Kendall Y Mi Secreto

31: ELLA

Mi cumpleaños no fue algo especial, como siempre.

Mamá sí se recordó porque compró un pequeño pastel con esas decoraciones extravagantes y llamativas. No me grabó pero pude escucharla cuando hablaba sobre mí y mi cumpleaños.

Ya no leo los comentarios de sus videos, en realidad ni siquiera los veo pero en ocasiones lo he hecho y siempre hay alguna persona que pregunta por mí, preguntan porque ya no aparezco en cámara. No sé si mamá les ha dicho algo a esos extraños o solo los ignora.

El fin de semana fue aburrido como siempre y al siguiente lunes, no estaba esperando nada nuevo. Excepto que sí había algo diferente.

Cuando iba por los pasillos me encontré con Kendall. Casi nos chocamos, mi corazón se detuvo y de pronto, me invadió la vergüenza. Sé que no llegué el jueves y esa fue mi manera de terminar con nuestra casi amistad.

Kendall me miró con el ceño fruncido y yo intenté mantener una expresión neutra aunque temí que mis ojos me delataran. Me sentía culpable y quería explicarle pero antes que pudiera ordenar mis palabras con mis pensamientos, él se hizo a un lado y se alejó.

Pensé que por ese día al menos, sería lo último que vería de Kendall pero luego de la siguiente clase, lo vi con sus amigos. Ellos hablaban y reían pero él tenía la mirada perdida, su rostro no era el del chico alegre y carismático de siempre, lucía diferente, como la vez que me confesó lo de su hermano.

Me forcé a retirar la vista de él.

Seguía pensando en su expresión, en cómo me gustaría poder preguntarle si está bien. Quería hacerlo, pero no lo hice.

Tampoco lo hice el martes cuando lo vi de lejos con su novia.

Ella lo abrazaba rodeándole el cuello y los hombros con los brazos pero su rostro no era el de un chico enamorado o siquiera feliz, parecía que quería quitársela de encima.

Tal vez ellos están teniendo problemas, eso no me incumbe. Tampoco puedo hacer algo al respecto, no se nada de relaciones y no tengo consejos para darle.

Pero a pesar que intento convencerme que Kendall es solo un chico de la escuela, alguien que fue temporal y efímero en mi vida, sigo pesando en él. Pienso en él cuando estoy en clases, cuando llega el receso y ya nadie está dejando o leyendo cartas en el arbusto, cuando me voy de la escuela y recuerdo el camino a su casa.

¿Por qué de pronto luce tan triste?

Esa es la palabra para describir su mirada. Triste. Kendall no luce como el chico de las vacaciones de primavera, tampoco como el que aparece en las fotografías de sus redes sociales.

Quisiera poder preguntarle a alguien qué hacer en estos momentos. Realmente desearía poder ir con mamá y contarle pero a ella no le interesa, ella no me escuchará y si lo hace, lo divulgará para su público en internet.

Ni siquiera tengo una mejor amiga a quien pedirle un consejo.

Vaya, que patético es esto de estar sola. Es como un espejismo, suelo creer que si no tengo a nadie cerca estoy a cargo, que soy yo la dueña de mi tiempo y mis emociones pero luego, la frialdad se apaga y en la habitación solo estoy yo.

Para el miércoles ya no podía más con la incertidumbre.

Vi a Kendall temprano yendo hacia alguna parte y lucia cansado, incluso pálido. ¿Alguien más lo nota? Estoy segura que sus amigos y su novia tienen que verlo.

Yo lo puedo ver, ellos tiene que hacerlo.

Era tan difícil concentrarme en las clases, en funcionar como una persona normal sin elevar la mirada cada vez que un chico pasaba a mi lado. Era tan difícil ver su número en mi teléfono y preguntarme si sería una buena idea enviarle un mensaje.

Durante la noche releí sus cartas y pensé en la suya. Pensé en la que yo no debía recibir, las palabras de su novia. Pensé en su hermano. Pensé en su madre. Pensé en todo lo que no conozco de él y lo mucho que sus ojos ocultan.

Sí, sin duda, pensé en sus ojos.

Ese tono azul que me sorprendió desde que lo vi, como un cielo al final de primavera, los ojos de alguien que no solo me veía, sino que me observó como si pudiera escucharme sin juzgar.

Hace una semana le prometí que lo encontraría por la fuente, hace una semana lo dejé ahí. No sé si me esperó o tal vez, él ni siquiera estaba ahí. Le estoy dando vueltas a las mismas cosas, una y otra vez.

Creo que solo hay una forma de detener todo, tengo que verlo. Tengo que hablar con él, decir un par de disculpas y alejarnos oficialmente pero antes quiero saber si está bien. Tal vez no puedo ayudarlo pero eso no significa que no pueda preguntarle.

¿Por qué me importa tanto?

Intenté dormir pero no pude. Sí lo hice, unas horas, no fueron suficientes. Cuando desperté me sentí como si un tractor mi hubiera pasado encima y mis ojeras lo demostraban. Me veía pálida, con ojos cansados y como aquella mañana después de lo que ocurrió con Franco.

Pensar en Franco me hace pensar en Kendall. En cuando le dije, en cómo no me juzgó y no me criticó. Me escuchó. Fue paciente.

Puedo darle eso también, dejarlo que se exprese. Escucharlo.

Ahora la cuestión es, ¿Cómo voy a convencerlo que nos veamos en el último periodo?

Bien, ahora si parezco demasiado rara.

Primero tuve que asegurarme que su novia se fuera durante receso a otro lado y luego de encontrarlo aun guardando sus cosas en su salón de clases, me adentré vigilando la puerta.

Ni siquiera volteó hasta que estaba a una muy corta distancia de él. —Kendall —digo.

Él gira el rostro y ahora que lo veo de cerca, luce mucho peor. Luce como yo me veía en el espejo cuando desperté, pero diez veces peor. — ¿Qué haces tú aquí?

No tengo tiempo para hablar, no quiero que su novia regrese y nos encuentre aquí. Fue amable en el baño pero no estaba cerca de su novio a quien presiento que ve como si fuera su propiedad.

—Ten esto —extiendo la hoja doblada hacia él—. Por favor, léela lo más pronto posible.

No la toma, me mira con el ceño fruncido. — ¿A qué estás jugando?




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.