Kendall Y Mi Secreto

30: ÉL

No volví a escribirle a Kendall.

Ayer no llegó, la esperé por casi todo el último periodo y no llegó. Creo que eso colocó el punto final en nuestro intercambio de cartas dejadas en el arbusto. No sé porque no llegó, pensé que lo haría.

Incluso le había llevado un regalo por su cumpleaños de manera adelantada ya que hoy no podría verla pero creo que ya no importa. Ella tampoco dejó nada en el arbusto durante receso así que asumo que es el final.

Me siento bastante tonto por creer que ella me consideraba como su amigo así como yo estaba considerándola. Creo que Kendall ha dejado bastante claro que puede con la soledad y lo que realmente le perturba son las personas y la compañía.

Nada de eso importa ahora, he vuelto a mi rutina con mis amigos y mi novia. Estoy en esta fiesta, estoy dispuesto a ser quien todos conocen, ser el chico que ellos ven y no quien realmente soy.

En la fiesta pasé la primera hora con Cora pegada a mí, rodeándome la cintura con sus brazos y recibiendo sus besos en mi mentón y mis labios. Hablamos con nuestros amigos y nos tomamos fotografías, pero a medida que la fiesta avanzaba, el ambiente cambiaba.

Finalmente, llegaron las bebidas. Todo es alcohol, sin duda. Mis amigos se abalanzan por las cervezas y el tequila, las chicas prefieren compartir una botella que mezclan con jugos de sabores.

Yo sostengo la cerveza en lata aunque apenas doy sorbos. Nunca me emborracho, a veces he actuado como si lo estoy pero el alcohol que consumo es el que alguien usaría para una herida.

Cora había tomado un par de cervezas pero nada que le quitara la cordura. Ella ya se ha acostumbrado, ha tomado resistencia y solo la hace sentir un poco más ligera. O al menos, eso dice ella.

Cora toma a sus amigas, Jenny y Rosie para bailar en el centro de la habitación. Las chicas tienen faldas cortas y camisetas pegadas, pero no les interesa si algo se llega a ver.

Creo que en parte es porque ellas son novias de los chicos del equipo y es un código entre amigos sobre no voltear a ver a la novia de otro. Yo nunca he sentido la tentación de ver a otra chica pero estoy seguro que mis amigos sí, ellos prefieren fingir que esa escena no está sucediendo.

En mi caso, yo prefiero quedarme cerca. Aunque tenemos este código y todos tratamos de respetarnos, siempre habrá alguien que esté lleno de oscuridad y pueda intentar lastimarlas. En mi caso, prefiero ser quien puede evitar algo así.

Aunque gracias al cielo jamás se ha escuchado de algo así, creo que Cora me lo contaría. Ella siempre me cuenta todo de todos. Me contó cuando Brianna estuvo con el novio de su hermana, cuando Jenny salió con dos chicos al mismo tiempo, cuando Gemma tuvo su primera vez en una bodega de limpieza.

Aunque, no sé si son rumores tan solo.

Cora se separa de ellas para acercarse a mí, me toma de los hombros y me besa en los labios. Dejo que lo haga aunque me muevo después de unos segundos para abrazarla.

Ella se zafa de mi agarre y me empuja contra el sofá.

—Cora —susurro, sonriéndole.

Ella pasa su mano por mi torso. —Podemos subir.

No sé porque últimamente está insistiendo tanto en eso. Ella me dijo hace años que ella estaba esperando y “guardándose” para mí esa fue un área segura. Si la chica no quería, yo tampoco quería.

Pero ahora mi novia de dos años quiere y yo no.

No puedo explicarle porque no. En realidad, ni siquiera quiero hacerlo. La quiero, le tengo aprecio y es una buena persona pero la manera que reaccionó cuando le dije que no estaba listo me indicó que será difícil contarle alguna vez lo que me sucedió.

No puedo hacerlo.

—Cora —la aparto y me reincorporo—. Estás borracha, no voy a estar contigo si no puedes consentir.

Resopla, toca mis orejas. —Mi amor, somos novios, obviamente estoy consintiendo todo.

—No, no funciona así —tomo sus muñecas para bajarle las manos—. Tienes que estar consiente, no quiero que te arrepientas.

—Amor, no estoy tan borracha —intenta acercarse pero me aparto—. Kendall, ¿Qué te pasa? ¿Ves porque me enojo?

Retira las manos con fuerza.

—Solo estoy cuidándote —digo.

Ella me empuja los hombros. — ¿Cuidándome? Estas actuando como un… mira, vamos a subir y vamos a divertirnos, ¿sí?

Vamos a subir…

Es divertido…

—Cora… —digo, mi voz suena apagada a través de la música.

Ella se coloca sobre mi regazo. —No te entiendo. Te quiero, te deseo y tú a mí. ¿Lo haces, no? Me tienes que querer, ¿Acaso estás viendo a alguien más? ¿Por qué rayos no eres un hombre? Demuéstralo, demuestra que eres un hombre.

—Basta, Cora —frunzo el ceño.

Me golpea el brazo con el puño. — ¡Tú, basta! ¡Mira como estoy sobre ti y no haces nada! Podría tener a cualquiera en esta habitación pero estoy aquí, perdiendo el tiempo contigo.

— ¿Perdiendo el tiempo? ¿Qué te está pasando, Cora? Ahora solo piensas en eso.

Rueda los ojos. — ¡Porque es normal! ¡Es normal que yo quiera! No es normal que tú no lo quieras.

Es normal…

Todos lo hacen…

Es cosa de hombres…

Hombres de verdad…

Trago con fuerza. —Cora, quítate por favor.

Ella no lo hace, me toma de los brazos con fuerza, apretándolos. Cuando ella hace esto me deja marcas. — ¿Me estas engañando?

—No —mi respiración está agitada.

Arruga la frente. —Vamos arriba, ahora.

—No puedo —susurro, pero no creo que me haya escuchado.

—Ven —se mueve para levantarse pero no me suelta, tira de mis brazos con fuerza, siento su uña clavándose en mi piel—. Vamos, apresúrate, ven.

—No —retiro un brazo con fuerza—. ¡No, Cora, no! ¡No! ¿No entiendes? ¡No! —exploto.

Decir “no” es tan liberador. Quiero gritarlo, quiero escribir en las paredes. Quiero que todos me escuchen rasgándome la garganta al exclamar esa palabra.

Y Cora me da una bofetada con fuerza.

La música sigue, las personas continúan besándose y bailando, nadie voltea o nadie quiere demostrar que han visto esto.




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