La Acompañante

Capítulo 5 Confunfida

—¿Cómo que un mes? — respondió Julián en uno tono de denotaba molestia.

—Pues sí, estas contratada por un mes— respondió Anya, luego de fulminar a su hermano con la mirada  — probablemente, también tendrás que viajar con tu cliente, pero esos detalles te los facilitaré después, por lo pronto prepárate.

—¿Cuándo inicio? — preguntó Ashanty, emocionada.
—Mañana, Lo que me lleva a otra cosa, esta noche irás a un evento con Julián y conmigo, debes lucir espectacular, será algo así como tu debut, en este negocio — respondió, Anya, sin dejar de mirarla, escoge un vestido de los que ves allí y coordina que se encarguen de tu arreglo. Puedes ir a tu casa y regresar, saldremos de aquí a las ocho en punto.

La emoción llenó el corazón de Ashnaty, ¿tenía miedo?, sí. ¿Estaba nerviosa?, sí. Pero también estaba ilusionada, por fin iba a poder mandar dinero a su familia, y a decir verdad, no esperó, conseguir un cliente tan pronto.

—Pasa a mi oficina para que firmes una documentación y recibas el adelanto de la parte que ya el cliente canceló — agregó Anya, mientras caminaba a la salida del camerino donde se encontraban.

—¡Felicidades! —Dijo Julián, con un amago de sonrisa — No olvides cumplir las reglas, no confies en nadie y si necesitas ayuda, no dudes en llamarme, sin importar en dónde o con quién estés — dijo el enigmático hombre, mientras se acercó un par de pasos a ella.

Ashanty solo asintió mientras lo vio salir a paso apresurado, detrás de su hermana.  No iba a negar que las palabras de Julián habían elevado su nivel de nervios.  Pero ya en este punto, no había vuelta atrás, había llegado demasiado lejos, como para ahora arrepentirse o tirar la toalla, eso no era ni siquiera opcional.

Hizo lo que Anya le ordenó, escogió un vestido de su agrado, coordinó con la estilista y la maquillista la hora en que debía volver, para que la ayudaran a arreglarse y luego tomó su bolso, para salir del estudio, rumbo a casa. Necesitaba, darse una ducha, tal vez descansar un rato y luego salir a tiempo de regreso, para estar lista a la hora indicada.

—¿Cómo es eso de que la contrataron por un mes? —Preguntó un molesto Julián, entrando a la oficina de su hermana. 

—Pues sí, es una contratación especial— respondió ella sin mirarlo.

—¿Quién, la contrató? —inquirió él, evidentemente molesto.

—¿De cuándo acá eso es de tu incumbencia? — espetó Anya molesta.

Lo vio girarse y darle la espalda, como buscando la manera de ocultar lo que ya su hermana sabía. La rubia de ojos grises le gustaba a su hermano, quizás más de lo que el mismo quería reconocer.

—¿Te gusta, cierto? Por eso la trajiste— preguntó Anya sin rodeos.

—No sé de qué estás hablando— respondió Julián, haciéndose el desentendido.

—Te conozco querido y eso que estás experimentando, se llama “celos”’ y podrás engañarte a ti mismo, pero a tu bella hermana jamás, así que deja de hacerte el idiota conmigo que no te resulta. Además, permíteme recordarte que una de las reglas es que no te involucres con mis chicas— agregó de manera categórica, en ese tono de mando que tanto la caracterizaba.


Si bien es cierto, Anya era dos años menor que Julián, pero era quien llevaba las riendas del negocio y quien lo mantenía a raya, todo el tiempo. Una vida de excesos había marcado desde joven la vida de su hermano y ella se convirtió en su cuidadora. Los últimos años, las cosas habían mejorado enormemente, pero aún así Anya, no quitaba el dedo del renglón, en lo que a su hermano se refería.  

No obtuvo, respuesta alguna de su parte, en lugar de ello Julián hizo lo que siempre acostumbraba a hacer, cuando se veía acorralado, huir sin dar explicaciones y sin aclarar nada a nadie.

La cara de frustración de Anya, no tardó en hacerse presente, lo que menos necesitaba en estos momentos, era lidiar con problemas sentimentales, en los que su hermano fuera protagonista, sobre todo porque había estado observando cuidadosamente la interacción de Ashanty y Julián, lo que le había permitido notar, que la rubia de ojos grises no demostraba ningún interés, al menos no de tipo amoroso.

Julián, salió de la oficina de su hermana furioso, no le gustaba que se metieran en su vida, sabía que su actitud irresponsable en el pasado, había dado pie a eso, pero ahora era diferente, su actitud era mucho más juiciosa y mesurada. Anya no tenía derecho a cuestionarle nada, al menos no en esa oportunidad. ¿Y qué si realmente le gustaba la rubia? ¿Qué había de malo en eso?

Subió a su auto y manejó excediendo los límites de velocidad permitidos. Desde el primer momento que la vio, cuando fue a buscar a Sara el día que fueron al antro, la rubia de hermoso cuerpo le gustó, incluso no se molestó si quiera en disimularlo, lo que obviamente no paso desapercibido para Sara, quien apenas tuvo oportunidad le reclamó, lo que fue la excusa perfecta para cortarla, aunque en realidad solo llevaban dos o tres días saliendo.

Lo que no sabe, es: ¿Por qué le dio la tarjeta? ¿por qué la llevo a ese lugar?

Tal vez, fueron las ganas de tenerla cerca, de saber, más de ella o el deseo de ayudarla, en la difícil situación que la aquejaba. La verdad es que ni siquiera sabe que fue, solo está claro en que lo hizo y punto.

No ha intentado ningún acercamiento a ella, no de una manera abierta y de frente. Tal vez la velada de esta noche, sea una buena oportunidad. Su hermana no quiso decirle, quien fue el cliente que la contrató, tal vez eso le ayudaría a no estarse haciendo ideas en la cabeza, capaz es un hombre mayor de esos, que buscan compañía para lidiar con la reciente muerte de su pareja, o que solo desea impresionar a algunos socios en algún evento social.  Si seguro de eso se trataba, dijo para tranquilizar la incomodidad, que se le había instalado en el pecho.

(...) 

Ashanty terminó de ducharse, se colocó sus cremas hidratantes e hizo todo su ritual, posterior al baño. Estaba dando oportunidad de que Sara llegara, pero ya era casi justo la hora de marcharse. Tomó su bolso y su teléfono, tenía el tiempo contado para llegar al estudio, dejó una nota para su amiga y bajó las escaleras casi corriendo, calculando que en solo unos minutos pasaría el autobús, hoy no había dinero para Uber.




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