Sabía que algo podía cambiar a partir del desastre en la fiesta de cumpleaños Kendall pero no esperaba que fuera tan pronto.
Cuando iba por los pasillos, alguien me tomó el brazo y me hizo girar. Al darme la vuelta, me encontré con Alana y Cora. Ninguna de las dos parecían felices de verme.
Tragué saliva con dificultad. — ¿Si?
Cora entorna los ojos. —Oye, ¿Qué eres de Ken?
Niego tres veces. —Nada.
Alana bufa, Cora dice: — ¿Nada? Por favor, tú estabas borracha y tu príncipe azul te sacó de ahí —da un paso hacia mí—. ¿A dónde fueron?
Respiro profundo. —Tengo que ir a clases —retrocedo un paso.
Cora me toma del brazo otra vez. —Espera, estamos hablando. No te vayas todavía.
Miro alrededor. Aún faltan como diez minutos para que suene la campana así que por un rato nadie pasará por aquí. No esperaba topármela, pensé que solo me olvidarían.
Yo ni siquiera vi a Cora en la fiesta, solo la vi cuando besó a Kendall.
—Entonces —Cora se acerca más—. ¿Qué estás haciendo con mi novio?
Frunzo el ceño. —Ya no es tu novio.
Alana y ella ríen. —Ah, así que eso te dijo —Cora sube la mano para intentar tocar mi rostro pero me aparto—. Mira, te diré algunas cosas sobre Ken. Primero, está tratando de acostarse contigo, él es así. Segundo, no te ilusiones. Alguien como tu jamás podría gustarle.
Alana se inclina hacia adelante. —Además, él ama a Cora. Ellos van a regresar.
—Sin duda —Cora agrega—. Siempre volvemos.
Me aparto de nuevo, retrocediendo. — ¿Terminaste?
Ella eleva la ceja derecha. —Ah, ¿crees que estoy mintiendo? Pues hazlo, vete con él y cuando obtenga lo que quiere de ti, se irá.
No tiene caso que le conteste, yo no me sé toda la vida de Kendall pero sí sé que es una buena persona. Él me llevó de regreso a mi casa y luego me compró el desayuno.
Entorno los ojos. —No me intimidas.
Bufa. — ¿No? ¿Estás segura de eso? Puedo hacer mucho más que esto.
Aprieto mis puños. Es cierto, yo huyo de los conflictos pero si hay algo que odio en este mundo son las personas que quieren dañar a otras. Odio también que por toda mi vida no me he defendido, he dejado que las circunstancias pasen por mí.
Pero esa noche esas chicas me hicieron creer que estaban siendo amables y me tomaron como un entretenimiento, ella me está usando como venganza contra su ex.
—Pues hazlo —digo—. ¿Sabes algo? No me importa, no tienes idea del tipo de cosas que he vivido y tú eres insignificante. Tú eres controladora, mala y toxica, ¿crees que alguien podría querer a alguien tan podrida como tú?
Alana abre los ojos y Cora me mira con los labios medio despegados.
Yo sé, tengo esta imagen de niña tonta y callada y sí, lo soy pero también estoy cansada. Tan cansada.
—Yo…
Levanto las manos para que no diga nada más. Me giro y voy hacia el salón de clases sintiendo mi estómago revuelto y la respiración agitada. Aprieto los labios con fuerza hasta que llego y entro.
Nadie sabe lo que acaba de suceder.
Por el resto de la siguiente clase sentía un dolor en el estómago pero no como cuando tengo hambre, era uno distinto. Cada pequeño ruido me hace pegar un salto y constantemente veía hacia la puerta.
Sí, la enfrenté pero eso no significa que no esté tensa.
Cuando era la hora del receso me llegó un mensaje de Kendall pidiéndome que nos viéramos en la fuente. Tuve que asegurarme que ya no se aparecieran cerca o me estuvieran siguiendo.
Esto es ridículo, temer que algo pueda sucederme cuando no hice absolutamente nada malo. Pero aquí estoy, sintiendo el corazón latiendo rápido hasta que llego al pasillo donde ya comienzo a ver la fuente.
Cuando piso el césped, veo a Kendall recostado en uno de los muros. Se empuja con el pie para separarse. —Hola —dice.
Suelto una exhalación. —Hola.
Se acerca hacia donde estoy. — ¿Cómo estás?
Me encajo de hombros. No quiero decirle lo que sucedió con Cora, no quiero que piense que tiene que cuidarme.
— ¿Qué pasa? —pregunto.
Él sonríe. —Nada, solo quería verte.
Bajo la mirada y respiro profundo. No sé qué decirle, cada vez que dice cosas así me deja sin palabras.
—Kennie, eh, estaba pensando en algo —aclara la garganta—. Yo sé que, bueno, mira…
Su teléfono vuelve a interrumpirnos. Han sido tantas veces que parece un chiste. Él cierra los ojos antes de sacarlo, frunciendo el ceño. Creo que ambos esperábamos que estuviera llamándolo Cora pero su rostro cambia.
Se lleva el teléfono a la oreja. — ¿Qué pasa, Parker?
No puedo escuchar lo que su amigo le dice pero sí veo la expresión en su rostro. Sus ojos se abren y el color en la cara se aleja de inmediato, es como ver a alguien que está de frente a un fantasma.
—Parker… no… no es…
Su mano empieza a temblar y yo no sé qué hacer. Quiero saber qué está pasando pero sigue hablando con él hasta que baja el brazo y sus ojos se llenan de lágrimas.
Tengo miedo de conocer la respuesta pero pregunto de todas formas: — ¿Qué pasa, Kendall?
Suelta el teléfono y cae al pasto, lleva ambas manos a su rostro. Él repite algo en voz baja, no puedo distinguirlo pero suena tan alterado.
Miro alrededor como si intentara buscar algo que me ayude en esta situación pero estoy sola y él está perdiendo el control. Kendall se inclina, sentándose a cuclillas, con la respiración agitada más y más.
—No, no, no… —repite una y otra vez.
Está sudando, mucho, y está llorando al mismo tiempo. Tiene los ojos apretados y sus manos tiemblan.
Me inclino hacia él. —Kendall, Kendall, respira —pido.
Él no me está escuchando, sus ojos siguen apretados con mucha fuerza. Toco su rostro y está frio, se cubre las orejas con ambas manos como si pudiera escuchar algo que yo no.
Tengo que hacer algo.
No sé qué pasa con Kendall, no por esto sino por lo que sea que lo ha hecho llorar y tener estos ataques. Hay algo con él que lo está consumiendo y tengo que hacer algo.