Capítulo 6
Muchos dicen que los recuerdos, al final, son iguales a los sueños.
Eso podría decirse de alguien como Jin Carter, que llevaba tanto tiempo soñando con Luke Wilson, como una tortuosa, oscura y deliciosa costumbre, que aquel onírico momento de borrachera, a la cual justamente había caído por causa de sus sentimientos hacia él, le pareció sencillamente otro sueño más. No podía ser real. Justamente por eso Jin no se había dado cuenta de que este instante que estaba viviendo no era un sueño. En verdad ella estaba creando un recuerdo real.
Ese tacto sobre su piel.
Esa humedad.
Esa sensación de estar siendo absorbida.
Ese calor voraz que le abrasaba los labios.
Esa sensación de que su bajo vientre estaba siendo objeto de arremolinamientos intensos, que no había tenido antes en ningún otro sueño anterior.
Lo mismo le ocurría con esa impresión de que eran sus uñas reales lo que se clavaban con fuerza en aquella añorada espalda ancha. ¡Pero qué buena ilusión!
Jin no quería despertar nunca. Hasta había olvidado que durante todo el día albergó ese deseo de golpear a ese hombre de sus sueños, por haberla engañado para inducirla a cometer un crimen atroz, pero ahora que lo tenía de vuelta en una de estas increíbles ilusiones nocturnas, incluso había olvidado su nombre.
Y más ahora que el sueño se veía más vivido que nunca. Más diferente. Más sustancioso, tan real. Este sueño era diferente. Podía sentir la calidez de unos dedos explorando mucho, debajo de su vientre. No era igual a las otras visiones fantasiosas y utópicas.
Hasta que un dolor desconocido y delicioso se hizo presente, en aquel centro de placer suyo, aquel que nunca hombre alguno había conocido ni visto antes, solo el “Wilson” de sus sueños. Tan real, que le dolía como si el alma se le fuera a salir. Sintió que gritaba, justo por culpa de ese dolor punzante y repentino, hasta que su “Wilson” pareció detenerse, como asustado ante tamaña revelación.
¿Acaso hasta en los sueños un hombre podía darse cuenta de la virginidad de alguien y que ella misma sintiese tanto dolor?
El "Wilson" que ella creía de sus sueños la miraba con gesto asombrado. No se le ocurrió que ella fuera una doncella, después de todo ya tenía más de veinte años, pero se había encontrado con una castidad inesperada.
Se detuvo por un rato, hasta que finalmente hizo lo posible para relajar al cuerpo bajo suyo, y Jin se dejó hacer por este "Wilson", tan real. Tan sensual, delicioso, húmedo, sí, doloroso, pero al final pudo disfrutar de este sueño tan completo.
Veía al hombre que amaba posándose sobre ella, con una mano colocada a un lado, como si con ello, no quisiera aplastarla con su peso y otra mantenida sobre la cintura desnuda de ella, poseyéndola, tomándola, moviéndose lentamente al compás de una danza desconocida y nueva para la joven. Nunca había soñado esto.
Ese rostro desconcertado que tenía hace un rato, como si hubiese descubierto algo, había desaparecido y ahora el hombre la miraba como si no pudiera detenerse. Ese roce tan delicioso, continuo, de esa extensión proveniente de la figura del hombre que ella tanto deseaba. Rogaba nunca despertar.
Era demasiado real, placentero, doloroso y vibrante.
Jin sintió perder la voz cuando gritó con todo lo que daban sus pulmones cuando creyó sentir que una vibración extraña se daba en su parte baja con un líquido que parecía que se le subía por el vientre. Podía gritar lo que quisiera.
Total, sólo era un sueño.
Sus ojos verdes se abrieron con dificultad, cuando el pesar del intenso brillo matutino le entró por ellas. Siempre olvidaba comprarse cortinas y ahora era uno de esos momentos en los cuales se odiaba por no haberlo hecho. Ese maldito sol le entró por la cara.
Jin, en un acto reflejo estiró las sabanas para cubrirse el rostro, pero se incorporó muy rápido cuando se dio cuenta que algo no andaba bien.
No recordaba haber llegado anoche allí. La muchacha parpadeó confusa cuando se palpó y notó que no llevaba nada de ropa. Estaba completamente desnuda, y pudo detectar a un lado de la cama sus ropas desperdigadas. Eso la alarmó ligeramente.
Pero el verdadero sobresalto le vino cuando sintió un dolor muy patente en su zona íntima, y también en sus muslos. Eso fue demasiado.
Se levantó de inmediato de la cama, y cuando vio los rastros rojizos ya secos sobre las sabanas, sí que terminó de tragar saliva. Acercó su rostro a ella.
Parecía sangre mezclada con algo más, que el interior objetivo y consciente de Jin ya podía sospechar que era, aunque su incredulidad y su deseo ferviente de no haber cometido una barbaridad anoche, le rogaba que no fuese aquello. Pero luego de ver esa mancha, el desorden de su cama, sus ropas tiradas, las marcas rojizas entre sus senos, su vientre… pero por sobre todo el dolor punzante entre sus muslos. Se llevó las manos a la boca.
¿Qué había hecho?
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Editado: 23.11.2021