La Acompañante

Capitulo 8 "sorpresa"

—No piensas decirme Qué pasó allí con ese tipo Ashanty — dijo Julian en tono molesto. 

— no pasó nada Por ende no hay nada que decir— respondió la rubia mientras avanzaba al interior del salón donde se llevaba a cabo la celebración. 

— En serio crees que voy a creerme eso,  vi  perfectamente como ese tipo te sujetó de la mano,  acaso lo conoces sabes quién es. 

— No Julián,  no lo conozco,  solo sé su nombre,  pero no sé quién y esa  la primera vez que lo veo— respondió ella,  detendiendo su marcha  y volteandose hacia él.  

— ¿Me puedes explicar entonces,  por qué te alejaste de nosotros con una persona que acabas de conocer? — preguntó Julián sumamente enojado. 

— ¡Lo siento¡— respondió ella bajando la mirada, sabía que él tenía toda la razón y que no debió comportarse de esa manera. Simplemente se dejó llevar,  actuando como una ilusa. 

—No me vas a decir que te hizo imbécil ese —insistió Julián en preguntar.  

— Te repito que no pasó nada,  por favor volvamos con tu hermana, no quiero tener problemas en mi primer día de trabajo. 

Ashanty siguió avanzando en medio del lujoso lugar,  hasta llegar a donde se encontraba Anya. Alrededor de ella, había un grupo de personas con las cuales la castaña conversaba amenamente,  sin embargo su mirada penetrante se posó en ella, una vez la vio acercarse. 

— todo bien preguntó anya una vez estuvo a su lado. 

Ashanty solo logró asentir a manera de respuesta,  inmediatamente intentó incorporarse a la conversación y sonreír como si nada Hubiese pasado.  Aunque por dentro estaba furiosa,  colérica,  enojada.  No solamente con el idiota que le había faltado el respeto,  sino también con ella misma,  por no darse cuenta que en ese mundo,  las personas podían ser verdaderamente superficiales.  Ya bien se lo había advertido anya,  Incluso el mismo Julián lo había hecho,  pero bueno a veces toca aprender por experiencia propia.

El resto de la velada fue tranquila.  Afortunadamente,  no volvió a ver al imbécil que le había hecho pasar tan mal rato.  No entendía por qué había reaccionado de esa manera a su cercanía, era como si su cuerpo la hubiese traicionado y puesto en evidencia, enfrente de ese idiota,  que solamente quería pasar el rato con ella.  Se sintió mal,  con ella misma,  defraudada.  Pensó que tenía un  autocontrol,  pero esta noche,  se dio cuenta de que era una persona de emociones débiles y que necesitaba hacer algo al respecto. 

Un par de horas después,  ya se encontraba en casa.  Tal como Anya se lo había explicado, los accesorios,  el vestido,  los zapatos y el bolso que había usado para arreglarse esta noche,  eran de ella.  Se trataba como de una especie de cortesía,  que el estudio le hacía a  cada una de las acompañantes.  Sobre todo,  porque para veladas especiales, ya los mismos estaban cubiertos,  por el pago que hacía aquel que solicitaba su compañía. 

Estaba un poco más  ansiosa,  no sabía quién era la persona que había solicitado su servicio por un mes,  lo que sí sabía era que mañana recibiría su primer pago, e inmediatamente buscaría la forma de enviárselo a su familia. 

Definitivamente que no se sentía del todo cómoda en este trabajo,  pero lo iba a  hacer con tal de poder sacar a su familia adelante.  

Se alistó temprano para ir al estudio.  Anya le informó que debía firmar una serie de documentos,  antes de su salida de esta noche con el cliente.  Más o menos se imaginaba de que podía tratarse,  con contrato de servicios con todas las cláusulas muy bien detalladas y de seguro un acuerdo de confidencialidad, para proteger la reputación del cliente,  que de seguro tenía en su cuenta bancaria,  muchos más plata de la que ella en su vida,  podría ganar,  aunque trabajará veinticuatro horas,  siete días a la semana.  

Hoy tampoco había visto a Sara,  la encontró dormida al llegar y cuando se levantó,  ya la chica se había ido.  Le preocupaba un poco,  porque de seguro en algo andaba su amiga.  

Salió del apartamento rumbo a su trabajo.  Tal como se lo anunció, Anya la esperaba con una pila de documentos que firma.

—De todas las reglas,  la que más me interesa que cumplas,  a pesar de que no esté escrita allí, es que no te involucres sentimentalmente con tu cliente,  no quiere verte llorar —dijo Anya en un tono agradable —Tampoco te involucres con mi hermano— agregó. 

—Jefa yo  no…

—Lo sé,  pero por favor encárgate de que a él le quede claro —dijo la castaña en tono serio — conozco a Julián y la persistencia puede llegar a ser un defecto en él. 

La castaña se puso de pie y extendió la tableta,  que tenía en la mano, para mostrarle,  la transferencia que acaba de hacer a su cuenta personal por la suma de cinco mil  dólares. Los ojos de Ashanty,  casi salen de sus órbitas.  

—Todo eso gané con este trabajo—preguntó la rubia emocionada.  

—Es el abono para iniciar, al final recibirás el resto — respondió Anya,  complacida. 

Ashanty se quedó muda,  con esa cantidad resolvería al menos por un mes los medicamentos de su madre y podría pagar el apartamento y comprar algo de comida para ella y su amiga. 

—¡Gracias! — fue lo único que logró decir,  antes de ponerse de pie y salir del lugar.  

Debía regresar a las seis de la tarde, a vestirse y arreglarse en el estudio, para salir  con su cliente,  esta noche.  

🧡🧡🧡🧡🧡🧡🧡🧡🧡

Para Zaid,  la noche no terminó,  como él esperaba.  La rubia sexy a la que le había puesto el ojo desde que llegó,  resultó un niña chapada  a la antigua.  Su rostro se desencajó por completo cuando la invitó, a un lugar más privado a pasarla bien; ni que la hubiese invitado a cometer un delito o algo por el estilo,  pensó Zaid, riéndose mientras recordaba la expresión de la chica. 

Pero bueno, mejor así.  Esas puritanas solían ser las más problemáticas,  luego querían  que les pidieran matrimonio y todo lo demás, porque dique fuiste el primero.  




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