Kukri

CAPÍTULO 2

El médico pasea entre las cámaras sanadoras, observando las pantallas que reportan los signos vitales de los pacientes que se encuentran dentro de la cámara, flotando en el caldo nutricional en el que están sumergidos.

Se acomoda los anteojos cada vez que se inclina sobre la pantalla, situada a un lado de la cámara correspondiente.

La cámara es una especie de tanque cilíndrico con armazón de metal, que aloja al paciente y lo mantiene conectado a una serie de mangueras y cables que le suministran medicamentos al paciente vía intravenosa. Las cámaras sanadoras son un beneficio del sistema de salud del imperio para el pueblo, todos pueden acceder a ellas. El detalle que hace que estas cámaras sean especiales es que se encuentran en el Archiministerio Imperial y son atendidas por los mejores médicos, magos y brujas sanadoras del reino. Este servicio es exclusivo para la familia real y para los miembros de cada clan.

- Veamos, como te encuentras hoy. – murmura para sí mismo el médico, un hombre con la apariencia de un joven de 28 años, pero con la experiencia, conocimientos y edad de 70 años.

En el interior de esa cámara se encuentra la líder del clan kukri, flotando libremente en el centro del tanque, conectada a una máscara de oxígeno y con mangueras conectadas a unos brazaletes que tiene en las muñecas y en los tobillos. Tiene una especie de traje de baño de cuerpo completo, que le cubre lo estrictamente indispensable para no violar los códigos de la moral. Los parpados descansan sobre los globos oculares y, de vez en cuando, tienen ligeros espasmos, como si se fueran a abrir, pero se mantienen cerrados.

- Tercer día sin novedad… - dice mientras analiza la pantalla y navega en las diferentes pestañas de los indicadores. - …aunque… - la atención del sanador abandona la pantalla y se acerca al tanque, concentrando su mirada en el cuello de Cobra. - …esas grietas me preocupan, ya debieron haber desaparecido.

Para conseguir un mejor ángulo de percepción, se acerca aún más al tanque, al grado de que su nariz casi toca el cristal. En ese momento, la mujer abre los ojos súbitamente y concentra la mirada en el médico que está enfrente de ella. El médico se hace para atrás en un acto reflejo, sorprendido pero contento, esboza una sonrisa y pone la mano derecha sobre el cristal. La mujer en el interior corresponde el gesto, colocando su mano en el mismo lugar.

- Buenos días, preciosa.

 

La emperatriz Olivia está parada enfrente de una enorme mesa, con muchos mapas y múltiples almanaques astrales, así como todos los miembros de su corte y los representantes da cada uno de los 15 clanes que conforman la élite del imperio.

La emperatriz es una mujer morena, con los labios gruesos y la nariz un poco ancha, sus rasgos mulatos destacan con el traje imperial, de cabello negro como la noche, lacio y largo hasta la cintura, perfectamente peinado en cuatro trenzas que van del nacimiento del cabello hasta la punta. Muy alta, tanto, que la mayoría de los integrantes de la corte tiene que levantar la cabeza para verla. Delgada, pero fornida, con los músculos muy marcados y las manos muy grandes, aunque estilizadas. Sus ojos violetas son redondos, enormes y profundos, con una mirada, sientes que te penetra el alma.

La corona que está sobre su cabeza es de un metal muy raro y peculiar, que solo se encuentra en ciertos países nórdicos; un metal que siempre es de color blanco, aun cuando está en la forja, y no sufre corrosión ni se deforma. La corona ha sido la misma por generaciones desde los inicios del imperio, los que cambiaban, eran los emperadores; hasta que llego la emperatriz Olivia, quien gozaba de una excelente salud y lleva en el poder 124 años, siendo la emperadora más longeva del Imperio Nornodiano.  

La junta que precede es para decidir por donde comenzar las construcciones de las vías de la nueva línea del auto-tren, que conectaría las comunidades de la costera directamente con Comunidad Central.

- No, señores. – dice tajantemente y poniendo las manos sobre la mesa en gesto autoritario. – No puedo autorizar la ruta que proponen, eso equivaldría a destruir las pocas áreas verdes que aún quedan por el Paso de Córdoba, muchas de las especies en peligro de extinción están en las reservas de esa zona.

- Mi señora, plantear otra ruta o construirla por el paso de las montañas es menos rentable para la economía del imperio, es preciso que hagamos sacrificios. – debate uno de los nobles de mayor edad, con voz aguardentosa y una larga barba blanca.

Mientras se sostiene la acalorada discusión, uno de los guardias reales entra a la Sala del Parlamento con urgencia y camina directamente hacia la reina. Cuando se encuentra enfrente de ella, hace una reverencia y adopta una pose ceremonial.

- ¿Qué sucede, Tantor? – pregunta la emperatriz, sin despegar la mirada de los mapas que tiene enfrente.




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