Kendall Y Mi Secreto

36: ÉL

Llevamos cuatro películas, es decir, cuatro días.

Hoy es viernes y usualmente los viernes me iba de fiesta con Cora y los demás, pasábamos a comer a algún lugar antes y luego solo nos juntábamos en la casa de alguien pero ahora todo ha cambiado.

Hoy nos toca ver una película elegida por Kennie, ella escogió “El Diario De La Princesa” y yo solo intento no hacer bromas sobre el hecho que conoce demasiadas películas sobre princesas.

—No me digas que no la has visto —dice, acomodando la caja de pizza, mitad carne mitad piña (porque ella está loca y come pizza con piña)

—Tú no has visto Harry Potter —digo, sentándome a su lado.

Bufa. —Incorrecto, ayer vimos la primera.

Levanto las cejas. —Bien, has visto como el diez por ciento de Harry Potter.

Arruga la nariz. —No soy fan de esa historia así que espero mejore después —bosteza—, en realidad mi madre solía estar obsesionada con esos libros y las películas. Creo que tal vez por eso me causan un poco de rechazo.

Coloco mi mano en su hombro. —Pues cambiaremos eso.

Rueda los ojos. —Ahora veamos una película de culto, esto es cultura.

—Esto no es cultura, esto es… una historia básica y aburrida.

Resopla. —Clon, te equivocas. El Diario De La Princesa es un clásico, además está protagonizada por iconos del cine. Obviamente no sabes nada.

Sonrío de lado y mi corazón pega un salto. Kennie se ha recogido el cabello y puedo verle la cicatriz pero también puedo ver mejor su rostro, sus mejillas y la curva de su cuello.

Ese estúpido enfermo de “Franco” la lastimó de más maneras de lo que parece y ella se oculta, lo cual no debería. Esta chica es como un tesoro escondido, algo que pocos conocen pero vale demasiado.

—Veamos tu película —digo, abriendo la caja—. Mira, si hay romance, se me quitará el apetito.

Suelta una carcajada. — ¿Ahora eres enemigo del amor? Bienvenido al club.

Le paso una rebanada de su lado con piña. — ¿En ese club también hay dementes que mezclan queso con frutas?

Empuja mi pierna con su rodilla suavemente. —En este club no le robamos el nombre a otras personas.

Entorno la mirada. —Ya te dije, tú naciste después.

—No importa, tu eres el clon —da un mordisco a su pizza.

Le paso varias servilletas de papel, las toma y las usa para sostener la pizza. Yo le doy una mordida grane a la mía y disfruto del queso derretido con la salsa de tomate llena de especias y condimentos.

Reproduzco la película. No la he visto antes, tal vez sí he escuchado un poco de ella pero nunca me llamó la atención. Con Cora no mirábamos este tipo de películas, ella se iba por las más recientes y muy mal actuadas pero nunca decía eso.

Ella odiaba mis comentarios negativos.

No voy a mentir, la película no es tan mala como pensaba. Es un poco infantil y se nota que es de hace varios años pero es entretenida y tiene algunos momentos divertidos.

Pero tengo que admitir que constantemente me distraía por Kendall. Me distraía cuando se inclinaba para tomar otra rebanada y nuestras piernas se tocaban por un segundo, me distraía cuando reía de forma suave, me distraía cuando se acomodaba y nuestros brazos se presionaban.

Es raro como estoy tan consiente y sensible a su presencia. Aunque lo intento, no puedo evitar voltear un par de veces a ella. Tomo de excusa para hacer contacto visual cuando voy por otro pedazo de pizza.

— ¿Quieres algo de beber? —pregunto, con el corazón agitado.

Se acomoda un mechón suelto detrás de la oreja. —Claro.

Trago saliva. —Eh, claro, veré que tengo —digo, poniéndome de pie y tropiezo un poco, casi perdiendo el equilibro.

— ¿Estás bien?

—Sí, sí, estoy bien —no lo estoy—. Eh iré allá, tengo aquí, sí…

Camino respirando profundo al mini refrigerador donde guardo algunas bebidas como jugos de sabores, sodas y agua. Tomo uno de cada uno y los llevo donde está.

— ¿Cuál quieres?

Levanta el rostro para verme. —Agua está bien.

Estiro la botella para entregársela y nuestros dedos se tocan. No es la primera vez que hacemos contacto físico pero ahora, este pequeño acto, envía señalas eléctricas por todo mi cuerpo. —Ten.

—Gracias —susurra.

Dejo el jugo en la mesa y me siento a su lado con la soda. Tomo una respiración larga de nuevo esperando que eso me calme. No lo hace.

Después de la mitad de la película ya no estaba prestando atención. La chica en la película recibe un cambio físico y termina luciendo mejor pero yo no estoy fijándome en ella.

Me siento raro. No es usual que las personas terminen una relación mala y toxica para luego volver a sentir, ¿no? Bueno, no lo sé. En mi caso solo puedo decir que la temporada de “mariposas” y “corazones acelerados” con Cora no duró mucho.

Al comienzo estaba bien con Cora porque representaba seguridad y algo predecible, estable pero pronto esa imagen cambió. Cora ya no era alguien con quien me sentía bien, era alguien con quien debería estar.

Dejó de ser “querer” y cambió a “tengo que”

No sé cómo pue pensar que ella y yo íbamos a durar por más tiempo que íbamos a estar juntos después de la escuela. Supongo que sí le compré toda esa historia de “la niña buena” la chica que iba a la iglesia, que tenía un anillo de pureza o lo que sea (que se quitó a los seis meses de salir conmigo) y que siempre me hacía sentir culpable por todo.

Cada vez que pienso en ella, cada noche que pasa y recuerdo nuestra desastrosa relación, me pregunto cómo es que llegó hasta ese punto. Sé que había señales pero no las vi, o no las quise ver. Un día solo abrí los ojos y ella ya no era la chica dulce y tímida, era alguien que se la pasaba insultándome.

Me avergüenza recordarlo. Kennie tenía razón, eso que pasé con ella era algo malo. Algo abusivo.

Es difícil verlo como es, aceptarlo es mucho más. Pero tengo los recuerdos de sus insultos, sus golpes, sus humillaciones. En la fiesta me dio una cachetada pero antes de eso me empujaba, me clavaba las uñas, me daba golpes.




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