Kendall Y Mi Secreto

51: ELLA

Dejé mi alarma una hora antes de la hora que usualmente programo.

Lo primero que hago es bañarme, me cambio, cepillo mis dientes y uso el poco maquillaje que tengo. Quiero comprar más sin duda. Tomo mi mochila y cuando bajo, mi corazón pega un salto al escuchar a alguien moviéndose en la cocina.

Claro, ese “alguien” es Kendall, quien realmente se quedó aquí.

Aun no me ha notado, él está en la cocina tomando una taza de té. Tiene el cabello despeinado y la ropa un tanto arrugada pero se ve bien, como siempre.

—Buenos días —digo.

Se gira y mi corazón vuelve a dar una vuelta olímpica. —Hola, ya estas lista.

Me encojo de hombros. —Me desperté antes. —Solo quería asegurarme de verme bien pues sabía que él estaría aquí al despertar.

Levanta un dedo. — ¿Puedo usar tu baño?

—Te dije que sí —respondo.

Se acerca y me besa la mejilla. —Lo sé pero quería preguntarte.

Él pasa a un lado de mí para ir al baño y estoy llena de mariposas que revolotean por todos lados. No sé qué estoy haciendo saliendo con alguien como él pero no puedo alejarme, no quiero hacerlo.

Anoche me confesó algo horrible, algo que nadie quiere vivir y confía en mí. Sé que él tampoco me necesita para protegerlo pero siento la necesidad de hacerlo.

Hoy no estará en la escuela pero espero que ya nadie hable sobre él. Ahora sé que no tienen ni idea de lo que pasó, de todo lo que sufrió y de lo mucho que le ha afectado.

Cuando regresa del baño me toma de la cintura. —Tú me dices cuando irte.

Resoplo. — ¿Tu madre no te ha llamado castigándote para siempre?

—Claro —besa la parte de atrás de mi cabeza—. Me dijo que eres una mala influencia para mí, que nunca más debería verte.

—Bueno, ahora mi suegra me odia —bromeo.

Él rodea mi cintura con sus brazos y cierro los ojos. Estos momentos con él son perfectos. — ¿Estás seguro que quieres ir a la escuela para dejarme? Puedo caminar, incluso puedes dejarme

—Lo sé —contesta—. ¿Sabes algo? Eres necia.

— ¿Y? Así soy —digo.

Suspira. —No sé porque pero quiero besarte todo el tiempo, no podemos hacerlo claro.

—Ja, ja —me separo—. Por ahora, debería irme, ¿no?

Entorna los ojos. —Si quieres, ¿vamos?

Miro su atuendo aun de ayer y su cabello. —Te ves bien.

Me da un guiño. —Gracias, solo para ti.

Tomo su mano y tiro de él para que salgamos a su auto.

~

—Listo, hemos llegado —Kendall me toma la mano para besar mis nudillos—. Oye, a mediodía tengo algo que hacer con mamá pero creo que puedo venir por ti, ¿sí? Yo te aviso.

Asiento. —Gracias Kendall.

Él sonríe. —De nada, Kendall.

Bufo. —Ahora que estamos juntos es un poco raro que tengamos el mismo nombre.

—Sí, uno de nosotros va a tener que cambiárselo, no seré yo por supuesto —bromea.

Ruedo los ojos. —Mejor me voy. Te veo después.

—Claro —suelta mi mano—. Y ya lo sabes, si me necesitas, llámame.

Acaricio su brazo antes de abrir la puerta y salir. Al menos nadie está prestando atención, todos a mí alrededor están caminando con rostros cansados y bostezos, no les importa que haya salido del auto de Kendall.

Me giro y él sigue viéndome, sacude la mano antes de subir la ventana e irse.

Tomo una larga respiración antes de caminar hacia dentro del edificio. Mantengo la mirada hacia abajo para evitar hacer contacto visual. Honestamente, no sé qué ha estado pasando por aquí y aunque me gustaría creer que nadie habla de lo que Cora está difundiendo, puede que siga sucediendo.

Voy hasta el salón de clases y de manera inmediata tomo mi teléfono y lo reviso como si estuviera haciendo algo importante.

Pensé que nada sucedería pero, unos minutos antes que comenzara la clase, escuché a unos chicos del frente mencionar a “Kendall” por supuesto, primero pensé que hablaban de mí pero ellos no me estaban viendo.

Traté de escuchar lo que decían pero no era fácil, los demás de mis compañeros también hablaban entre ellos y tantas voces impedían descubrirlo.

Pero no fue lo único, cuando era momento de pasar a la siguiente clase y teníamos cinco minutos, llegaron unos chicos de otra parte para hablar con algunos de mi salón.

Primero parecía que los temas estaban relacionados a autos y videojuegos pero luego, lo escuché de nuevo. Su nombre.

— ¿Crees que si fue así? —dice uno—. Pero Kendall no parece diferente, es normal, ¿no?

Otra contesta: —No sé, tal vez se lo inventó Cora, ¿Ya no están juntos?

—No —responde—. Mejor para mí, siempre me gustó.

—Tal vez si es cierto —dice uno de los de mi salón—. Porque ya no vino, ¿verdad? igual creo que si fuera mentira, no hubiera faltado.

—No sé, Parker no nos dice nada —contesta el otro—. Qué raro, todavía no entiendo a que se refieren con eso, tal vez es mentira.

Luego, cambiaron el tema.

Durante receso fue cuando ocurrió lo que menos quería. Antes que mis compañeros salieran del salón, Cora llegó con tres de sus amigas. Tres que estaban en la fiesta y fingieron ser amables conmigo.

Ella camina directo hacia mí, se coloca a un lado de mi escritorio. —Hola, ¿Qué tal? ¿Podemos hablar contigo?

Poco a poco mis compañeros están saliendo. —Eh, no.

—Vamos —Cora sonríe—. Solo es por algo insignificante, por favor.

Respiro profundo, ya casi no queda nadie más que ella aquí. —Tengo que hacer algo ahora —tomo mi bolsa y la coloco en mi hombro.

Cora estira el brazo para tocar el mío. —Por favor, ¿no tienes curiosidad por saber que queremos decirte?

—No —oficialmente todos se han ido ahora.

Ella baja el brazo. — ¿Dónde está Kendall?

Me encojo de hombros.

Se ríe, de manera muy falsa. —Vamos, ya sabemos que eres su nueva novia. ¿Dónde está? ¿Por qué no ha venido a la escuela?

Tengo que resistir las ganas de gritarle que por su culpa. Si ella no hubiera expuesto lo del artículo en internet, él no se hubiera sentido presionado.




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