La fiesta era como lo había imaginado.
Estoy en la casa de Jairo, es grande y tiene piscina. Sus padres no están y eso nos ha dejado el lugar libre para nosotros, somos aproximadamente unos veinte tres chicos y chicas.
Cuando entré con Kendall a mi lado todos los ojos estaban sobre nosotros y seguramente, en ella pero rápidamente mis amigos la recibieron y le dieron la bienvenida.
A ellos les fascino el hecho que ambos tenemos el mismo nombre, cuando Parker preguntó cómo nos llamábamos solo nos reímos porque a este punto tenemos muchas formas de llamarnos.
Todo estaba yendo bien, estaba hablando con mis amigos y Kendall permanecía a mi lado pero llegaron las amigas de Cora. No puedo negarme, muchas de sus amigas son novias de mis amigos.
Ellas no ocultaron su sorpresa, todas observaban a Kendall como si la estuvieran examinando. Intenté no prestarle atención pero mi cuerpo se tensó cuando Alana se acercó.
— ¡Hola! —su voz siempre me ha parecido chillona—. ¡Kendall! ¿A quién trajiste? ¿Es nueva?
Ella no mira a Alana, baja el rostro.
—Ella es mi amiga, eh, se llama Kendall —digo.
Alana, Rosie y Charlie abren los ojos, es Rosie quien dice: — ¿Se llaman igual?
Mike, que estaba en el grupo hablando con nosotros, responde: — ¿No es genial?
Alana entorna los ojos. —Ah, esperen, ¿ustedes son familia o algo así?
Frunzo el ceño. — ¿Parecemos familia?
Alana le da una mirada y arruga la nariz. —Supongo que no.
Charlie se mueve frente de Alana. —Entonces, um, ¿son solo amigos? Qué lindo.
—Sí —Alana asiente—. Pero si es tu amiga, ¿Por qué la tienes aquí con ustedes? Chicos, seguro la están aburriendo con sus cosas de deportes. Ven con nosotros… Kendall…
—Deberíamos darte un apodo —dice Rosie—. Así no hay dos Kendall, es un poco raro.
Alana toma el brazo de ella. —Ven, queremos conocerte, ahora que serás nuestra nueva amiga.
—Eh, creo que está bien aquí —digo.
Kennie me da una mirada, no entiendo qué quiere decirme.
Rosie bufa. —Ay, vamos Kendall, no somos brujas. Estaremos literalmente aquí, en esta casa, en la otra habitación. Además la chica no es una niña.
— ¿O eres sobreprotector con ella? —Alana eleva una ceja.
Kennie me mira. —Um, supongo que está bien…
—Claro que está bien —Rosie dice—. Somos amigos, Kendall. Por favor, no seas paranoico.
Adrián me da una palmada en el hombro. —Sí. Deja que tu gemela se adapte.
¿Gemela?
—Solo compartimos nombre —murmuro.
—Sí, ven con nosotras —Alana insiste.
Parker se encoje de hombros. —Debería ir con ellas, así ya es parte del grupo.
Vuelvo a ver hacia Kennie y ella me hace un gesto, no sé si quiere quedarse o está cómoda yendo con ellas. No creo que sepa que ellas son amigas de Cora.
—Entonces, chica, ¿Qué quieres? —Rosie inclina el rostro—. Ven con nosotras, queremos conocerte.
Ella se encoje de hombros y da un paso hacia ellas.
Muerdo mi labio inferior viendo como se la llevan al área de la cocina. Estoy tenso pero tengo que calmarme, no porque sean amigas de Cora significa que le harán algo malo. Además, ellas creen que estamos relacionados así que es mejor que piensen eso a que piensen que estamos saliendo.
Mantengo la calma eventualmente, mis amigos y yo hablamos de la escuela y de otros temas hasta que llega Ricardo con dos paquetes de cerveza, detrás de él está Garrett quien carga una bolsa con varias botellas transparentes.
Todos se agrupan cerca de ellos, Ricardo se asegura de pasarles una bebida a todos mientras que Jenny sale de la cocina con las demás chicas. Kennie no parece incomoda, incluso pareciera estar sonriendo.
Me relajo totalmente.
Todos empiezan a pasarse los vasos para que les sirvan algo de beber. Yo veo a Kennie quien recibe una de las latas de cerveza. No estoy seguro si ella bebe pero no voy a actuar como su guardaespaldas.
— ¡Por Kendall! —Parker toma un trago largo—. Bueno, ahora tenemos dos Kendalls pero por Kendall hombre.
Todos levantan sus brazos y beben sin parar. Yo miro mi vaso y arrugo la nariz, prefiero no tomar hoy.
—Eh, amigo, tienes que beber, es tu cumpleaños —Garrett eleva la voz.
Le sonrío. —Lo haré, pero la noche está empezando.
Eso hace que todos griten emocionados. Las personas se dispersan y alguien enciende la música, subiéndole el volumen y las parejas se acercan para bailar.
Mis ojos se mueven de inmediato hacia Kennie. Ella sostiene la lata con ambas manos y solo le da pequeños sorbos.
—Hola —estoy de frente—. ¿Qué tal la estas pasando?
Se encoge de hombros.
Tomo la lata con mi mano derecha. —No tienes que beber si no quieres.
— ¿Qué? —pregunta, la música y las voces hacen que hablar sea más difícil.
Dejo la lata en una mesa cerca y me inclino. — ¿Quieres bailar?
Suelta una carcajada. —No gracias —tiene que gritar para que la escuche—. Te dije que no bailo.
Me separo y muevo los labios para decirle: —Yo tampoco —tomo sus manos y me acerco a ella.
Baja la mirada pero yo tomo su mentón y hago que me vea.
—Te ves bien —digo.
Levanta una ceja. —Este borracho —dice por encima de la música.
Niego. —No lo estoy —me acerco a su mejilla—. Pero tú sí estas linda hoy, ayer y siempre.
No sé de donde estoy sacando el valor para decirle esto. Aunque no es algo malo y somos amigos, los amigos se pueden decir cosas como estas, ¿no?
Suelta una carcajada aunque noto sus mejillas rojas. Realmente no bebí casi nada pero hay algo en esta noche, en como se ve y en cómo me siento que no puedo parar mis palabras.
Seguimos así de cerca cuando alguien toca mi hombro, me volteo y veo a Parker que me hace una seña para que lo acompañe a otro lado.
—Ahora vuelvo —le digo a Kennie.
Me da una sonrisa y yo volteo para ver qué es lo que sucede con él. Vamos hasta la cocina donde hay menos personas pero aún se escucha la música.