Un halo de luz oscura parte por la mitad el paisaje; tanto el dragón como el mago salen volando en direcciones opuestas, dejando en medio una diminuta figura en el centro de un cráter.
- ¡Basta! – ordena la bruja, con sus tatuajes encendidos y los ojos completamente teñidos de negro. - ¡Es suficiente!
El dragón sacude la cabeza, tratando de recuperarse de la conmoción. Al dirigir su atención a la persona que camina hacia él, parece aun más desconcertado que molesto.
“¿Quién se atreve a hablarme de esa manera?”, dice el dragón.
- Una aprendiz de mago. – contesta Samara, sin titubear ante el imponente dragón.
“¿Y por qué una aprendiz se dirige hacia mí con ese tono de voz?”, la atención del reptil ahora está concentrada en la diminuta mujer, con la piel agrietada como muñeca de porcelana y ojos rojizos que se le acerca con gesto autoritario.
- Porque no has dejado hablar a mi maestro. – esta vez, Samara pasa a segundo termino y ahora es Cobra la que se hace cargo de la situación. – Señor, guardián del Valle de Iscariote, no somos tus enemigos.
Cobra baja el dao chino que había usado para separar la pelea, lentamente lo apoya en el suelo mientras se hinca sobre su rodilla izquierda y cruza su mano derecha sobre su pecho, en señal de rendición.
- Hemos venido a entablar una conversación con usted, en vista de que algo entre nuestras relaciones convencionales a fallado. – Cobra alza la cabeza para ver al dragón de frente. – Hemos venido a negociar.
La gran serpiente emplumada no puede creer lo que está presenciando.
“¿Negociar?”, la voz del dragón, aunque sigue con la palpable molestia, está más relajada. “No se puede negociar con basuras como ustedes. Humanos. No tienen respeto por nada y por nadie.”
Desde el otro lado de la fosa, el mago observa intrigado como su aprendiz está enfrente del dragón, sin temor alguno y dominando a la perfección la situación. Aunque no puede oír la voz del guardián, está claro que la chica ya consiguió el objetivo.
“Matan, acaban, aniquilan, destruyen y desperdician los recursos que la naturaleza les da. Nada en ellos vale la pena”, la criatura sigue con su catarsis.
- ¿Por eso has desbordado los mantos acuíferos? ¿Nos está castigando por nuestra conducta?
“¿Castigo? No. El castigar es algo arbitrario. Lo que les sucede es solo consecuencia de sus propias acciones.”
- Pero, si quisiera, podría controlar el desbordamiento de los mantos acuíferos, no es así. Gran y poderoso guardián.
“Sí. Pero no pararé el flujo del agua hasta que su plaga esté erradicada.”
- ¿Por qué, mi señor? ¿Qué le hemos hecho?
“¿No te son suficientes los motivos que ya te dije, insignificante humana? Eres tan narcisista que crees que tu especie merece otra oportunidad de seguir existiendo.”
- No. – contesta Cobra, levantándose del suelo y sin despegar la mirada del dragón. – No la merecemos. Es más, si fuera por mí, dejaría que destruyeras todas las aldeas, comunidades, poblaciones y naciones enteras hasta que no quedara ni un solo humano sobre esta tierra.
“¿Pero qué rayos estás diciendo?”, piensa el mago, que ya está parado detrás de la aprendiz.
- Yo mejor que nadie conozco el monstruo que puede llegar a ser el humano si se le permite. Pero no querrá el peso de miles de almas sobre su espalda. Créame.
La mirada del dragón examina a la humana que tiene enfrente de él, cauteloso, intrigado y escéptico ante la honestidad de Cobra.
- Deme la oportunidad de resarcir el daño que ha desatado su furia, y le doy mi palabra de que nada ni nadie volverá a alterar el equilibrio o a dañarlo de la manera en la que lo hemos dañado.
“¿Quién eres, pequeña bruja?”
- Samara… - comienza a decir, pero el dragón se crispa y muestra sus enormes colmillos.
“¡No me mientas!”
“Cobra de Plata.”, contesta la mujer con el pensamiento, esperando que el dragón la escuche.
“Muy bien, Cobra de Plata. Tendrás tu anhelada oportunidad.”
Cobra hace un esfuerzo por no sonreír.
“Hace unas semanas, unos ladrones entraron en mi madriguera y robaron a mis tres descendientes aun en estado de gestación, después de acabar con los otros cinco. Los descubrí en el acto y les di cacería, pero solo pude encontrar a uno. Los demás escaparon.”