— ¿Qué pasa? —Kennie frunce el ceño—. ¿Qué? ¿La escuela?
Abro los ojos. Es obvio que iban a llamar a su madre para preguntarle por qué faltó.
Ella suspira. —Sí, está bien, ahora voy —cuelga y cierra los ojos por unos segundos—. Lo siento, tengo que irme. Por primera vez en su vida le importa dónde estoy.
—Te llevo —digo, levantándome de un salto.
Ayer mamá tuvo que ir por mí a la escuela, luego regresó por mi auto y lo guardó en la cochera. Me sentí mal por ella, está tratando de ayudarme tanto como puede y hace tantas cosas por mí.
Kennie toma sus cosas y nos dirigimos al auto luego que yo tomara las llaves. Dejo que se suba antes de salir de la casa. Es una lástima que no va a poder quedarse más tiempo pero no podemos hacer nada ahora.
El camino a su casa es corto, ella luce molesta y yo solo le sonrío y tomo su mano para tranquilizarla.
Cuando llegamos al frente, Kennie exhala lentamente. —Oye, lo lamento, no pensé que mamá contestaría las llamadas e la escuela, no creo que siquiera tenga el numero registrado.
Toco su hombro. —Está bien, no te preocupes. Te hablo después, gracias por todo.
Me sonríe. —Nos vemos… no sé cuándo pero nos vemos.
Me inclino para besarla y nuestro beso dura tan solo unos segundos porque la puerta del frente se abre y sale una mujer delgada, con cabello rubio recogido en una trenza, con maquillaje y un vestido de verano.
—Esa es mi madre —susurra, tomando la manecilla del auto para salir.
Yo me desabrocho el cinturón y salgo al mismo tiempo que ella. Supongo que tengo que explicar porque su hija no estaba en la escuela y por qué está saliendo de un auto con un chico.
Ella se acerca, las cejas juntas y los brazos cruzados. —Sophia, ¿En que estabas pensando? ¿Escampándote con tu novio?
Sophia
Casi olvido que Kennie tiene otro nombre, así como ella con mi otro nombre “Archer” recuerdo que al principio intentábamos encontrar otras formas de llamarnos pero ahora usamos “Kendall”
—Mamá, por favor —rueda los ojos—. Solo falté un día.
Los ojos de la mujer se van a mí, a mi auto y de regreso a mí. — ¿Tu eres el novio de mi hija?
Bueno, aún no hemos establecido “qué” somos. —Eh…
—Es mi amigo —ella se apresura a contestar—. Me trajo, pero ya estoy aquí, no importa, entra.
Su madre inclina el rostro. —Sophia, yo no pago tu educación para que te escapes con tus novios…
— ¿Mis novios? —resopla—. Madre, no soy como tú.
—Vete ahora mismo a tu habitación, vamos a hablar de esto —eleva la voz—. ¿Crees que puedes faltarme el respeto? ¡Soy tu madre y soy un adulto! ¡Tienes que obedecerme!
Soy un adulto, yo sé más que tú…
—Espera, Kendall —me acerco a ella—. Mejor ven conmigo.
—Disculpe, niño, ¿Quién es usted para decirle a mi hija qué hacer? —tengo tan solo segundos de conocer a esta mujer y no me está agradando.
Tomo la mano de Kendall. —Yo soy su amigo y no voy a dejarla con usted si le habla de esa forma.
Bufa. — ¿No? ¡Soy su madre! Puedo hablarle como se me dé la gana.
—No, no puede —digo, me coloco frente a Kendall—. Ella no se va a quedar aquí si usted no se calma. Ella no rompió ninguna regla, ella estaba conmigo porque no quería dejarme solo, esta chica es una gran persona y no merece que la trate así.
Siento a Kendall tomar mi brazo para que me detenga pero no puedo hacerlo.
—Mira chico, no sé qué eres de mi hija pero ella es mi hija, no tienes derecho a venir a hablarme así en mi propia casa así que te vas ahora mismo o llamo a la policía.
Resoplo. — ¿La policía? ¿Y qué le dirá? ¿Qué la deja sola por semanas? ¿Qué no le importa su alimentación? ¿Qué la expone en internet a pedófilos? ¿Qué deja que extraños hablen de ella? ¿Eso les dirá? —siento como el calor en mi cuerpo aumenta, tenso la mandíbula mientras la veo directamente a los ojos—. Si usted llama a la policía, yo llamaré a mi padrastro quien es policía también y le hablaré de su negligencia, ¿quiere eso?
Esta vez no me contesta, abre los ojos y aunque se nota que quiere responder, sabe que todo lo que dije es verdad.
—Mamá —Kendall habla—. Dame un momento con él, ahora voy.
Ella niega y resopla pero se da la vuelta y entra a la casa. Puedo sentir lo tenso que estoy y solo empiezo a relajarme cuando Kennie toca mi mano para que la voltee a ver.
—Oye —susurra—. Tú… deberías irte.
Exhalo lento. —Quiero asegurarme que estés bien, no quiero que te haga algo.
Sonríe a medias. —No es así, ella me dirá que está decepcionada y que la estoy interrumpiendo pero no serán más que palabras —toma mi otra mano—. Te veré después.
Quiero besarla pero tal vez su madre nos está viendo. —Escúchame, Kennie. No dudes en llamarme por lo más mínimo, ¿bien? Si me necesitas vendré y llamaré a Jordan si es necesario.
Ahora sonríe amplio. —Voy a estar bien, pero, ¿nos podemos ver después?
Frunzo el ceño. — ¿Después? Estoy seguro que va a castigarte.
Bufa. — ¿Sabes porque está maquillada? —Baja la voz—. Ella tiene un viaje a otra ciudad, irá a quedarse con una amiga. Seguro me dará un sermón y luego me dejará sola otra vez.
Niego. No puedo creer que sea así, ¿Cómo no le importa que su hija adolescente se quede a solas? — ¿Todo el día?
Se encoje de hombros. —La escuché, se quedará hasta mañana.
Me froto las sienes, realmente me gustaría llamar a Jordan y contarle pero sé que eso es algo que Kennie no quiere hacer.
—Bien —aclaro la garganta—. Solo recuerda que puedes llamarme.
—Lo sé —me da un apretón suave antes de soltarme—. Te veré después.
Ella está por irse a la entrada de su casa cuando tomo su brazo y me muevo de frente a ella. —Te quiero.
Sonríe. —Lo sé —toca mi rostro—. Te quiero.
Dicho esto, camina a la puerta y entra.