Kennie siguiera ahí.

En realidad, sí la he extrañado.

No entiendo como es que he conocido a tantas personas por muchos años y nunca he conectado con nadie como lo he hecho con ella. Es una complejidad pues no somos iguales, no pensamos de la misma manera pero de alguna forma, nos entendemos.

O yo siento que me entiende, a pesar que no le he dicho todo sobre mí.

Al llegar mis ojos van primero donde estaba la bolsa pero ha desaparecido. Subo los ojos y me pregunto si alguno de esos pájaros se ha comido lo que había en el interior.

Luego miro hacia el arbusto y ahí está, su respuesta.

Reviso que no haya alguien en el pasillo y voy por el papel doblado. Lo extiendo y leo lo que escribió con marcador anaranjado.

“Clon:

No quiero ver esas películas. No me interesan realmente así que llámame inculta.

Respondiendo tu pregunta, no haré nada. Dudo que mamá siquiera recuerde mi cumpleaños, eso es patético, ¿no?

¿¡Porque quieres saberlo!?

Posdata: gracias por el muffin, ¿algún motivo de porque lo dejaste?”

Suspiro. Al menos ella probó el postre que hice y le gustó (creo)

No sé qué responderle. Quería ofrecerle que hiciéramos algo para su cumpleaños pero ahora no puedo hacerlo, estaré con mi novia y nuestros amigos.

Por un segundo pensé en invitarla a la fiesta pero es solo para deportistas y si llega, es posible que le pregunten quien la invitó y no quiero que me mencione frente a Cora.

Rayos, me duele la cabeza. Me doy cuenta que he agregado un problema más a mi vida, no es que considere a Kennie un problema pero ella y yo no podemos convivir como lo harían dos personas normales.

Y ahora sé que Kennie pasará su cumpleaños sola. Mientras yo esté en una fiesta, ella estará a solas.

Guardo la carta en mi bolsillo y tomo la hoja doblada del otro, con un lapicero azul que destapo, pero mientras presiono la punta sobre el papel, no tengo las palabras correctas.

Unos pasos me hacen pegar un salto y bajo rápidamente la mano, ocultando el papel. Mi corazón se agita y no se detiene cuando descubro que en la entrada del lugar, está Kennie.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.