Como en toda familia, la emperatriz Olivia pasa tiempo de calidad con sus hijos y su futura nuera en la mesa del jardín de flores del palacio, tomando el té de la tarde mientras conversan sobre las actividades que han hecho durante el tiempo que no se habían visto.
Aun con los tratados de paz sellados con la nación de la princesa, se puede percibir un ambiente gélido, pues la convivencia entre el príncipe Felipe y la princesa no es muy cercana a la vez que demasiado protocolario, mientras que el príncipe Aron se desenvuelve con opulencia, arrogancia y comodidad en medio de la atención prestada por su madre a las fantásticas y pretenciosas historias de su hijo.
- Y dime, princesa, ¿te ha gustado lo que has visto de nuestro reino? - pregunta la emperatriz, dándole un sorbo a su té de hierbabuena con un chorrito de leche descremada, servido religiosamente en una taza de porcelana china.
- Es encantador su nación, mi señora. - contesta la chica.
Aunque trata de ser igual de seria, propia y elegante que su prometido, no puede evitar lucir como una niña jugando a ser mayor, debido a la inocente apariencia que le proporcionan sus cabellos rojizo-anaranjados, sus ojos verdes ovalados, pecas y vestimenta en colores pastel.
- Aunque sí me llamó mucho la atención no ver animales en las zonas silvestres por las que viajaba el tren. - este comentario atrajo la atención del príncipe Felipe, quien sostiene un libro entre sus manos y se había concentrado en su lectura.
- Eso, querida, es porque los animales se encuentran refugiados en zonas protegidas por el imperio. La mayoría de nuestra fauna se encuentra en peligro de extinción, así que los conservamos en cautiverio para su preservación. - explica el príncipe Aron.
- Pero, no entiendo, ¿de que los protegen? Los parajes que vi son tan hermosos y libres de contaminación que son perfectamente habitables, además, de que he estado leyendo su legislación ambiental y civil, no hay manera alguna en la que su flora y fauna perezca por acción del hombre.
- ¿Ha leído nuestra legislación? - pregunta la emperatriz, con una expresión bastante cáustica.
- Sí. - contesta la princesa Meghan. - Su hijo me mostró la biblioteca que tienen en el interior del Archiministerio y debo aceptar que estoy francamente sorprendida con su legislación ambiental.
- Pues, gracias por su comentario, princesa. - contesta la mujer, dejando el té en la mesa y concentrando su mirada en la prometida de su hijo menor.
- Creo que me perdí su instrucción, madame, ¿qué dijo que había estudiado? - pregunta el príncipe Aron a la princesa Meghan.
- Soy abogada ambiental y tengo maestría en administración pública.
- Vaya, pero sí parece que hubieran visto su futuro, princesa. - comenta sarcásticamente el príncipe Aron, llamando con un gesto de la mano a uno de los sirvientes.
- Y ¿qué otra cosa leíste en la biblioteca que fuera de tu interés? - pregunta la emperatriz Olivia con una sonrisa y tomando una galleta de la cesta tejida que hay en el centro de la mesa.
- Estuve leyendo sus leyes, códigos y reglamentos, en sí, me sentí atraída por la estructura gubernamental de su nación. - una sombra de timidez invade a la joven mujer.
- Continua. - invita amablemente la emperatriz a la princesa.
- Y debo decir que su legislación es, en su mayoría, muy completa, avanzada y visionaria, jamás había visto una legislación tan teóricamente completa y perfecta...
- ¿Teóricamente? - interviene el príncipe Felipe, dejando el libro que estaba leyendo encima de la mesa.
La voz de la princesa se apaga repentinamente, dudosa de proseguir con argumento.
- Felipe, déjala terminar su idea. - reprende cortésmente la emperatriz a su hijo.
- Perdone mi descortesía, madre, pero me gustaría saber a qué se refiere con que teóricamente es correcta.
- Felipe…
- No, majestad, no hay problema. - contesta la princesa. - Mi observación va encaminada a que su legislación es perfecta a nivel teórico y filosófico, pero en algunas áreas, e hilando argumento con la respuesta a su pregunta, la aplicación de dichas legislaciones o alcances reales dejan mucho que desear.
- ¿Cómo por ejemplo?
- Su legislación sobre clones, androides y sus derechos, o la de inclusión mágica social. - contesta efusivamente la princesa.
- En esa última yo tengo una opinión. - interrumpe el príncipe Aron. - Si piensas igual que cierta persona con la que contraeré nupcias en unos años, creo que puedo anticipar tus argumentos.