Kukri

CAPÍTULO 23

- Así que mi amada Cobra está jugando a la brujita en el bosque con el mago que encabeza la lista de los más buscados por el imperio. – el príncipe Aron resume la acusación de la mujer que se encuentra arrodillada enfrente de él y de su madre.

En la misma habitación donde le autorizaron sus vacaciones a la ahora acusada general del clan Kukri, están la emperatriz, el príncipe Aron, el príncipe Felipe y Dumeril, Coralillo, Amatista y Trigrina.

- ¿Cómo sabemos que está diciendo la verdad? – espeta el príncipe Felipe. – Como yo lo veo, puede ser un intento de cierta persona… - el hermano menor de Aron fulmina con la mirada a Dumeril. - …por desprestigiar a Cobra, o peor, condenarla por un crimen.

Dumeril solo se contenta con sonreír ante la insinuación del príncipe.

- Majestad… - la mujer de cabello amarillento artificial, ojos azul neón y estrafalaria caperuza azul cielo contesta con una voz que denota sumisión, mientras juega con el collar electrónico que inhibe sus habilidades mágicas. – Yo jamás le mentiría.

La emperatriz está molesta, con la quijada temblándole y los dedos de sus manos entrelazados enfrente de su boca.

- ¿Tenemos forma de saber si miente? – pregunta la emperatriz.

- Sí majestad. – contesta Dumeril, apuntándole con una pistola a la mujer en la cabeza. – No te muevas.

Al jalar el gatillo, un nanobot es incrustado en el cerebro. Dumeril revisa la pantalla de su muñequera.

- Ahora sabremos si miente. – anuncia Dumeril.

- Repítenos tu nombre, bruja. – ordena Tigrina, apuntando con su akrafena a la bruja.

- Daniela, la bruja del bosque. – contesta la mujer.

Las cuatro cazadoras del clan revisan la pantalla de su muñequera.

- Dice la verdad. – dicen al unísono.

- Repite todo lo que nos has dicho. – ordena la emperatriz, levantándose de su asiento y caminando hasta estar frente a la bruja.

Después de escuchar la misma acusación por segunda vez, las miradas se concentran en las cuatro cazadoras.

- Dice la verdad. – dicen al unísono Dumeril, Tigrina y Amatista, pero Coralillo se queda callada, intercambiando una mirada de preocupación con el príncipe Felipe.

El rostro de la emperatriz se descompone por completo, mientras que los ojos del príncipe Aron se llenan de brillo.

- Tráiganla inmediatamente, viva. ¡Ahora! – la emperatriz Olivia pierde los estribos y sale hecha una furia de la habitación.

- ¡Majestad! – alza la voz Coralillo. - ¿Qué hacemos con la acusadora?

Para cuando termina de preguntar, la emperatriz ya está afuera de la habitación, profiriendo maldiciones en el pasillo.

- Mátenla. – contesta el príncipe Aron a la pregunta de la cazadora.

Al no estar su madre, la autoridad pasa a ser suya y, por ende, sus deseos son órdenes. Dumeril con su zulfiqar, Tigrina con la akrafena y Amatista con las espadas de gancho, atraviesan diferentes partes del cuerpo de la bruja, destazándola con precisión y en una perfecta armonía.  




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