Kukri

CAPÍTULO 3

Aunque la despertaron a medio día, las horas que se llevó la rehabilitación médica y las que absorbió la emperatriz, hicieron que Cobra llegara al fraccionamiento donde vive cuando la tarde se convierte en noche. Colores anaranjados, amarillos y algunos violetas pintan el panorama, haciendo que la llegada de la joven sea un tanto melodramática.

Pasar el muro que separa el complejo del clan con el resto del Archiministerio, así como cruzar por la reja principal, no resultan reto alguno; con solo verla, los soldados que custodian las entradas se hacen a un lado y le dan entrada libre.

Después de la reja de la entrada, Cobra cruza por las banquetas el puente que pasa sobre el río que atraviesa de lado a lado el Archiministerio, así como parte de Ciudad Central; aunque el agua del río es cristalina y hermosa a la vista, se ve un tanto vacío por la falta de plantas y animales acuáticos, los cuales solo existen en reservas especializadas para su cuidado, reproducción, crianza y custodia.

Pasando el puente, están las primeras casas del fraccionamiento, la primera de cada lado de la calle funge como caseta de vigilancia, por ende, son más pequeñas que el resto, y las casas que les siguen son las casas muestra. En esa esquina, la forma del fraccionamiento parece la de un abanico, ya que la calle principal se divide en cinco calles más angostas.

En las casetas de vigilancia, Cobra se da cuenta de que las vigilantes son becarias del Colegio de Estudios Universitarios, ya que, aunque siguen el protocolo al pie de la letra, aun les falta la tenacidad para imponer miedo a cualquier intruso o persona que se quiera colar al fraccionamiento. Les da algunos consejos para que se relajaran y no se pusieran nerviosas con cada visitante que llegara al complejo, y luego sigue con su camino.

 Ella vive en la primera calle de izquierda a derecha, en la casa número 25, justo enfrente de la casa que pertenecía a Cascabel.

Al cruzar la calle, cuatro mujeres en motocicletas anti gravitacionales la alcanzan. Usan el mismo uniforme que ella usó en la misión.

- Pero miren quien regresó. – dice la que va en la punta del cuarteto. – Nuestra amada lideresa ha venido a inspirarnos.

- Hola, Dumeril. – contesta con gesto impasible, pero cortes.

Dumeril es una chica rubia natural, tan rubia que hasta las cejas y las pestañas que descansan sobre sus parpados son rubias. Tiene la cabeza rapada y los ojos son de color azul intenso. Es de estatura media y las curvas femeninas casi se le pierden por el uniforme, así como por su extrema delgadez de modelo de la que está tan orgullosa.

- ¿Qué? ¿Ya no te sientes bien en el palacio real y por eso te regresas con las simples mortales? – pregunta una chica que está a la derecha de Dumeril, es un tanto más pequeña en estatura, lo cual hace que la motocicleta se vea enorme.

- Tigrina… - Cobra se detiene en seco, dispuesta a contestarle, pero le gana el cansancio y las ganas de llegar a su casa. - …no tienes idea.

En ese momento, una mujer aterriza en cuclillas en medio de Cobra y las demás, con un par de alas mecánicas abiertas.

- ¿Molestando a la novata? – pregunta la mujer sarcásticamente, mientras las alas se acomodan de manera que no golpeen a alguien cuando gira o cambia de posición.

Esta mujer es corpulenta, tan alta como Cobra, usa un parche en el ojo derecho; su cabello es lacio, completamente blanco y siempre lo trae peinado en una trenza francesa; el ojo visible es negro, enorme y rasgado, reflejo de su ascendencia coreana. En el cuello, tiene tatuado en el hombro izquierdo una mamba negra, la cual resalta en la piel blanca-amarillenta de su portadora.

- Ya llegó su guardaespaldas a cuidarla de estas malas influencias. – comenta sarcásticamente la tercera mujer del cuarteto. Esta chica parece más de ascendencia nórdica que latinoamericana, es pelirroja y de pecas, con los ojos verdes.

- Amatista, ella no necesita un guardaespaldas para patear tu escuálida cola. – contesta la mujer alada.

- Tranquila, Mamba, solo venimos a darle la bienvenida. – argumenta la última integrante del grupo. Una chica morena, con lentes, facciones armónicas y muy callada, el cabello es asimétrico, casi rapado de atrás y adelante tan largo que le llega a la mitad del pecho. Por lo regular anda sola, pero en esta ocasión, coincidió con el grupo de Dumeril. – Al menos yo no quería molestarla.

- Siempre me preguntaré qué rayos haces con estas mujeres, Coralillo. – interviene Cobra. – De todas, me pareces la más sensata.

Mamba calla una risa burlona ante la reacción de Dumeril, Tigrina y Amatista.

- Ya, váyanse a buscar un ratón que torturar o algo que hacer. – ordena Mamba mientras toma a Cobra por el brazo y comienzan a caminar hacia la casa de la lideresa.

Cuando Cobra y Mamba están a una muy lejos de las motociclistas, Coralillo se coloca el casco a la vez que le dice a Dumeril.




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